Esta mañana, en el Palacio Apostólico Vaticano, el Santo Padre Francisco recibió en audiencia a los representantes de la comunidad filipina en España.
Publicamos a continuación el saludo que el Papa dirigió a los presentes durante la audiencia:
Saludo del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Estoy contento de recibirlos hoy aquí.
Ustedes han querido llamar a su misión en Madrid: “Tahanan”; una hermosa palabra que podemos traducir por hogar. Y es verdad, la Iglesia allí donde andamos, para nosotros siempre es un hogar, un hogar cálido, acogedor, y hoy la casa de Pedro es para ustedes como un hogar también. ¡Bienvenidos!
He visto que en Madrid tienen su sede en la parroquia de Nuestra Señora del Espino. Y esto me ha hecho pensar en tantas personas migrantes que lejos de encontrar ese hogar cálido y acogedor, más bien se topan con infinidad de dificultades e incomprensiones que se alzan como un espino contra ellos. Sobre estas espinas nuestra bendita Madre se nos presenta, para que no perdamos la esperanza, y seamos capaces de enfrentar los problemas, confiados en su protección y amparo.
El motivo de esta visita es el 25 aniversario de la erección canónica de la parroquia personal de la Inmaculada Concepción y San Lorenzo Ruiz, en Barcelona. San Lorenzo es una figura hermosa, pues por un lado nos habla de integración de culturas. Su familia, como la del Cardenal Tagle, tenía ascendencia china y filipina y, junto a la española que le dio la fe, creaban un excelente mestizaje. Por otro lado, tuvo que abandonar su tierra debido a la injusticia, en su caso una difamación, como muchas personas que todavía hoy se ven obligadas a emigrar para salvar sus vidas o buscar un futuro mejor. Finalmente, al llegar a la tierra que debería haberle acogido, Dios le pidió testimoniar su fe con la prueba más grande de amor, entregar su vida.
Queridas hermanas, queridos hermanos, imitémoslos, ambos tuvieron que dejar su tierra, pero ambos lo hicieron abrazados a Jesús. Confiados en Jesús, ambos afrontaron dificultades sin perder jamás la esperanza y ambos son ejemplo de una vida entregada a servir a Dios en el hermano. De esta forma podremos nosotros construir nuestro “tahanan”, ese hogar acogedor y cálido que, como una Madre, debe ser nuestra Iglesia. Que el Niño Dios los bendiga y la Virgen Santa los cuide.
Y de ustedes guardo dos recuerdos lindos de mi visita a vuestra tierra: los siete millones en la misa de Manila, y después la Misa en Tacloban. Con la lluvia y los vientos, me recuerdo que tuvimos que salir corriendo porque venía un vendaval y de lo contrario no podíamos despegar.
Los filipinos son hombres de fe, mujeres de fe. Acá en el Vaticano trabajan algunos de ustedes y es genial, es genial la fe que tienen y el testimonio que dan. Sigan dando testimonio en esta sociedad que se hizo demasiado rica, demasiado competente, demasiado autosuficiente. Gracias por lo que hacen.
Ahora les doy la bendición.