Esta mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia a las delegación del Consejo Metodista Mundial.
Publicamos a continuación el saludo que el Papa dirigió a los presentes en la audiencia:
Saludo del Santo Padre
Querida hermana, queridos hermanos, ¡bienvenidos!
Es para mí una alegría saludar a la obispa Debra Wallace-Padgett y al Reverendo Reynaldo Ferreira Leão-Neto. Les deseo todo lo mejor al comenzar su servicio como presidenta y secretaria general del Consejo Metodista Mundial.
Durante mucho tiempo, entre metodistas y católicos, hemos sido extraños los unos para los otros e incluso sospechosos. Hoy, sin embargo, podemos dar gracias a Dios porque, desde casi sesenta años, progresamos juntos en el conocimiento, la comprensión y sobre todo, el amor mutuo. Esto nos ayuda a profundizar la comunión entre nosotros.
Abrirnos, abrirnos los unos a los otros nos ha acercado, haciéndonos descubrir que la pacificación es una tarea del corazón: es una tarea del corazón más que de la mente. Cuando el Corazón del Señor Jesús toca nuestros corazones, nos transforma. Así es como nuestras comunidades podrán unir sus diferentes inteligencias y voluntades para dejarse guiar por el Espíritu como hermanos. Es un camino que lleva tiempo, pero debemos continuar por esta senda, siempre orientados hacia el Corazón de Cristo, porque es de ese Corazón de donde aprendemos a relacionarnos bien los unos con los otros y a servir al Reino de Dios (cf. Enc. Lett. Dilexit nos, 28).
El año que viene, los cristianos de todo el mundo celebraremos mil setecientos años desde el primer Concilio ecuménico, el Concilio de Nicea. Este aniversario nos recuerda que profesamos la misma fe y, por tanto, tenemos la misma responsabilidad de ofrecer signos de esperanza que den testimonio de la presencia de Dios en el mundo. Es «una invitación a todas las Iglesias y comunidades eclesiales a seguir avanzando en el camino hacia la unidad visible, a no cansarse de buscar formas adecuadas para corresponder plenamente a la oración de Jesús: “Que todos sean uno”» (Spes non confundit, 17). Me recuerda algo que solía decir el gran Zizioulas, aquel obispo ortodoxo, que ya sabía la fecha de la unidad: ¡sería el día después del Juicio Final! Pero mientras tanto, debemos caminar juntos, como hermanos, rezar juntos, hacer caridad juntos y avanzar juntos en el diálogo. ¡Este Zizioulas estuvo genial!
Doy las gracias a los pastores y teólogos que prestaron sus servicios en la Comisión Mixta Internacional para el Diálogo entre el Consejo Metodista Mundial y la Iglesia Católica, y animo a los miembros actuales a continuar en el mismo empeño.
A ustedes, querida hermana y queridos hermanos, gracias de corazón por esta visita. Permanezcamos unidos en la oración. ¡Feliz Navidad!