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Las palabras del Papa en la oración del ángelus, 17.12.2017

A las 12,00 el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana de su  estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el ángelus con  los fieles y peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro.

En este  III domingo  de Adviento (Domingo de Gaudete), estaban presentes los niños del Centro Oratorios Romanos, de las  parroquias y de familias de Roma para la bendición de los “bambinelli” (la figurita del Niño Jesús que se pone en el portal de Belén).  


Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana

Antes  del ángelus

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

En los últimos domingos, la liturgia ha subrayado  lo que significa estar en actitud vigilante y lo que implica concretamente preparar el camino del Señor. En este tercer domingo de Adviento, llamado  "Domingo de la Alegría", la liturgia nos invita a comprender el espíritu con el que todo esto tiene lugar, es decir, precisamente, la alegría. San Pablo nos invita a preparar la venida del Señor asumiendo  tres actitudes: la alegría constante, la oración perseverante y la acción de gracias continúa. Alegría constante, oración perseverante y  acción de gracias continúa..

La primera actitud, alegría constante «Estad siempre alegres » (1 Ts 5,16), dice San Pablo. Es decir, permaneced siempre en la alegría, incluso cuando las cosas no van según nuestros deseos; pero existe esa alegría profunda, que es la paz: ella  también es alegría, está dentro. Y la paz es una alegría "a nivel del suelo", pero es una alegría. Ansiedades, dificultades y sufrimientos atraviesan la vida de cada uno, todos las conocemos; y muchas veces la realidad que nos rodea parece ser inhóspita y árida, similar a la del desierto en el que sonó la voz de Juan el Bautista, como recuerda  el Evangelio de hoy (cf. Jn 1,23). Pero las palabras del Bautista revelan que nuestra alegría se basa en una certeza, que este desierto está habitado: "Entre vosotros - dice – hay uno que no conocéis " (v 26).. Se Trata de Jesús, el Enviado por el Padre Se trata de Jesús, el enviado por el Padre que viene, como subraya Isaías, “a dar la buena noticia a los que sufren, para vendar los corazones desgarrados, para proclamar la amnistía a los cautivos, y a los prisioneros la libertad, para proclamar el año de gracia del Señor” (61,1-2)  (61,1-2). Estas palabras que Jesús hará suyas en el discurso de la sinagoga de Nazaret (cfr Lc 4,16-19), aclaran que su misión en el mundo consiste en la liberación del pecado y de las esclavitudes personales y sociales que produce. Él vino a la tierra para devolver  a los hombres la dignidad  y la libertad de los hijos de Dios, que sólo Él puede comunicar y dar la alegría por ello.

La alegría que caracteriza a la espera del Mesías se basa en la oración perseverante: esta es la segunda actitud. San Pablo dice: "rezad ininterrumpidamente" (1 Tesalonicenses 5:17 ). A través de la oración, podemos entrar en una relación estable con Dios, que es la fuente de la verdadera alegría La alegría del cristiano no se comprar, no se puede comprar; procede de  la fe y del encuentro con Jesucristo, la razón de nuestra felicidad. Y cuanto más estamos arraigados en Cristo,  cuanto más estamos cerca de Jesús, más encontramos la serenidad interior, incluso en medio de las contradicciones diarias. Por eso el cristiano, que  ha  encontrado a Jesús, no puede ser un profeta de desventuras, sino un testigo y un heraldo de la alegría. Una alegría para compartir con los demás;. una alegría contagiosa que hace que el camino de la vida sea menos fatigoso.


La tercera actitud indicada  por Pablo es la acción de gracias continua, es decir, el amor reconocido a Dios. Porque él es muy generoso con nosotros, y nosotros estamos invitados  a reconocer siempre sus beneficios, su amor misericordioso, su paciencia y su bondad, viviendo así en una acción de gracias incesante.


Alegría, oración y gratitud son tres actitudes que nos preparan para vivir la Navidad de una manera auténtica. Alegría, oración y gratitud. Digamos todos juntos: alegría, oración y gratitud [la gente en la Plaza repite] ¡Otra vez! [Repiten]. En este último tramo del tiempo de Adviento, nos confiamos a la intercesión materna de la Virgen María. Ella es "la causa de nuestra alegría", no sólo porque engendró a  Jesús, sino porque nos lo recuerda constantemente.

Después del Ángelus

Queridos hermanos y hermanas:

[los chicos y chicas de  Roma cantan “Cumpleaños feliz ”] ¡Muchas gracias, muchas gracias!

Me uno de corazón al llamamiento de los obispos de Nigeria para la liberación de las seis Hermanas del Corazón Eucarístico de Cristo, secuestradas hace aproximadamente un mes de su convento en Iguoriakhi. Rezo con insistencia por ellas y por todas las otras personas que se encuentran en esta dolorosa condición: que puedan, en ocasión de la Navidad, regresar finalmente a sus hogares. Recemos por ellas: Dios te salve María...

Os saludo a todos: familias, grupos parroquiales, asociaciones,  que habéis venido a Roma desde Italia y desde tantas partes del mundo. En particular saludo al grupo  “Lobitos” de Portugal y al de los peregrinos bolivianos. Saludo a los fieles de Salamanca y de Pernumia (Padua).

Y ahora saludo con afecto a los niños que han venido para la bendición de los "bambinelli"  organizada por el Centro Oratorios Romanos. Es muy bonito lo que leo desde aquí : “El Oratorio es precisamente para cada uno de nosotros, siempre hay un lugar para ti”, dice la pancarta. ¡Siempre hay un lugar para ti! ” Cuando recéis en casa, ante el Belén, con vuestros familiares, dejad que os atraiga la ternura del Niño Jesús, nacido pobre y frágil en medio de nosotros, para darnos su amor. Esta es la verdadera Navidad. Si quitamos a Jesús ¿Qué queda de la Navidad? Una fiesta vacía. ¡No quitéis a Jesús de la Navidad! Jesús es el centro de la Navidad. Jesús es la verdadera Navidad. ¿Entendido?.

Por eso os deseo a todos un buen domingo y un buen camino hacia la Navidad de Jesús. Por favor, no os olvidéis  de rezar por mí. Buen almuerzo y hasta pronto.