Esta mañana a las 11,50 en la Sala Clementina del Palacio Apostólico, el Santo Padre ha recibido en audiencia a los miembros del Círculo de San Pedro.
Sigue el discurso que el Papa les ha dirigido durante el encuentro:
Discurso del Santo Padre
¡Queridos socios del Círculo San Pedro!
Os saludo cordialmente y agradezco a vuestro presidente general, el duque Leopoldo Torlonia, sus palabras. Dirijo a cada uno mi agradecimiento por el servicio cotidiano a las personas más desfavorecidas de la ciudad. El Círculo de San Pedro desde muchos años es una hermosa realidad de asistencia y de ayuda para los pobres: un sarmiento de la rica y fecunda “vid” de la caridad, expresión de la “viña” eclesiástica de Roma. Vosotros os esforzáis por ser el rostro de una Iglesia que se extiende hacia los confines, que nunca se detiene, sino que camina para ir hacia los hermanos y hermanas que tienen hambre y sed de escucha, de intercambio, de proximidad, de solidaridad. ¡Os exhorto a seguir este camino!
En vuestra actividad, no os avergoncéis de la carne herida del hermano; al contrario, en cada persona necesitada y que sufre descubrid el rostro de Cristo. Sed misioneros valientes de la caridad cristiana y no os canséis de atestiguar la misericordia y la bondad de Dios, volviéndoos instrumentos de consuelo para muchas personas frágiles y desesperadas.
Tenéis frente a vosotros el ejemplo de muchos santos de la caridad, ya beatificados o canonizados, pero dejaos animar también “por los signos de santidad que el Señor nos presenta a través de los más humildes miembros de ese pueblo que participa también de la función profética de Cristo, difundiendo su testimonio vivo sobre todo con la vida de fe y caridad” (Exhort.ap. Gaudete et exsultate, 8). Vuestro apostolado constituye una ocasión y un instrumento para corresponder a la llamada a la santidad que el Señor hace a cada uno de nosotros. A través de las obras de caridad, permitís que la gracia recibida en el Bautismo fructifique en un camino de santidad, que es el fruto de la acción del Espíritu Santo en nuestra vida.
Os doy también las gracias por el Óbolo de San Pedro, que recogéis en todas las iglesias como signo de vuestra participación a la solicitud del Obispo de Roma por las pobrezas de esta ciudad. Que vuestra apreciada actividad caritativa esté siempre sostenida por la oración y por la referencia constante a la Palabra de Dios, luz que ilumina nuestro camino. Os encomiendo al igual que a vuestros familiares y vuestra misión a la protección de la Virgen Santa, la Salus Populi Romani, y a la intercesión de San Pedro y de San Pablo. Os pido que sigáis sosteniendo mi ministerio también con la oración y os bendigo de todo corazón.
Gracias.