El Santo Padre ha recibido esta mañana en audiencia a la Asociación de la Prensa Extranjera en Italia. Alrededor de cuatrocientos profesionales de los medios de comunicación, a quienes el Papa aseguró en primer lugar la admiración por su trabajo y la estima de la Iglesia “ incluso –dijo-cuando ponéis el dedo en la llaga, y tal vez la llaga está en la comunidad eclesial. El vuestro es un trabajo precioso porque contribuye a la búsqueda de la verdad, y solo la verdad nos hace libres”.
“El vuestro -prosiguió el Pontífice- es un rol indispensable, y esto también os da una gran responsabilidad: os pide una atención particular a las palabras que usáis en vuestros artículos, a las imágenes que transmitís en vuestros reportajes, a todo lo que compartís en las redes sociales. Por eso, hoy os renuevo una exhortación que se aplica a todos en la era digital: como dijo Benedicto XVI, a veces "los medios de comunicación tienden a hacernos sentir" espectadores ", como si el mal fuera solamente cosa de otros y algunas cosas nunca pudieran pasarnos a nosotros. En cambio, todos somos "actores" y, tanto en el mal como en el bien, nuestro comportamiento influye en los demás”. Por lo tanto, os insto a trabajar de acuerdo con la verdad y la justicia, para que la comunicación sea realmente una herramienta para construir, no para destruir; para encontrarse, no para enfrentarse; para dialogar, no para monologar; para orientar, no para desorientar; para entenderse, no para malinterpretarse; para caminar en paz, no para sembrar odio; para dar voz a los que no tienen voz, no para ser el megáfono de los que gritan más fuerte”.
La Asociación de la Prensa tiene su sede en la romana Via dell’Umiltá (Calle de la Humildad) y el Papa aprovechó esa coincidencia para recordar a los periodistas que “en una época en que muchos tienden a juzgar todo y a todos, la humildad también ayuda al periodista a no ser dominado por la prisa, a tratar de detenerse, a encontrar el tiempo necesario para comprender. La humildad nos acerca a la realidad y a los demás con una actitud de comprensión. El periodista humilde trata de conocer correctamente los hechos en su totalidad antes de contarlos y comentarlos”.
Después se refirió al lenguaje, en especial al de las redes sociales, que en ocasiones puede ser “violento y despectivo, con palabras que lastiman y algunas veces destruyen a las personas”. “Se trata, en cambio,-observó- de calibrar el lenguaje y, como decía vuestro patrón, San Francisco de Sales… en usar la palabra como el cirujano usa el bisturí. En una época de demasiadas palabras hostiles, donde el hablar mal de los demás se ha convertido para muchos en una costumbre, junto con la de clasificar a las personas, siempre se debe recordar que toda persona tiene una dignidad intangible, que nunca se le puede arrebatar Cuando muchos difunden fake news, la humildad os impide mercadear el alimento podrido de la información errónea y os invita a ofrecer el buen pan de la verdad.
También hizo hincapié en la libertad de prensa y de expresión a las que definió “un indicador importante del estado de salud de un país”. “No olvidemos que una de las primeras medidas de las dictaduras es eliminar la libertad de prensa o "disfrazarla", no dejar libre a la prensa”, En cambio “necesitamos un periodismo libre, al servicio de lo verdadero, de lo bueno, de lo correcto, un periodismo que ayude a construir la cultura del encuentro. Necesitamos periodistas que estén del lado de las víctimas, del lado de los perseguidos, del lado de los excluidos, de los rechazados, de los discriminados. Necesitamos que vosotros y vuestro trabajo nos ayuden a no olvidar tantas situaciones de sufrimiento, que a menudo no están bajo los reflectores, o lo están por un momento y luego regresan a la oscuridad de la indiferencia”.
“Me viene al corazón y a la memoria una pregunta que uno de vosotros me hizo hace poco –reveló- "¿Qué piensa de las guerras olvidadas?" ¿Pero qué guerras olvidadas ? Esas guerras que aún continúan, pero que las personas olvidan, porque no son de actualidad en los periódicos, en los medios de comunicación. Tened cuidado: no olvidéis la realidad, porque la exclusiva ha pasado. No, la realidad continúa.
“Por eso quiero agradeceros lo que hacéis. Porque nos ayudáis a no olvidar las vidas que son asfixiadas antes de que nazcan; las que apenas nacidas, se apagan por el hambre, la carestía, la falta de atención, de las guerras; las vidas de los niños soldados, las vidas de los niños violados. Nos ayudáis a no olvidar a tantas mujeres y hombres perseguidos por su fe o su origen étnico. Me hago una pregunta: ¿Quién habla hoy de los Rohingya? ¿Quién habla de los Yazidíes ? Se olvidan y continúan sufriendo. Nos ayudáis a no olvidar que el que se ve obligado – por las catástrofes, las guerras, el terrorismo, el hambre, la sed- a abandonar su tierra no es un número, sino un rostro una historia, un deseo de felicidad”. El Santo Padre exhortó también a no olvidar “este Mediterráneo que se está transformando en un cementerio”.
Por último, invitó a los presentes a “tratar de contar lo bueno, aunque más a menudo el mal sea lo que hace noticia. Por favor, -exclamó- seguid contando también esa parte de la realidad que gracias a Dios sigue siendo la más extendida: la realidad de quienes no se dan por vencidos ante la indiferencia, a los que no huyen ante la injusticia, sino que construyen pacientemente en silencio. Hay un océano de bien sumergido que merece ser conocido y que fortalece nuestra esperanza”.