Esta mañana, el Santo Padre Francisco ha recibido en audiencia, en el Palacio Apostólico Vaticano, a las delegaciones de las regiones italianas del Trentino y del Véneto que han regalado el árbol de Navidad y el belén de la Plaza de San Pedro.
Publicamos a continuación el discurso que el Papa ha dirigido a los presentes durante la audiencia.
Discurso del Santo Padre
Queridos hermanos y hermanas:
Me alegra recibiros el día en que se presentan el belén y el árbol de Navidad, en la Plaza de San Pedro, unidos por el recuerdo común de la tormenta del otoño pasado que devastó muchas zonas de las tres provincias vénetas. Os saludo a todos, empezando por mis hermanos obispos, a quienes agradezco sus palabras. Expreso mi profunda gratitud a las autoridades civiles, que han sostenido el regalo de estos dos símbolos religiosos navideños. Expresan el afecto de los pueblos de las provincias de Trento, Vicenza y Treviso, en particular de algunas localidades situadas en los territorios de las diócesis de Trento, Padua y Vittorio Véneto.
El encuentro de hoy me brinda la oportunidad de renovar mi aliento a vuestras poblaciones, que el año pasado sufrieron una catástrofe natural devastadora, que destruyó bosques enteros. Son acontecimientos que nos asustan, son señales de alerta que nos envía la creación, y que nos piden que tomemos decisiones efectivas de inmediato para salvaguardar nuestra casa común.
Esta noche se encenderán las luces que adornan el árbol. Permanecerá junto al pesebre hasta el final de las fiestas navideñas, y ambos serán admirados por numerosos peregrinos de todo el mundo. Gracias, queridos amigos, por estos dones, y también por los árboles más pequeños destinados a otros lugares del Vaticano. Me ha gustado mucho saber que para sustituir las plantas removidas, se replantarán 40 abetos que reintegrarán los bosques gravemente perjudicados por la tormenta de 2018. El abeto rojo que habéis regalado representa un signo de esperanza, especialmente de vuestros bosques, para que se limpien lo antes posible y comenzar así el trabajo de reforestación.
El belén, hecho casi en su totalidad de madera y compuesto de elementos arquitectónicos característicos de la tradición de Trento, ayudará a los visitantes a saborear la riqueza espiritual de la natividad del Señor. Los troncos de madera, procedentes de las zonas afectadas por las tormentas, que sirven de telón de fondo al paisaje, subrayan la precariedad en la que se encontraba la Sagrada Familia esa noche en Belén. El belén artístico de Conegliano, situado en el Aula Pablo VI, nos ayudará también a contemplar la humilde gruta donde nació el Salvador.
Como sabéis, hace unos días estuve en Greccio para visitar el lugar donde San Francisco hizo el primer belén. Desde allí publiqué una Carta sobre el belén que es un signo simple y hermoso de nuestra fe y no debe perderse , al contrario, es bello que se transmita de padres a hijos, de abuelos a nietos. Es una manera auténtica de comunicar el Evangelio, en un mundo que a veces parece tener miedo de recordar lo que realmente es la Navidad, y borra los signos cristianos para conservar sólo los de un imaginario banal, comercial.
Queridos amigos, os deseo de todo corazón así como a vuestros conciudadanos y a todos los habitantes de vuestras regiones, que paséis la natividad del Señor con serenidad y fraternidad. ¡Qué la Virgen María, que acogió al Hijo de Dios en la debilidad de la naturaleza humana, nos ayude a contemplarlo en el rostro de los que sufren, y que nos sostenga en nuestro compromiso de ser solidarios con las personas más débiles y frágiles! Os bendigo de corazón y los pido por favor que recéis por mí. ¡Gracias!