Hoy, V domingo de Pascua, a las 12 el Santo Padre Francisco se ha asomado a la ventana de su estudio en el Palacio Apostólico Vaticano para rezar el Regina Coeli con los fieles y peregrinos reunidos en la Plaza de San Pedro.
Estas han sido las palabras del Papa antes de la oración mariana
Antes del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Ayer tarde regresé de la peregrinación a Fátima: ¡saludemos a la Virgen de Fátima! Y nuestra oración mariana de hoy adquiere un significado particular, cargado de memoria y de profecía para quien mira la historia con los ojos de la fe. En Fátima me sumí en la oración del santo Pueblo fiel, oración que allí fluye desde hace cien años como un río, para implorar la protección maternal de María sobre el mundo entero. Doy gracias al Señor que me ha concedido ir a los pies de la Virgen Madre como peregrino de esperanza y de paz. Y doy las gracias de corazón a los obispos, al obispo de Leiría en Fátima, a las autoridades del Estado, al Presidente de la República, y a todos aquellos que han ofrecido su colaboración.
Desde el inicio, cuando en la Capilla de las Apariciones permanecí por largo tiempo en silencio, acompañado por el silencio orante de todos los peregrinos, se creó un clima de recogimiento y contemplación, en el cual se desarrollaron los varios momentos de oración. Y en el centro de todo estuvo y está el Señor Resucitado, presente en medio de su Pueblo en la Palabra y en la Eucaristía. Presente en medio de los tantos enfermos, que son protagonistas de la vida litúrgica y pastoral de Fátima, como de cada santuario mariano.
En Fátima la Virgen eligió el corazón inocente y la sencillez de los pequeños Francisco, Jacinta y Lucía, como depositarios de su mensaje. Estos niños lo acogieron dignamente, tanto que fueron reconocidos como testigos fiables de las apariciones, transformándose en modelos de vida cristiana. Con la canonización de Francisco y Jacinta, he querido proponer a toda la Iglesia su ejemplo de adhesión a Cristo y el testimonio evangélico. Y también he querido e proponer a toda la Iglesia que cuide a los niños. Su santidad no es consecuencia de las apariciones sino de la fidelidad y del ardor con el que correspondieron al privilegio recibido de poder ver a la Virgen María. Después del encuentro con la “bella Señora” – así la llamaban – rezaban frecuentemente el Rosario, hacían penitencia y ofrecían sacrificios para obtener el final de la guerra y por las almas más necesitadas de la divina misericordia.
Y también hoy hay tanta necesidad de oración y de penitencia para implorar la gracia de la conversión, para implorar el final de tantas guerras que están por todas partes en el mundo y que se extienden cada vez más, como también el final de los absurdos conflictos: grandes y pequeños que desfiguran el rostro de la humanidad.
Dejémonos guiar por la luz que viene de Fátima. ¡Que el Corazón Inmaculado de María sea siempre nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduce a Cristo!
Después del Regina Coeli
Queridos hermanos y hermanas,
Confío a María, Reina de la paz, las suertes de las poblaciones afligidas por guerras y conflictos, en particular en Oriente Medio. Tantas personas inocentes se ven sometidas a dursa pruebas, ya sean cristianas que musulmanas, como también pertenecientes a minorías como los yazidíes, que sufren trágicas violencias y discriminaciones. A mi solidaridad se acompaña el recuerdo en la oración, mientras agradezco a cuantos se esfuerzan por las necesidades humanitarias. Aliento a las diversas comunidades a recorrer el camino del diálogo y de la amistad social para construir un futuro de respeto, de seguridad y de paz, lejos de todo tipo de guerra.
Ayer en Dublín fue proclamado Beato el sacerdote jesuita John Sullivan.Vivido en Irlanda entre el ochocientos y el novecientos, dedicó la vida a la enseñanza y a la formación espiritual de los jóvenes, y era muy amado y requerido como padre por los pobres y los que sufrían. Demos gracias a Dios por su testimonio.
Saludo a todos vosotros , fieles de Roma y peregrinos de Italia y de varios países. En particular a los fieles de Ivrea, Salerno, Valmontone y Rimini; a los alumnos de Potenza y de Mozzo (Bérgamo). Saludo a los participantes a la iniciativa denominada “Cochecitos vacíos” y al grupo de las mamás de Bordighera: el futuro de nuestras sociedades requiere de parte de todos, especialmente de las instituciones, una atención concreta por la vida y la maternidad. Y este llamamiento es particularmente significativo hoy mientras se celebra, en tantos países, el Día de la madre. Recordemos con gratitud y afecto a todas las mamás, incluso a nuestras mamás en el Cielo, confiándolas a María, la mamá de Jesús. Y ahora os hago una propuesta: permanezcamos algunos instantes en silencio, cada uno rezando por la propia mamá.
A todos os deseo un feliz domingo. Por favor, no os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo y hasta pronto!