El Santo Padre se ha trasladado a primera hora de esta mañana a Lagiewniki, un barrio al sur de Cracovia, conocido por la devoción a la Divina Misericordia y a la experiencia mística de santa Faustina Kowalska. Aquí se encuentra el convento donde vivió la religiosa y el santuario de la Divina Misericordia al que acuden cada año dos millones de peregrinos.
La Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia fue fundada en 1862 en Varsovia para ayudar a las mujeres necesitadas a instruirse y encontrar trabajo. Bajo el régimen comunista, entre 1969 y 1989 las monjas, a quienes fue confiscada la casa, se dedicaron al cuidado de los discapacitados. Hoy la institución funciona de nuevo con el nombre Centro Educativo Juvenil y acoge a jóvenes con dificultades que reciben enseñanza en un liceo y en dos escuelas profesionales.
Santa Faustina Kowalska (1905-1938) entró en esa congregación a los 20 años y estuvo en diversos conventos en Polonia. En el de Cracovia fue donde comenzaron sus experiencias místicas cuando el 22 de febrero de 1931 vio a Jesús, vestido de blanco con la mano derecha levantada en el acto de bendecir y la izquierda que tocaba la túnica sobre el pecho del que salían dos grandes rayos, uno blanco y otro rojo. Cristo dijo a sor Faustina: “Pinta un cuadro según el modelo que ves y escribe debajo: ‘Jesús, yo confío en ti’. Deseo que esta imagen se venere en vuestra capilla y después en todo el mundo". En 1934 sor Faustina encarga al pintor Eugenius Kazimierski que realice, siguiendo sus indicaciones, una imagen de la Misericordia de Dios y en sus últimos cuatro años de vida escribe en su diario todas las peticiones de Jesús para que el mundo reconozca la verdad bíblica sobre el amor misericordioso de Dios y se introduzcan nuevas formas de culto centradas en la Divina Misericordia. Tales formas de culto consisten en la veneración de la imagen de Cristo con la frase: “Jesús, confío en Ti”; en la institución de la jornada de la Divina Misericordia el primer domingo después de Pascua, el rezo de la oración conocida como “coronita” a la Divina Misericordia y la oración en la hora de la muerte de Jesús en la cruz, es decir a las 15.00, en la hora de la Misericordia, además de la divulgación del culto de la Misericordia.
El Santo Padre fue recibido al ingreso de la capilla del santuario por la Superiora General y la Superiora del convento de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia. Fuera lo esperaban unas 300 personas entre las cuales unas 80 jóvenes que estudian en el Centro. Entrando en el edificio el Papa bendijo un gran cuadro de la Divina Misericordia para recogerse después en oración en la capilla ante la tumba de santa Faustina y donde se custodian sus reliquias. El Papa firmó en el Libro de Honor con esta frase : “Misericordia quiero y no sacrificios”.
Después saludó desde la terraza a los miles de jóvenes reunidos en el “prado de las confesiones”, --donde se han instalado numerosos confesionarios disponibles durante toda la jornada de la JMJ- que separa el santuario de la Divina Misericordia del adyacente santuario de san Juan Pablo II, con estas palabras: “Buenos días a todos vosotros. Hoy el Señor quiere hacernos sentir todavía más profundamente su gran misericordia. No nos alejemos jamás de Jesús. Aunque pensemos que por nuestros pecados y nuestras faltas somos los peores, así nos prefiere él; así su misericordia se difunde. Aprovechemos este día para recibir todos la misericordia de Jesús. Recemos todos juntos a la Madre de la Misericordia. Ave María…”.
Tras bendecir a los presentes y pedirles por favor que rezasen por él, Francisco entró en el santuario de la Divina Misericordia por la puerta del mismo nombre donde confesó a ocho personas, cinco chicas, dos chicos y un sacerdote de habla italiana, española y francesa y tras venerar al Santísimo Sacramento recorrió en automóvil el kilómetro que lo separaba del santuario dedicado a san Juan Pablo II para celebrar la santa misa.