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Audiencia a la delegación de la asociación “Logia” de Bélgica, 12.05.2018

Esta mañana, a las 11,20 en la  Sala del Consistorio del Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia a una delegación de la asociación  Logia procedente de Bélgica

Sigue el discurso que ha dirigido el Papa a los presentes en la audiencia.

Discurso del Santo Padre

Queridos amigos,

Os doy la bienvenida en ocasión de vuestra visita a Roma. Agradeciéndoos  vuestra presentación de la asociación Logia, me complace saludar cordialmente a todos sus miembros, así como a las personas que alcanzáis gracias a vuestras diferentes iniciativas.

Con vosotros doy las gracias al Señor que os ha permitido  “volver a la fuente y recuperar la frescura original del Evangelio” (Exhort.ap. Evangelii gaudium, 11) y que surja el proyecto Logia, nacido  en la parte flamenca de Bélgica. Dentro de una sociedad secularizada, donde algunos querrían relegar la religión a la intimidad secreta de las personas, el objetivo de vuestra asociación remarca que  “una auténtica fe [...] siempre implica un profundo deseo de cambiar el mundo, de transmitir valores, de dejar algo mejor detrás de nuestro paso por la tierra.” (véase, 183).

Así, con vuestra presencia en el corazón en el ámbito público y en los medios sociales, atestiguáis que la decisión de seguir a Cristo y de poner en práctica sus palabras jamás constituye una pérdida de humanidad sino que  favorece el desarrollo de nuestros talentos y de nuestra competencias de cara al bien de todos, al servicio de la edificación de una sociedad más justa, más fraternal, más humana según el corazón de Dios. Por esta razón os animo a destacar, mediante la participación al debate público, que el Evangelio es un camino de humanización  según la escuela de Jesús, nuestro Señor y nuestro Maestro, no como  enemigos que apuntan con el dedo y condenan, sino con genteliza y respeto (cfr 1 Pd 3, 16), sin cansaros de hacer el bien (cfr Gal 6,9).

Atestiguad, a través de vuestras múltiples iniciativas,  el deseo de la Iglesia de acompañar, junto con las diferentes fuerzas sociales,  “las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona humana y al bien común” (Evangelii gaudium, 241), apoyándoos en la gran riqueza de la tradición cristiana y en la Doctrina social de la Iglesia.

Preocupaos de manifestar, con las palabras y con las acciones, que la fe en Jesucristo nunca es sinónimo de cierre, porque  es un don de Dios ofrecido a todos los hombres como un camino que libera del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento y fuente de un gozo del que nadie nos puede privar (cfr Jn 15,11).

Para ello,  no tengáis miedo de pedir con insistencia, en vuestra oración y con vuestra participación a los sacramentos, la ayuda del Espíritu Santo para que os sea dado “un espíritu de santidad que impregne tanto la soledad como el servicio, tanto la intimidad como la tarea evangelizadora, de manera que cada instante sea expresión de amor entregado bajo la mirada del Señor” (Exhort. ap. Gaudete et exsultate, 31). En esta perspectiva, también os invito, por medio de vuestras reuniones mensuales, a desarrollar vínculos de fraternidad para que sea visible esta comunión de las diferencias, de la que el Espíritu Santo es el maestro, el director de obra, para que crezca, con vuestro testimonio de vida, una cultura del encuentro y del diálogo en medio de la sociedad. Impulsados por la gracia de Dios sacad a la luz esa santidad a la que el Señor nos llama, construyendo, con audacia y perseverancia, puentes entre los hombres, entre las generaciones, entre los diferentes ámbitos sociales y profesionales, y prestando particular atención a los pequeños, a los pobres y a todas las personas que, de una manera o de otra, son excluidas.

Con esta esperanza, y encomendándoos al Señor, por intercesión de la Virgen María, os imparto la bendición apostólica así como a todos los miembros de la asociación Logia.

Gracias