Audiencia a las participantes en el 21º Capítulo General de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, 11.10.2021
El Santo Padre Francisco ha recibido esta mañana en audiencia en el Palacio Apostólico Vaticano a las participantes en el 21º Capítulo General de las Hermanas de la Caridad de Santa Juana Antida Thouret, que se celebra en Roma del 25 de septiembre al 15 de octubre de 2021.
Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a las presentes en el encuentro:
Discurso del Santo Padre
Queridas hermanas
Os doy la bienvenida con motivo de vuestro 21º Capítulo General, que por fin habéis podido celebrar. Agradezco a la recién elegida Superiora General su saludo: le deseo , así como al nuevo Consejo un servicio sereno y fructífero. Y me uno a su agradecimiento a la Superiora y a las consejeras salientes.
La propia hermana Nunzia, cuando escribió para solicitar una audiencia, señaló la coincidencia de vuestro Capítulo con la apertura del Sínodo. Escribía: "Estaremos en comunión con toda la Iglesia y con Usted". Me gustaría hablar por un momento de esto. En primer lugar, os agradezco vuestras oraciones, con las que acompañáis el inicio del camino sinodal. Pero también quiero aprovechar esta coincidencia para señalar que el compromiso que asumimos como Iglesia de crecer en sinodalidad es también un fuerte estímulo para los Institutos de Vida Consagrada. En particular, vosotras las consagradas sois una presencia insustituible en la gran comunidad en camino que es la Iglesia. Viene a la mente la imagen de Jesús recorriendo los caminos de Galilea, Samaria y Judea: con Él están sus discípulos, y entre ellos muchas mujeres; de algunas conocemos incluso el nombre (cf. Lc 8,1-3). Me gustó lo que dijo la anterior Superiora General: "Vuelvo al camino": es hermoso, con la gente. Me gusta pensar que vosotras, las mujeres consagradas, sois una prolongación de esa presencia femenina que caminaba con Jesús y con los Doce, compartiendo la misión y aportando su contribución peculiar.
Y vosotras, Hermanas de la Caridad, ¿de qué manera específica participáis en este camino? ¿Cuál es vuestra aportación original? Os dejo con estas preguntas, que naturalmente no tienen respuestas prefabricadas. Y las respuestas que no están preconfeccionadas son las mejores. Pero me parece que el tema de vuestro capítulo contiene una respuesta. El tema es, en efecto, el siguiente: Recomenzar de Betania, con la solicitud de Marta y la escucha de María.
Mientras tanto, aquí tenemos de nuevo la presencia de dos mujeres, Marta y María, con sus nombres y sus rostros. Dos discípulas que tuvieron un lugar muy importante en la vida de Jesús y de los Doce, como podemos ver en los Evangelios. Esto confirma que, ante todo, como mujeres y como bautizadas, es decir, discípulas de Jesús, sois una presencia viva en la Iglesia, que participa en la comunión y en la misión. Nunca debemos olvidar lo que está en la raíz: el bautismo. Porque aquí está la raíz de todo. De esta raíz Dios ha hecho crecer en vosotras la planta de la vida consagrada, según el carisma de Santa Juana Antida.
Pero el tema de vuestro Capítulo dice más, con esas dos palabras: "solicitud" y "escucha". Estoy seguro de que si realmente lográis vivir la solicitud y la escucha, siguiendo el ejemplo de las santas hermanas Marta y María de Betania, seguiréis aportando vuestra valiosa contribución al camino de toda la Iglesia. En particular, la solicitud por los pobres y la escucha de los pobres. Aquí sois maestras. Sois maestras no con las palabras, sino con los hechos, con la historia de tantas hermanas vuestras que han dado su vida por esto, en la solicitud y la escucha de los ancianos, de los enfermos, de los marginados; cerca de los pequeños, hasta el final con la ternura y la compasión de Dios. Esto edifica a la Iglesia, la hace caminar por el camino de Cristo, que es el camino de la caridad. He dicho que el vuestro es un testimonio de estar cerca de los últimos, con ternura y compasión. El estilo de Dios es éste: cercanía, ternura y compasión. Dios siempre hace así. En la medida en que hagamos lo mismo, nos pareceremos más a ser pastores como Dios. No lo olvidéis: siempre cercanía, siempre compasión y siempre ternura.
Por ello, queridas hermanas, os doy las gracias de todo corazón en nombre de toda la Iglesia. Que la Virgen Madre y Santa Juana Antida os protejan siempre. Os bendigo, así como a todas vuestras hermanas en el mundo. Y vosotras, por favor, seguid rezando por mí, lo necesito. Gracias.
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