El Santo Padre ha recibido esta mañana en la Sala de los Papas a los miembros de la Liga Antidifamación (ADL en inglés) la organización judía con sede en Estados Unidos, cuyo objetivo es “mediante apelación a la razón y la conciencia y si es necesario a la ley, detener la difamación del Pueblo judío”. Fundada en 1913, a lo largo de su historia la Liga se ha caracterizado también por la protección de los derechos civiles, incluidos los de inmigrantes o refugiados, a través de la información, la educación y la promoción de la tolerancia.
En el discurso que les dirigió, Francisco recordó que san Juan Pablo II y Benedicto XVI habían recibido a delegaciones de la Liga que mantiene relaciones con la Santa Sede desde los tiempos del Concilio Vaticano II y manifestó su agradecimiento por que los contactos se habían intensificado, dando así prueba “no solo del compromiso común sino de la fuerza benéfica de la reconciliación, que cura y transforma las relaciones. ..Si la cultura del encuentro y la reconciliación genera vida y produce esperanza, la no-cultura del odio siembra muerte y cosecha desesperación”.
El Papa habló entonces de su visita el año pasado al campo de exterminio de Auschwitz-Birkenau. “No hay palabras y pensamientos adecuados frente a tales horrores de la crueldad y del pecado –dijo- ;está la oración para que Dios tenga misericordia y para qué esas tragedias no se repitan. Por eso seguimos ayudándonos unos a otros, como deseaba san Juan Pablo II, para permitir “a la memoria cumplir su papel necesario en el proceso de construcción de un futuro en el que la inefable iniquidad de la Shoah no vuelva a ser nunca posible” (Mensaje de presentación del documento Nosotros recordamos: una reflexión sobre la Shoah).
“Por desgracia, la actitud antisemita, que deploro nuevamente en todas sus formas, como contraria en todo a los principios cristianos y a cualquier visión que sea digna del hombre, todavía está muy extendida en la actualidad - prosiguió- Reafirmo que «la Iglesia católica se siente especialmente en la obligación de hacer todo cuanto esté en su poder, junto con nuestros amigos judíos, para repeler las tendencias antisemitas" (Comisión para las Relaciones Religiosas con el Hebraismo Porque los dones y el llamado de Dios son irrevocables, 47). Hoy más que en el pasado la lucha contra el antisemitismo puede beneficiarse de herramientas eficaces, como la información y la formación. En este sentido, os doy las gracias por vuestra labor y porque acompañais la lucha contra la difamación con el compromiso de educar, de promover el respeto de todos y de proteger a los más débiles. Guardar el tesoro sagrado de toda vida humana, desde la concepción hasta el final, protegiendo su dignidad, es la mejor manera de prevenir cualquier forma violenta. Frente a la tanta violencia que se extiende en el mundo, estamos llamados a un todavía más de no violencia, que no significa pasividad, sino promoción activa del bien. Efectivamente, si es necesario extirpar los hierbajos del mal, más urgente aún es sembrar el bien: cultivar la justicia, incrementar la concordia, apoyar la integración, sin desfallecer; solamente así se cosecharán los frutos de la paz”.
“A ello os animo –terminó- convencido de que proporcionar los medios para una vida digna, promover la cultura y fomentar la libertad de culto, incluso protegiendo a los creyentes y a las religiones de todas las manifestaciones de la violencia y la explotación, son los mejores antídotos contra el surgir del odio. Os agradezco también el diálogo que, en diversos niveles, sostenéis con la Iglesia Católica. Invoco la bendición del Todopoderoso sobre nuestro compromiso conjunto y nuestro camino de amistad y de confianza fraterna,: en su bondad nos acompañe y ayude a dar buenos frutos. Shalom Alechem!”.