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Los ciudadanos de segunda clase son los que descartan a la gente, dice el Papa a las comunidades de romaníes y sintis , 09.05.2019

Alrededor de quinientas personas, entre romanís y sintis, han participado esta mañana en el Vaticano en un encuentro de oración presidido por el Santo Padre y organizado por la Fundación Migrantes de la Conferencia Episcopal Italiana.  En el encuentro  estaban también presentes los trabajadores pastorales, acompañados por el presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, el cardenal Gualtiero Bassetti, el Prefecto del Dicasterio para el  Servicio del Desarrollo Humano Integral, el Cardenal Peter Kodwo Appiah Turkson, el Vicario del Santo Padre para la Diócesis de Roma,  cardenal Angelo De Donatis y el Presidente de la Comisión de la Conferencia Episcopal Italiana para las Migraciones y de la Fundación Migrantes, S.E Mons. Guerino Di Tora.

Durante el encuentro varios representantes de romanís y sintis hablaron ante el Papa de sus experiencias de vida y rezaron juntos.

En este contexto, la Fundación Migrantes  ha invitado, además a los ciudadanos de Roma a acudir esta tarde a un encuentro en el popular Santuario del Divino Amor, donde entre fiesta, arte, cultura y música podrán conocer mejor a los romanís y sintis que viven en Italia.

En su breve discurso el Papa dijo que las cosas que había escuchado, le habían llegado al corazón y habló en primer lugar de las palabras de una madre que "leía" y "veía” la esperanza en los ojos de sus hijos.

“La esperanza puede defraudar si no es verdadera esperanza, pero cuando la esperanza es concreta, como en este caso, en los ojos de los niños, ¡nunca defrauda! –exclamó Francisco-  Cuando la esperanza es concreta, en el verdadero Dios, nunca defrauda. Las madres que leen la esperanza en los ojos de sus hijos luchan cada día por lo concreto, no por las cosas abstractas, no: crían a un niño, lo alimentan, lo educan, lo insertan en la sociedad ... Son cosas concretas. E incluso las madres, me atrevo a decir, son la esperanza. Una mujer que da a luz a un niño es esperanza, siembra esperanza, es capaz de abrir el camino, de crear horizontes, de dar esperanza”.

Otro elemento común en los testimonios fue  el dolor amargo de la separación. “Algo que se siente en la piel .Te dejan aparte, te dicen: "Sí, sí, pasa, pero quédate ahí, no me toques", prosiguió el Santo Padre, comentando el relato de un sacerdote romaní  al que preguntaban en el seminario si iba a pedir limosna “La sociedad vive de fábulas.. –observó- ”No ,Padre...¡es gente pecadora! ..". Y tú, ¿no eres pecador?” Todos los somos, todos.  Todos cometemos errores en la vida, pero no puedo lavarme las manos, mirando los pecados verdaderos o falsos de los demás. Tengo que mirar mis pecados, y si el otro está en pecado, o toma un camino equivocado,  me acerco y le doy la mano para ayudarlo a salir”.

“Algo que me enfada –continuó el Pontífice- es que estamos acostumbrados a hablar de las personas con adjetivos. No decimos: "Esta es una persona, esta es una madre, este es un joven sacerdote", sino "Este es así o así ...". Ponemos el adjetivo. Y esto destruye, porque no deja emerger a la persona. Esta es una persona, esta es otra persona, esta es otra persona. Los niños son personas. Todos. No podemos decir: son así, son feos, son buenos, son malos. El adjetivo es una de las cosas que crea distancias entre la mente y el corazón…Este es el problema de hoy. Si me decís que es un problema político, un problema social, un problema cultural, un problema de lenguaje: son todas cosas secundarias. El problema es un problema de distancia entre la mente y el corazón. Es un problema de distancia. "Sí, sí, eres una persona, pero lejos de mí, lejos de mi corazón".  Los derechos sociales,  los servicios de salud: "Sí, sí, pero haga la  cola ... No, primero esto, luego esto". Es cierto que hay ciudadanos de segunda clase, es cierto. Pero los verdaderos ciudadanos de segunda clase son aquellos que descartan a la gente: estos son de segunda clase, porque no saben cómo abrazar. Siempre con el adjetivo echan, descartan y viven descartando, viven con la escoba en la mano echando  a los demás, o chismorreando, o haciendo otras cosas. En cambio, el verdadero camino es el de la hermandad: "Ven, luego hablamos, pero ven la puerta está abierta". Y todos tenemos que colaborar”.

El Papa advirtió a los romanís y sintis de que, como todos,  podían correr un peligro: “Todos tenemos siempre un peligro: una debilidad, digamos,  la debilidad de dejar que crezca el rencor. Por supuesto, es humano. Pero os pido, por favor, el corazón todavía  más grande: nada de rencor. Y seguir adelante con dignidad: la dignidad de la familia, la dignidad del trabajo, la dignidad de ganarse el pan de cada día, -es lo que hace salir adelante- y la dignidad de la oración. Siempre mirando hacia adelante. Y cuando llegue el rencor, dejadlo caer, la historia os hará justicia. Porque el rencor enferma todo: enferma el corazón, la cabeza. Enferma a la familia, y no es bueno, porque el rencor lleva a la venganza.. Pero la venganza creo que no la habéis inventado vosotros. En Italia hay organizaciones que son maestras de la venganza. Me entendéis, ¿no? Un grupo de personas que son capaces de crear venganza, de vivir en secretismo : este es un grupo de gente delincuente; no las personas que quieren trabajar”.

“Vosotros vais adelante con dignidad, con trabajo ... Y cuando os encontréis con dificultades, mirad hacia arriba y os daréis cuenta de  que desde allí nos miran…Hay Uno que te mira primero, que te ama, Uno que tuvo que vivir al margen, ya de niño, para salvarse la vida, escondido, prófugo. Uno que sufrió por ti, que dio su vida en la cruz. Es Uno,…que te estás buscando para consolarte y animarte a seguir adelante. Por eso os digo: nada de distancias; a vosotros y a todos: la mente con el corazón. Nada de adjetivos, no: todos personas, cada uno se merecerá el suyo, pero no los adjetivos generales, según la vida que haces.. Hemos oído un nombre hermoso, que incluye a las madres; es un nombre hermoso: "mamá".

"Muchas gracias –terminó el Santo Padre- rezo por vosotros estoy cerca de vosotros. Y cuando leo algo malo en el periódico, os digo la verdad, sufro. Hoy he leído algo malo y sufro, porque esto no es civilización, no es civilización. El amor es civilización, por lo tanto, adelante con el amor.

"El Señor os bendiga. ¡Y rezad por mí!"