“La industria minera para el bien común” es el título del encuentro organizado por el Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral en el que participan tanto representantes de las comunidades mineras como de la industria junto con exponentes de diversos credos. Un encuentro que el Papa, en la audiencia que les ha concedido hoy, ha calificado como ecuménico, ya que invita a pensar y a actuar como miembros de una casa común (oecumene).
Una casa común que se haya en condiciones precarias, dijo el Santo Padre, debido principalmente a un modelo económico que se ha seguido durante demasiado tiempo. “Es un modelo voraz, orientado a la ganancia, con un horizonte limitado y basado en la ilusión de un crecimiento económico ilimitado –subrayó- Aunque a menudo vemos su impacto desastroso en el mundo natural y en la vida de las personas, todavía nos resistimos al cambio (…)Necesitamos un cambio de paradigma en todas nuestras actividades económicas, incluida la minería”.
Después, abordó tres aspectos de esa actividad, vinculados con el título del encuentro. “En primer lugar “la minería, como cualquier actividad económica, tendría que estar al servicio de toda la comunidad humana… Este es un pilar de la enseñanza social de la Iglesia. Desde esta perspectiva, la participación de las comunidades locales es importante en cada fase de los proyectos mineros. Siempre es necesario alcanzar consensos entre los distintos actores sociales, que pueden aportar diferentes perspectivas, soluciones y alternativas. Pero en la mesa de discusión deben tener un lugar privilegiado los habitantes locales, quienes se preguntan por lo que quieren para ellos y para sus hijos, y pueden considerar los fines que trascienden el interés económico inmediato”.
En este sentido se refirió al próximo Sínodo sobre Amazonía para enfatizar que es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales. “Estas comunidades vulnerables tienen mucho que enseñarnos. Para ellos, la tierra no es un bien económico, sino don de Dios y de los antepasados que descansan en ella, un espacio sagrado con el cual necesitan interactuar para sostener su identidad y sus valores (…) Sin embargo, en diversas partes del mundo, son objeto de presiones para que abandonen sus tierras a fin de dejarlas libres para proyectos extractivos y agropecuarios que no prestan atención a la degradación de la naturaleza y de la cultura”.
En segundo lugar, “la minería debe estar al servicio de la persona humana y no al revés (…) La atención a la protección y el bienestar de las personas involucradas en las operaciones mineras, así como el respeto por los derechos humanos fundamentales de los miembros de las comunidades locales y aquellos que defienden sus causas, no son principios negociables”.
Por último, el Papa hizo hincapié en la necesidad de fomentar el desarrollo de una economía circular, especialmente en el ámbito de las actividades mineras, citando al respecto de la actividad extractiva el Documento del Celam “Discípulos misioneros custodios de la casa común”, publicado en Bogotá (Colombia) en enero de 2018, que dice: Por “extractivismo” entendemos una desaforada tendencia del sistema económico por convertir en capital los bienes de la naturaleza. La acción de “extraer”, la mayor cantidad de materiales en el menor tiempo posible, para convertirlos en materias primas e insumos que la industria utilizará, se transformarán en productos y servicios que otros comercializarán, la sociedad consumirá y luego la misma naturaleza recibirá en forma de desechos contaminantes, es el circuito consumista que se está generando cada vez con mayor celeridad y riesgo”.
“Debemos denunciar y evitar esta cultura del descarte –recalcó- El sistema industrial, al final del ciclo de producción y de consumo, no ha desarrollado la capacidad de absorber y reutilizar residuos y desechos. Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de producción que asegure recursos para todos y para las generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar. La promoción de una economía circular y el enfoque de "reducir, reutilizar, reciclar" también están en gran medida en consonancia con el consumo sostenible y los modelos de producción promovidos en el 12º Objetivo de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas. Además, las tradiciones religiosas siempre han presentado la sobriedad como un componente clave de un estilo de vida ético y responsable”.
Haciendo de nuevo suyas las palabras de los obispos latinoamericanos, el Papa deseó a los participantes en el encuentro que pudieran “analizar, interpretar, discernir lo que conviene o no de las actividades extractivas en los territorios y así, proponer, planificar, actuar para transformar nuestro propio estilo de vida, incidir en las políticas minero – energéticas de estados y gobiernos, y en las políticas y estrategias de las empresas dedicadas al extractivismo, con miras a alcanzar el bien común y un auténtico desarrollo humano, sostenible e integral”.
“Vuestra reunión –terminó- es importante porque estáis tratando cuestiones que conciernen el futuro de nuestra casa común y el futuro de nuestros hijos y de las generaciones futuras (…)Somos nosotros los primeros interesados en dejar un planeta habitable para la humanidad que nos sucederá. Es un drama para nosotros mismos, porque esto pone en crisis el sentido del propio paso por esta tierra. ¡No perdáis nunca de vista este gran horizonte!”.