Ciudad del Vaticano, 9 de mayo de 2016 .-El cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado, se encuentra en Lituania, como legado pontificio del Santo Padre, para asistir al Congreso Nacional de la Misericordia que se celebra en su capital, Vilnius. El pasado sábado, el purpurado celebró la santa misa en la Colina de las Cruces, un lugar de gran significado simbólico, muy amado por la población y declarado por san Juan Pablo II durante su peregrinación a Lituania en 1993, lugar de esperanza, paz, amor y sacrificio.
Ayer domingo, el cardenal celebró la eucaristía en la catedral de los santos Estanislao y Ladislao y durante la homilía recordó que el mensaje de la misericordia de Dios estaba particularmente asociado a Vilnius debido a la presencia del venrable icono del siglo XVII de la Madre de la Misericordia y porque fue allí en 1934, donde el artista Eugeniusz Kazimirowski a instancias de santa Faustina Kowalska y de su director espiritual el P. Michal Sopocko, pintó por primera vez la imagen de la Divina Misericordia.
El Secretario de Estado afirmó también que el Congreso Nacional en curso no debía considerarse como un evento aislado, sino como un estímulo para todas las comunidades locales de abrazar el mensaje de la misericordia divina y de llevar a cabo iniciativas que continuarán en el futuro y por lo tanto se convertirán en resultados concretos y duraderos de este año jubilar.
“El don de la misericordia de Dios -observó- es también un don para ser compartido con otros. Hemos recibido el perdón de Dios; nosotros también debemos perdonar. Todos los días rezamos: "Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden." Debemos llegar a ser agentes del perdón y la reconciliación. En este sentido -prosiguió-recuerdo las palabras de Juan Pablo II al clero de Lituania durante su encuentro aquí en la Catedral en 1993. Después de reconocer los sufrimientos de la comunidad católica en las décadas anteriores, instó a los sacerdotes, en particular, a ser buenos samaritanos para con sus hermanos y hermanas que habían soportado la carga de un pasado dominado por la sospecha y la delación y el peso de los largos años de silencio de Dios... El Papa Francisco también evoca el ejemplo del Buen Samaritano, que nos impulsa a practicar las obras corporales y espirituales de misericordia, que son los signos de la vida cristiana y su llamada se dirige no sólo a los individuos, sino también a las comunidades, incluida la comunidad internacional. Todos estamos llamados a superar la cultura de la indiferencia que cierra nuestros ojos, oídos y corazones a las necesidades de nuestro vecinos ... .No permitamos que este Año Jubilar extraordinario pase sin hacernos con su mensaje central y ponerlo en práctica. Abramos nuestro corazón a la misericordia de Dios y busquemos su perdón. Seamos promotores del perdón y la reconciliación en nuestras casas, escuelas, lugares de trabajo y comunidades”.
Hoy, el cardenal Parolin ha dado una conferencia a los estudiantes de Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas de la Universidad de Vilnius, titulada “La diplomacia de la Santa Sede al Servicio de la Paz”, en la Iglesia de san Juan Bautista y san Juan Apóstol.
“La Santa Sede, junto con la comunidad internacional, considera que las organizaciones multilaterales internacionales y regionales creadas tras la Segunda Guerra Mundial tienen un papel esencial que desempeñar en la promoción de la paz -ha afirmado- Por esa razón, movida por su interés en las grandes cuestiones que afectan a la entera humanidad y deseando ofrecer su contribución particular, la Santa Sede ha estado involucrada con estas organizaciones, prácticamente desde el principio. La Santa Sede ha actuado en esos organismos para la promoción de la paz y la búsqueda de las condiciones necesarias para garantizar una verdadera paz duradera, tales como el respeto de los derechos humanos, incluido el derecho a la vida y el derecho a la libertad de conciencia y de religión, el derecho humanitario, la protección del medio ambiente, el desarme, la atención adecuada a los migrantes y refugiados, el desarrollo humano integral, la suficiente disponibilidad de agua y alimentos, la salud y la educación adecuadas”.
“Obviamente con respecto a estas cuestiones, la contribución de la Santa Sede no es de tipo técnico, político o comercial. -ha subrayado- Al contrario, su enfoque parte de un punto de vista moral y espiritual que ofrece perspectivas y profundizaciones, que de otro modo no siempre se pueden escuchar o tener en cuenta, con la esperanza de superar las posiciones inadecuadas o parciales a fin de promover el auténtico bien de todos. En su Exhortación apostólica Evangelii Gaudium, Francisco explica este enfoque: “En el diálogo con el Estado y con la sociedad, la Iglesia no tiene soluciones para todas las cuestiones particulares. Pero junto con las diversas fuerzas sociales, acompaña las propuestas que mejor respondan a la dignidad de la persona humana y al bien común. Al hacerlo, siempre propone con claridad los valores fundamentales de la existencia humana, para transmitir convicciones que luego puedan traducirse en acciones políticas."
“En conclusión, un enfoque basado en la misericordia, como el adoptado por Francisco y activamente promovido por la Santa Sede, tiene mucho que ofrecer a la diplomacia internacional en su búsqueda de la paz. Evitar juicios simplistas ante la complejidad de los conflictos y el cultivo de una cierta flexibilidad en la construcción de puentes permite la formación de una mentalidad que puede conducir a resultados positivos. Los mismos viajes del Papa a los lugares donde la gente sufre y donde las heridas son más dolorosas, durante los cuales emplea muy bien la elocuencia de las palabras y los gestos, son de por sí, un poderoso mensaje de misericordia y una importante contribución a la paz. A fin de cuentas, la misericordia puede llegar al corazón de todos, no sólo a los creyentes, y la política y la diplomacia de nuestros días, deben empaparse de la convicción de que la misericordia es capaz de superar todas las situaciones de miseria humana”, ha reiterado el cardenal al final de su discurso.