A los participantes en la conferencia “Deporte y fe” : Un deporte inclusivo y al alcance de todos, 05.10.2016
“El deporte es una actividad humana de gran valor, capaz de enriquecer la vida de las personas, de la que pueden disfrutar hombres y mujeres de todas las naciones, etnia y religión. Precisamente en estos últimos meses, hemos visto cómo los Juegos Olímpicos y Paralímpicos han sido el foco de atención de todo el mundo. El lema olímpico "Altius, Citius, Fortius" es una invitación a desarrollar los talentos que Dios nos ha dado…. Cuando es así, el deporte trasciende el ámbito de lo puramente físico y nos lleva al ámbito del espíritu y hasta del misterio. Y estos momentos se acompaña de una gran alegría y satisfacción, que todos podemos compartir, a pesar de no haber competido”
Han sido las palabras que el Papa Francisco ha dirigido esta tarde en el Aula Pablo VI a los siete mil participantes en la Conferencia Internacional “Deporte y fe” : El deporte al servicio de la humanidad”, que tiene lugar en el Vaticano del 5 al 7 de octubre, organizada el Pontificio Consejo de la Cultura y que cuenta con huéspedes de excelencia, entre ellos el Secretario general de Naciones Unidas Ban Ki-moon y el presidente del Comité Olímpico Internacional Thomas Bach, con quienes poco antes se había entrevistado el Santo Padre en una sala adyacente al Aula.
Francisco citó otra característica importante del deporte, la de no estar reservado a los atletas de altos resultados. “También hay un deporte amateur -dijo-que permite a todos mejorar la salud y el bienestar, aprender a trabajar en equipo, a saber ganar y también a saber perder. Por lo tanto…me alegro de que vuestra atención en estos días se centre en el compromiso de asegurar que el deporte sea cada vez más inclusivo y de que sus beneficios estén realmente al alcance de todos”.
En su discurso el Papa señaló también que nuestra tradiciones religiosas comparten el compromiso de garantizar el respeto de la dignidad de cada ser humano. “Por eso es importante saber que las instituciones deportivas de todo el mundo se han tomado muy en serio el valor de la inclusión. El movimiento paralímpico y otras asociaciones deportivas que ayudan a las personas con discapacidad, como Special Olimpics han jugado un papel decisivo para que el público reconociese y admirase los logros extraordinarios de los atletas con capacidades y habilidades diversas”.
“Pero en este momento –añadió- pienso en tantos niños y jóvenes que viven en los márgenes de la sociedad. Todos conocemos el entusiasmo de los niños que juegan con un balón desinflado o de trapo en los suburbios de algunas grandes ciudades o en las calles de los países pequeños. Me gustaría animar a todos - instituciones, clubes deportivos, organizaciones educativas y sociales, comunidades religiosas - a trabajar juntos para asegurar que estos niños tengan acceso al deporte en condiciones dignas, en especial los excluidos a causa de la pobreza. Me alegra saber que están presentes en la conferencia de los fundadores de la Homeless Cup y otras fundaciones que, a través del deporte, ofrecen a los más desfavorecidos la posibilidad de un desarrollo humano integral”.
El Papa no se olvidó de señalar una tarea y un reto para los representantes del deporte y de las empresas que patrocinan eventos deportivos. “El reto –destacó- es mantener la pureza del deporte, protegerlo contra la manipulación y la explotación comercial… En el deporte, como en la vida, es importante luchar por el resultado, pero jugar bien y con lealtad es todavía más importante. Por lo tanto, gracias a todos vosotros por los esfuerzos para erradicar cualquier forma de corrupción y manipulación. Sé que está en curso una campaña liderada por las Naciones Unidas para combatir el cáncer de la corrupción en todos los ámbitos de la sociedad. Cuando la gente lucha para crear una sociedad más justa y transparente, colabora con la obra de Dios. También nosotros, líderes de las diversas comunidades religiosas, queremos dar nuestra aportación a este compromiso. Por lo que se refiere a la Iglesia Católica, está comprometida en el mundo del deporte para llevar la alegría del Evangelio, el amor inclusivo e incondicional de Dios por todos los seres humanos”.
“Espero que estos días de encuentro y reflexión hagan posible apurar el bien que el deporte y la fe pueden aportar a nuestra sociedad”, concluyó el Santo Padre, encomendando a Dios su tarea y sus esperanzas.
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