Esta
mañana, en el Aula Pablo VI, el Santo Padre Francisco ha recibido en
audiencia a los dirigentes y agentes de la Inspección de Seguridad
Pública del Vaticano, con motivo del 75º aniversario de su
institución.
Publicamos
el discurso que les ha dirigido el Papa durante la audiencia:
Discurso
del Santo Padre
¡Queridos
hermanos y hermanas!
Me
alegra encontrarme con la gran familia de la Inspección de Seguridad
Pública "Vaticano", que conmemora el 75º aniversario de
su institución. Os saludo a todos con afecto: dirigentes,
funcionarios, agentes, con vuestros familiares. Dirijo un pensamiento
deferente a la Señora Ministra del Interior, a quien agradezco sus
palabras, así como al Jefe de Policía. Y también quiero daros las
gracias a vosotros, porque ha sido lindo para mí entrar en la sala
con la nostalgia del otoño de Buenos Aires ( se refiere a una
pieza musica tocada por la banda de la Policía) .Gracias.
Al
conmemorar la fundación de esta Inspección es natural dar gracias
al Señor por los setenta y cinco años de historia y por el trabajo
de tantos hombres y mujeres de la Policía Estatal Italiana. En la
estela del profundo vínculo que existe entre la Santa Sede e Italia,
han llevado a cabo, con competencia y pasión, una misión que tiene
su origen en los Pactos Lateranenses de 1929. En efecto, esos
acuerdos, al sancionar el nacimiento del Estado de la Ciudad del
Vaticano, preveían un régimen peculiar para la Plaza de San Pedro,
con libre acceso para los peregrinos y turistas y bajo la supervisión
de las autoridades italianas.
Mirando
hacia atrás, se puede ver cómo el origen de la Inspección de
Seguridad Pública "Vaticano" se sitúa en un contexto de
precariedad y emergencia nacional, cuando las fuerzas políticas y
sociales estaban comprometidas en el restablecimiento de la
democracia. En marzo de 1945 se concretó el proyecto de dar
autonomía y configuración jurídica a este servicio de policía. El
Ministerio del Interior, dirigido por el propio presidente del
Consejo de Ministros, Ivanoe Bonomi, instituyó la Oficina Especial
de Seguridad Pública "San Pedro".
De
esta manera, el servicio que las fuerzas policiales llevaban a cabo
desde hacía tiempo en la Plaza de San Pedro y en las zonas
limítrofes del Vaticano se fortaleció y se hizo más efectivo. La
ocupación de Roma por las tropas alemanas en 1943 había creado no
pocas dificultades y preocupaciones: se había planteado el problema
del respeto por parte de los soldados alemanes de la neutralidad y la
soberanía de la Ciudad del Vaticano, así como de la persona del
Papa. Durante nueve meses, la frontera entre el Estado Italiano y la
Ciudad del Vaticano, trazada en el suelo de la Plaza de San Pedro,
había sido un lugar de tensión y miedo. Los fieles no podían
acceder fácilmente a la basílica para rezar, de ahí que muchos
desistieran.
Finalmente,
el 4 de junio de 1944 Roma fue liberada, pero la guerra dejó
profundas heridas en las conciencias, escombros en las calles,
pobreza y sufrimiento en las familias. El fruto de la guerra es este.
Los romanos, y los peregrinos que podían llegar a la capital,
acudían cada vez más numerosos a San Pedro, también para expresar
su gratitud al Papa Pío XII, proclamado "defensor
Civitatis". La nueva Oficina de la Policía del Estado en el
Vaticano pudo así responder adecuadamente a las nuevas necesidades y
prestar un importante servicio tanto a Italia como a la Santa Sede.
Desde
el día de la institución de esa Oficina, que poco a poco fue
tomando otros nombres hasta el actual, se desplegó un camino bajo el
signo de la fructífera colaboración entre Italia y la Santa Sede,
y entre la Inspección y los organismos vaticanos responsables del
orden público y la seguridad del Papa. Aunque hayan cambiado los
escenarios nacionales e internacionales y los requisitos de
seguridad, no ha cambiado el espíritu con el que los hombres y
mujeres de la Inspección han llevado a cabo su apreciada tarea.
Queridos
funcionarios y agentes, muchas gracias por vuestro valioso servicio,
caracterizado por la diligencia, el profesionalismo y el espíritu de
sacrificio. Admiro, sobre todo, vuestra paciencia para tratar con
gente de diferentes orígenes y culturas y, -me atrevo a decir-,
para tratar con los sacerdotes. Mi gratitud también se extiende a
vuestro compromiso de acompañarme cuando me desplazo por Roma y
cuando visito diócesis o comunidades en Italia. Una tarea difícil,
que requiere discreción y equilibrio, para que los itinerarios del
Papa no pierdan su carácter específico de encuentro con el Pueblo
de Dios. Por todo esto, una vez más os estoy agradecido.
Que
la Inspección de Seguridad Pública "Vaticano" continúe
operando de acuerdo a su luminosa historia, sabiendo sacar nuevos y
abundantes frutos de ella. Estoy seguro de que trabajar en este lugar
sea para vosotros un recordatorio constante de los más altos
valores: los valores humanos y espirituales que requieren ser
acogidos y atestiguados cada día. Espero que vuestro trabajo,
cumplido no pocas veces con sacrificio y riesgo, esté animado por
una viva fe cristiana: es el tesoro espiritual más precioso que
vuestras familias os han confiado y que estáis llamados a transmitir
a vuestros hijos.
Que
el Señor os recompense como sólo Él sabe hacer. Que vuestro patrón
San Miguel Arcángel os proteja y que la Virgen Santa vele por
vosotros y vuestras familias. Y que también os acompañe mi
bendición. Y por favor no os olvidéis de rezar por mí. Gracias