El Santo Padre envío ayer, en la apertura de los trabajos, un mensaje a los participantes en la conferencia internacional “La actualidad de un compromiso nuevo”, organizada en Caltagirone, Catania del 14 al 16 de junio con motivo del centenario del llamamiento de Don Luigi Sturzo “A todos los hombres libres y fuertes”.

Natural de Caltagirone, Sicilia, Luigi Sturzo (1871-1959) fue un sacerdote y político italiano, secretario general de Acción Católica, muy interesado por la participación y la aportación de los católicos a la política y creador junto con Alcide de Gasperi del Partido Popular italiano, cuna de la Democracia Cristiana. En 2017 se cerró la fase diocesana de su causa de beatificación.

En su mensaje el Papa escribe que “este centenario nos brinda la oportunidad de reflexionar sobre la concepción cristiana de la vida social y sobre la caridad en la vida pública de acuerdo con el pensamiento, la vida y las obras del Siervo de Dios Don Luigi Sturzo. Para el sacerdote de Caltagirone, la tarea de informar cristianamente la vida social y política corresponde sobre todo a los laicos cristianos que, a través de su propio compromiso y en la libertad que tienen en este campo, llevan a cabo las enseñanzas sociales de la Iglesia, desarrollando una síntesis creativa entre la fe y la historia que encuentra su punto de apoyo en el amor natural vivificado por la gracia divina”.

Don Sturzo “de una manera muy original, trató de lograr una "ortopraxis" cristiana de la política, basada en una relación correcta entre la ética y la vida teológica, entre la dimensión espiritual y la dimensión social”….Su enseñanza y su testimonio de fe no deben olvidarse, especialmente en un momento en que la política debe tener amplias miras para enfrentar la grave crisis antropológica. Por lo tanto, hay que recordar  los puntos centrales de la antropología social de Sturzo  : la primacía de la persona sobre la sociedad, de la sociedad sobre el Estado y de la moralidad sobre la política; la centralidad de la familia, la defensa de la propiedad con su función social como requisito de libertad; la importancia del trabajo como derecho y deber de todo hombre; la construcción de una paz justa a través de la creación de una verdadera comunidad internacional. Estos valores se basan en el supuesto de que el cristianismo es un mensaje de salvación que se encarna en la historia, que se dirige a todo el hombre y debe influir positivamente tanto en la vida moral privada como en la pública”.

“Cien años después del Apelo "A todos los hombres libres y fuertes", -termina el Pontífice- la Conferencia celebrada en Caltagirone insta a un compromiso creativo y responsable de los cristianos, llamados a interpretar los signos de los tiempos a la luz del Evangelio, a realizar una praxis social y política animada por la fe y vivida como un requisito intrínseco de la caridad".