DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A UNA DELEGACIÓN DE LA "EMOUNA FRATERNITÉ ALUMNI"
Sala de los Papas
Sábado, 23 de junio de 2018
Queridos amigos:
Os recibo con alegría con motivo de vuestro viaje a Roma. Agradezco a los Copresidentes la presentación de la Asociación y extiendo mi cordial saludo a todos sus miembros, así como a las personas de diferentes religiones y espiritualidades con las que estáis relacionados.
Doy gracias a Dios por la existencia de vuestra Asociación, nacida en el marco del programa “Emouna - L'Amphi des religions”, propuesto e iniciado por el Instituto de Estudios Políticos de París, con la participación de las grandes religiones presentes en Francia. Me alegro, en efecto, por la aspiración compartida dentro de vuestra Asociación, que apunta a fortalecer los lazos de fraternidad entre los miembros de diferentes religiones, profundizando un trabajo de investigación. De hecho, como parte de vuestro curso de estudio, del que saludo con gratitud a los iniciadores y participantes, vosotros atestiguáis la posibilidad de vivir un pluralismo saludable, respetuoso de las diferencias y valores de los que cada uno es portador.
También atestiguáis en un espíritu de apertura, la capacidad de las religiones para participar en el debate público en una sociedad secularizada (cf. Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, 183; 255). Y, además, gracias a los lazos fraternos establecidos entre vosotros, manifestáis que el diálogo entre creyentes de diferentes religiones es una condición necesaria para contribuir a la paz en el mundo. Por lo tanto, os aliento a perseverar en vuestro camino, teniendo cuidado de combinar tres actitudes fundamentales para fomentar el diálogo: el deber de la identidad, la valentía de la alteridad y la sinceridad de las intenciones (cf. Discurso a los participantes en la Conferencia Internacional de la Paz, El Cairo, 28 de abril de 2017).
Ya sabéis, de hecho, que la verdadera fraternidad no se puede vivir excepto en esta actitud de apertura a los demás, que nunca busca un sincretismo conciliador; por el contrario, siempre busca sinceramente enriquecerse con las diferencias, con la voluntad de comprenderlas para respetarlas mejor, porque el bien de cada uno está en el bien de todos. Os invito, por lo tanto, a testimoniar con la calidad de vuestras relaciones que «la religión no es un problema sino parte de la solución: [...] nos recuerda que es necesario elevar el ánimo hacia lo Alto para aprender a construir la ciudad de los hombres» (ibíd.).
Así, podéis sosteneos mutuamente para ser como árboles bien plantados, arraigados en el terreno de la historia y de vuestras respectivas tradiciones; y, al hacerlo, contribuir, con los hombres y mujeres de buena voluntad, a transformar «cada día el aire contaminado de odio en oxígeno de fraternidad» (ibíd.). Os animo a desarrollar una cultura de encuentro y diálogo, a promover la paz y defender, con amabilidad y respeto, lo sagrado de cada vida humana contra cualquier forma de violencia física, social, educativa o psicológica. Exhortándoos a rezar los unos por los otros, le pido a Dios el don de la paz para cada uno de vosotros. E invoco al Padre de todos los hombres para que os ayude a caminar como hermanos por el camino del encuentro, del diálogo y de la armonía en un espíritu de colaboración y de amistad.
Con este deseo, invoco las bendiciones divinas sobre cada uno de vosotros y sobre los miembros de la Asociación "Emouna Fraternité Alumni", así como sobre todas las personas que participan en el programa "Emouna - L'Amphi des religions". Y, por favor, no os olvidéis de rezar también por mí. Gracias.
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 23 de junio de 2018.
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