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En el hospital de Prokocim : Visitar a los enfermos es una opción de vida, 30.07.2016

Ayer tarde el Papa visitó el hospital pediátrico de Prokocim, el más grande del sur de Polonia, que cura cada año a 30.000 niños ingresados y a 200.000 en ambulatorio. En sus cincuenta años de vida el hospital ha curado a más de 900.000 pacientes y está en vanguardia en algunos campos como la separación de gemelos siameses, el tratamiento de las quemaduras y las enfermedades cardíacas de la infancia. San Juan Pablo II, de quien se conservan algunas reliquias en la capilla, visitó el hospital en 1991. La capellanía y la cura pastoral corre a cargo de los Padres Dehonianos.

Recibieron al Papa  la primera ministra polaca y el director del centro. Esperaban al Pontífice 50 niños enfermos con sus padres, ante los que pronunció las siguientes  palabras:

“No podía faltar, en esta mi visita a Cracovia, el encuentro con los pequeños ingresados en este hospital. Os saludo a todos y agradezco de corazón a lal Primera Ministra las amables palabras que me ha dirigido. Me gustaría poder estar un poco cerca de cada niño enfermo, junto a su cama, abrazarlos uno a uno, escuchar por un momento a cada uno de vosotros y juntos guardar silencio ante las preguntas para las que no existen respuestas inmediatas. Y rezar.

El Evangelio nos muestra en repetidas ocasiones al Señor Jesús que encuentra a enfermos, los acoge, y también que va con gusto a encontrarlos. Él siempre se fija en ellos, los mira como una madre mira al hijo que no está bien, siente vibrar dentro de ella la compasión.

Cómo quisiera que, como cristianos, fuésemos capaces de estar al lado de los enfermos como Jesús, con el silencio, con una caricia, con la oración. Nuestra sociedad, por desgracia, está contaminada por la cultura del «descarte», que es lo contrario de la cultura de la acogida. Y las víctimas de la cultura del descarte son precisamente las personas más débiles, más frágiles; esto es una crueldad. Sin embargo es hermoso ver que, en este hospital, los más pequeños y necesitados son acogidos y cuidados. Gracias por este signo de amor que nos ofrecéis. Esto es el signo de la verdadera civilización, humana y cristiana: poner en el centro de la atención social y política las personas más desfavorecidas.

A veces, las familias se encuentran solas para hacerse cargo de ellos. ¿Qué hacer? Desde este lugar, donde se ve el amor concreto, diría: multipliquemos las obras de la cultura de la acogida, obras animadas por el amor cristiano, el amor a Jesús crucificado, a la carne de Cristo. Servir con amor y ternura a las personas que necesitan ayuda nos hace crecer a todos en humanidad; y nos abre el camino a la vida eterna: quien practica las obras de misericordia, no tiene miedo de la muerte.

Animo a todos los que han hecho de la invitación evangélica a «visitar a los enfermos» una opción personal de vida: médicos, enfermeros, todos los trabajadores de la salud, así como los capellanes y voluntarios. Que el Señor os ayude a realizar bien vuestro trabajo, en este como en cualquier otro hospital del mundo. No quisiera olvidar aquí el trabajo de las religiosas, tantas religiosas, que entregan la vida en los hospitales. Que el Señor recompense dándoos paz interior y un corazón siempre capaz de ternura.

Gracias a todos por este encuentro. Os llevo conmigo en el afecto y la oración. Y también vosotros, por favor, no os olvidéis de rezar por mí”.

Después, Francisco regaló al hospital un cuadro del artista Piero Casentini, titulado “Ante la puerta” en el que San Pedro hace frente a la multitud de enfermos que quieren entrar en una casa en la que se entrevé Cristo. A continuación se dirigió al departamento de emergencias, para visitar a los nilos allí ingresados y concluyó su visita rezando en la capilla de esa institución.