Publicamos a continuación el mensaje que el Santo Padre Francisco ha enviado a los participantes en el encuentro organizado por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica con motivo de la Jornada Pro Orantibus, que se celebra hoy en la Pontificia Universidad Lateranense y en la basílica papal de San Juan de Letrán:
Mensaje del Santo Padre
¡Queridos hermanos y hermanas!
En la fiesta litúrgica de la Presentación de María, hoy celebramos, en su 65ª edición, la Jornada Pro Orantibus. Este año, la Jornada, celebrada en la Pontificia Universidad Lateranense y en la basílica papal de San Juan de Letrán, está dedicada a la presentación de dos documentos que se relacionan directamente con la vida contemplativa femenina: la Constitución Apostólica Vultum Dei quaerere y la Instrucción aplicativa Cor orans.
En esta ocasión, me es grato saludar a todos vosotros que participáis en la Jornada. En vosotros saludo a todos los religiosos y religiosas que siguen a Cristo en la vida contemplativa, buscando el rostro de Dios y participan en la misión de la Iglesia, siendo en ella el corazón orante.
Gracias por haber respondido a la invitación para participar en este encuentro y en esta celebración que en su momento os dirigieron, con mi aliento, el Cardenal Prefecto y el Arzobispo Secretario. Y también doy las gracias al Secretariado Pro Monialibus, que prepara este Jornada con gran detalle y se ocupa de las hermanas con necesidades especiales en la Villa de la Meditación y ayuda a los monasterios en dificultades.
Aprovechando esta Jornada, deseo manifestaros, una vez más, el gran aprecio de la Iglesia por vuestra forma de vida. ¿Qué sería de la Iglesia sin la vida contemplativa? ¿Qué sería de los miembros más débiles de la Iglesia que encuentran en vosotros un apoyo para continuar el camino? ¿Qué sería de la Iglesia y del mundo sin los faros que señalan el puerto a los que se han perdido en alta mar, sin las antorchas que iluminan la noche oscura que estamos atravesando, sin los centinelas que anuncian el nuevo día cuando todavía es de noche? Gracias, hermanas y hermanos contemplativos, porque vosotros sois todo esto para el mundo: apoyo para los débiles, faros, antorchas y centinelas (cf. Const. Ap. Vultum Dei quaerere, I, 6). Gracias por enriquecernos con tantos frutos de santidad, de misericordia y de gracia (cf. ibíd., I, 5).
Con toda la Iglesia, yo también rezo para que "el Señor realice en vuestros corazones su obra y os transforme enteramente en él, que es el fin último de la vida contemplativa;[86] y que vuestras comunidades o fraternidades sean verdaderas escuelas de contemplación y oración... El mundo y la Iglesia os necesitan, [...]. Que sea esta vuestra profecía "(ibíd., I, 36).
En esta circunstancia, os invito a tomar en serio el desafío de la formación, que, como bien sabéis, consiste en " un itinerario de progresiva asimilación de los sentimientos de Cristo hacia el Padre. " (San Juan Pablo II, Exhortación Apostólica Vita Consecrata, 65). Por este motivo, ya que claramente la formación dura toda la vida, también es necesario aceptar con responsabilidad que la formación es un proceso lento, por lo que es importante no tener prisa. En este contexto, también os recuerdo la importancia del discernimiento y del acompañamiento espiritual y vocacional de los candidatos, sin dejarse nunca llevar por ansiedad de los números y de la eficiencia (véase CIVCSVA, Ripartire da Cristo, 19 de mayo de 2002, 18), así como la formación de las formadoras y de las hermanas llamadas a prestar el servicio de autoridad.
Para que vuestra vida contemplativa sea significativa para la Iglesia y para el mundo de hoy, es necesario apuntar a una formación adecuada a las necesidades del momento presente: una formación integral, personalizada y bien acompañada. Tal formación nutrirá y defenderá vuestra fidelidad creativa al carisma recibido, tanto de cada una de las hermanas como de toda la comunidad.
Queridos hermanos y hermanas, esta Jornada transcurrida en fraternidad lleve luz y vida a vuestras comunidades; la Virgen María, modelo de contemplación, os enseñe a buscar constantemente el rostro de Dios y a permanecer fieles a vuestra misión de ser corazón orante de la Iglesia. Os imparto con afecto mi bendición apostólica y os pido, por favor, que recéis por mí.
Del Vaticano, 21 de noviembre de 2018.
Memoria de la Presentación de la B.V. María
Jornada Pro Orantibus