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Audiencia a los miembros del grupo de trabajo conjunto ortodoxo-católico "San Ireneo", 07.10.2021


Publicamos a continuación el discurso que el Santo Padre Francisco ha dirigido a los miembros del Grupo de Trabajo Conjunto Ortodoxo-Católico "San Ireneo", recibidos en audiencia esta mañana en el Palacio Apostólico Vaticano:

Discurso del Santo Padre

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

Os doy una alegre bienvenida a Roma, donde por primera vez os reunís para vuestra sesión anual. Estoy agradecido por el trabajo teológico que estáis haciendo al servicio de la comunión entre católicos y ortodoxos. Agradezco al Cardenal Koch sus palabras de presentación. Me llamó la atención lo que dijo sobre vuestra tarea específica: buscar juntos formas en las que las diferentes tradiciones puedan enriquecerse mutuamente sin perder su identidad. Es interesante lo que usted ha dicho sobre la interpretación como Gegensätze: me ha gustado, gracias. Es bueno cultivar una unidad enriquecida por las diferencias, que no ceda a la tentación de una uniformidad homologadora: esto es siempre malo, no es del espíritu bueno. Animados por este espíritu, dialogais para comprender cómo los aspectos contrastantes presentes en nuestras tradiciones, más que alimentar oposiciones, pueden convertirse en legítimas oportunidades para expresar la fe apostólica común.

También me gusta vuestro nombre: no una comisión o un comité, sino un "grupo de trabajo": un grupo que reúne, en diálogo fraternal y paciente, a expertos de varias Iglesias y de diferentes países, deseosos de rezar y estudiar juntos la unidad. Vuestro patrón, San Ireneo de Lyon, al que con gusto declararé en breve Doctor de la Iglesia con el título de Doctor unitatis,  venía de Oriente y ejerció su ministerio episcopal en Occidente, fue un gran puente espiritual y teológico entre los cristianos de Oriente y Occidente. Su nombre, Ireneo, lleva la impronta de la palabra paz. Sabemos que la paz del Señor no es una paz "negociada", fruto de acuerdos para proteger intereses, sino una paz que reconcilia, que restablece la unidad. Esta es la paz de Jesús. Cristo -escribe el apóstol Pablo- es "nuestra paz, [...] el que de los dos pueblos hizo uno, derribando el muro que los separaba, la enemistad"(Ef 2,14). Queridos amigos, con la ayuda de Dios también vosotros estáis trabajando para derribar los muros de separación y construir puentes de comunión.

Os doy las gracias por ello y, en particular, por el estudio que acabáis de publicar, titulado Servir a la comunión. Repensar la relación entre primado y sinodalidad. Gracias a la paciencia constructiva del diálogo, especialmente con las Iglesias ortodoxas, comprendemos mejor que primado y sinodalidad en la Iglesia no son dos principios contrapuestos que hay que mantener en equilibrio, sino dos realidades que se constituyen y apoyan mutuamente al servicio de la comunión. Así como el primado presupone el ejercicio de la sinodalidad, la sinodalidad incluye el ejercicio del primado. Es interesante, desde este punto de vista, lo que ha escrito la Comisión Teológica Internacional, explicando que la sinodalidad en la Iglesia católica, en sentido amplio, puede entenderse como la articulación de tres dimensiones: "'todos', 'algunos' y 'uno'". En efecto, "la sinodalidad implica el ejercicio del sensus fidei de la universitas fidelium (todos), el ministerio de guía del colegio de los obispos, cada uno con su presbiterio (algunos), y el ministerio de la unidad del obispo y del papa (uno)" (La sinodalidad en la vida y en la misión de la Iglesia, 2018, nº 64).

En tal visión, el ministerio primacial es intrínseco a la dinámica sinodal, así como lo son el aspecto comunitario que incluye a todo el Pueblo de Dios y la dimensión colegial relacionada con el ejercicio del ministerio episcopal. Por lo tanto, un enfoque fructífero del primado en los diálogos teológicos y ecuménicos no puede por menos que basarse en una reflexión sobre la sinodalidad: no hay otro camino. De hecho, he expresado repetidamente mi convicción de que "en una Iglesia sinodal, también el ejercicio del primado petrino podrá recibir mayor luz" (Discurso en el 50º aniversario de la constitución del Sínodo de los Obispos, 17 de octubre de 2015). Confío en que, con la ayuda de Dios, el camino sinodal que se inaugurará dentro de unos días en todas las diócesis católicas sea una oportunidad para profundizar también en este importante aspecto junto a otros cristianos.

Queridos hermanos y hermanas, os agradezco su visita y os deseo una fecunda sesión de trabajo en Roma, en el Instituto de Estudios Ecuménicos del Angelicum. Encomendando mi ministerio a vuestras oraciones, invoco sobre vosotros la bendición del Señor y la protección de la Santa Madre de Dios. Y ahora, si os parece, podemos rezar juntos el Padrenuestro cada uno en su propia lengua.

[Padre nuestro]