Esta
mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco
ha recibido en audiencia a los embajadores de Singapur, Zimbabue,
Bangladesh, Argelia, Sri Lanka, Barbados, Suecia, Finlandia y Nepal
ante la Santa Sede, con motivo de la presentación de sus cartas
credenciales.
Publicamos
a continuación, el discurso del Papa a los nuevos embajadores
Discurso
del Santo Padre
Excelencias,
Señoras
y señores:
Me
complace recibiros para la presentación de las cartas que os
acreditan como embajadores extraordinarios y plenipotenciarios de
vuestros países ante la Santa Sede: de Singapur, Zimbabue,
Bangladesh, Argelia, Sri Lanka, Barbados, Suecia, Finlandia y Nepal.
Dado que los efectos del coronavirus siguen haciéndose sentir,
viajar es todavía difícil, por lo que agradezco sinceramente a cada
uno de vosotros vuestra presencia hoy aquí. Os ruego que transmitáis
a los Jefes de Estado que representáis mis sentimientos de estima y
gratitud por ellos y por la noble misión que cumplen al servicio de
sus pueblos.
Debido
a la pandemia, la crisis social y económica se ha vuelto aún más
grave en todo el mundo. En lo personal, muchos han perdido a seres
queridos y medios de vida. Las familias, en particular, se enfrentan
a graves dificultades económicas y a menudo carecen de una
protección social adecuada. La pandemia nos ha hecho más
conscientes de nuestra interdependencia como miembros de la única
familia humana, así como de la necesidad de prestar atención a los
pobres y a lso desamparados entre nosotros. Para salir de la crisis
actual, nuestras sociedades se enfrentan al reto de dar pasos
concretos y verdaderamente valientes para desarrollar una "cultura
del cuidado" mundial (cf. Mensaje para la Jornada Mundial de
la Paz 2021), que inspire el surgimiento de nuevas relaciones y
estructuras de cooperación al servicio de la solidaridad, el respeto
a la dignidad humana, la ayuda mutua y la justicia social.
Desgraciadamente,
la pandemia también nos ha hecho conscientes de que la comunidad
internacional experimenta la creciente "dificultad, por no decir
la incapacidad, de encontrar soluciones comunes y compartidas a los
problemas que aquejan a nuestro planeta”(Discurso al Cuerpo
Diplomático acreditado ante la Santa Sede, 8 de febrero de
2021). En este sentido, pienso en la necesidad de hacer frente a
problemas mundiales urgentes como la migración y el cambio
climático, así como a las crisis humanitarias que a menudo se
derivan de ellos. También pienso en la deuda económica que pesa
sobre muchos países que luchan por sobrevivir, y en la "deuda
ecológica" que tenemos con la propia naturaleza, así como con
los pueblos y países afectados por la degradación del ambiente
causada por el ser humano y la pérdida de biodiversidad. Estos
problemas no son simplemente políticos o económicos; son cuestiones
de justicia, una justicia que no puede seguir siendo ignorada o
aplazada. De hecho, es un deber moral intergeneracional, porque la
seriedad con la que respondamos a estas cuestiones determinará el
mundo que dejemos a nuestros hijos.
En
el desarrollo de un consenso global capaz de responder a estos
desafíos éticos a los que se enfrenta nuestra familia humana,
vuestra labor como diplomáticos es de fundamental importancia. Por
su parte, la Santa Sede, a través de sus representaciones
diplomáticas y de su actividad en el seno de la comunidad
internacional, sostiene todos los esfuerzos para construir un mundo
en el que la persona humana esté en el centro, las finanzas estén
al servicio del desarrollo integral y la Tierra, nuestra casa común,
sea protegida y cuidada. A través de sus obras de educación,
caridad y asistencia sanitaria en todo el mundo, la Iglesia trabaja
por el bien común, promoviendo el desarrollo de las personas y de
los pueblos, y de este modo trata de contribuir a la causa de la paz.
A
este respecto, mis pensamientos se dirigen a lo que está ocurriendo
en estos días en Tierra Santa. Doy gracias a Dios por la decisión
de detener los enfrentamientos armados y espero que se sigan los
caminos del diálogo y la paz. Mañana por la tarde, los Ordinarios
Católicos de Tierra Santa celebrarán con sus fieles la Vigilia de
Pentecostés en la iglesia de San Esteban de Jerusalén, implorando
el don de la paz. Aprovecho la ocasión para pedir a todos los
pastores y fieles de la Iglesia católica que se unan a ellos en la
oración. Que la súplica al Espíritu Santo se eleve en cada
comunidad "para que israelíes y palestinos puedan encontrar el
camino del diálogo y del perdón, para ser pacientes constructores
de paz y de justicia, abriéndose, paso a paso, a una esperanza
común, a una convivencia entre hermanos. ". (Regina Caeli,
16 de mayo de 2021).
Señores
y señoras embajadores, al ofrecerles estas reflexiones, expreso mis
mejores deseos para las responsabilidades que ahora asumís, y os
aseguro la colaboración y la ayuda de las oficinas de la Santa Sede
en el cumplimiento de vuestros deberes. Sobre vosotros y vuestras
familias, sobre vuestros colegas y colaboradores y sobre todos
vuestros compatriotas, invoco de corazón a Dios los dones de la
sabiduría, la fortaleza y la paz. Gracias.