La Congregación para la Educación Católica (de los Institutos de Estudios) ha celebrado recientemente su asamblea plenaria y el Papa Francisco ha recibido hoy en la Sala Clementina a sus participantes, entre los cuales los miembros de la Fundación Gravissimum Educationis, instituida hace poco para relanzar el contenido de la declaración conciliar del mismo nombre.
La asamblea ha hecho un balance de los últimos tres años y trazado las directrices para el futuro, reflexionando sobre diferentes temas como la formación inicial y permanente de los profesores y directivos, la contribución insustituible de las congregaciones religiosas, el apoyo que puede venir de las Iglesias particulares y organizaciones del sector etc.. Buena parte del trabajo se ha dedicado a las universidades eclesiásticas y católicas para la actualización de la Constitución Apostólica Sapientia christiana; a la promoción de los estudios de Derecho Canónico en relación con la reforma del proceso de nulidad matrimonial, a la pastoral universitaria…
“Las Universidades son un ámbito privilegiado para pensar y desarrollar el empeño evangelizador….y “las escuelas católicas.. constituyen un aporte muy valioso a la evangelización de la cultura, aun en los países y ciudades donde una situación adversa nos estimule a usar nuestra creatividad para encontrar los caminos adecuados”, dijo el Santo Padre citando su Exhortación apostólica Evangelii gaudium para indicar a continuación a los presentes algunas de sus expectativas en este ámbito.
“En primer lugar, frente a un individualismo intrusivo, que hace humanamente pobre y culturalmente estéril, es necesario humanizar la educación –subrayó- …Gravissimum educationis recuerda que la educación está al servicio de un humanismo integral y que la Iglesia, como madre, educadora, siempre mira siempre a las generaciones más jóvenes en la perspectiva de "la formación de la persona humana en orden a su fin último y al bien de las varias sociedades, de las que el hombre es miembro y de cuyas responsabilidades deberá tomar parte una vez llegado a la madurez."(n. 1).
Otra expectativa es “hacer crecer la cultura del diálogo. “Nuestro mundo se ha convertido en una aldea global con múltiples procesos de interacción, donde cada persona pertenece a la humanidad y comparte la esperanza de un futuro mejor con toda la familia de las naciones. Al mismo tiempo, por desgracia, hay muchas formas de violencia, pobreza, explotación, discriminación, marginación, enfoques restrictivos de las libertades fundamentales que crean una cultura del descarte. En este contexto, las instituciones educativas católicas están llamadas en primera línea a practicar la gramática del diálogo que forma el encuentro y a la valorización de la diversidad cultural y religiosa… En un sentido más específico –observó- escuelas y universidades están llamadas a enseñar un método de diálogo intelectual dirigido a la búsqueda de la verdad. Santo Tomás ha sido y sigue siendo un maestro de este método, que consiste en tomar en serio a la otra persona, al interlocutor , procurando llegar al fondo de sus razones, de sus objeciones, para responder de una manera no superficial, sino adecuada. Sólo así se avanza realmente juntos en el conocimiento de la verdad.”
La contribución de la educación a sembrar esperanza fue la última expectativa de la que habló el Pontífice. “El hombre no puede vivir sin esperanza y la educación genera esperanza. De hecho, la educación es un dar a luz, es un crecer, se coloca en la dinámica de dar vida. Y la vida que nace es la fuente por excelencia de la esperanza…. Estoy convencido de que los jóvenes de hoy necesitan sobre todo esta vida que construye el futuro. Por lo tanto, el verdadero educador es como un padre y una madre que transmite una vida capaz de futuro… Para tener este pulso hace falta oír a los jóvenes: la labor de oreja.. ¡Oír a los jóvenes.!..La educación, además, tiene en común con la esperanza la misma "materia" del riesgo. La esperanza no es un optimismo superficial, ni tampoco la capacidad de mirar las cosas con benevolencia, sino ante todo es saber arriesgarse de la manera correcta, igual que la educación”.
“Queridos hermanos y hermanas, las escuelas y universidades católicas dan una gran contribución a la misión de la Iglesia cuando están al servicio del crecimiento en humanidad, en el diálogo y en la esperanza”, concluyó.