El Papa Francisco ha recibido hoy en la Sala del Consistorio a un centenar de miembros del “Grupo Santa Marta ” con motivo de la III Conferencia organizada por ese organismo internacional contra la trata de seres humanos. El Grupo promovido en el 2014 por el Santo Padre y presidido por el cardenal Vincent Nichols, arzobispo de Westminster (Reino Unido) está formado por jefes de policía, obispos, religiosas y representantes de la sociedad civil que luchan contra ese delito internacional y se propone además fomentar relaciones de confianza entre la policía y la Iglesia, que hagan posible la derrota de ese crimen y que sus víctimas sean acompañadas, asistidas y finalmente reintegradas en la sociedad.
Desde 2014, ha habido dos conferencias internacionales del Grupo Santa Martea en Inglaterra y España, así como una en las Naciones Unidas organizada conjuntamente con la misión del observador permanente de la Santa Sede en la ONU, además encuentros regionales en América Latina, África y una en Irlanda centrada en la industria marítima.
El Santo Padre saludó con gran placer a los miembros del Grupo y subrayó que la causa de la trata de personas es uno de los retos más grandes de nuestro tiempo. “El Grupo Santa Marta que reúne a autoridades eclesiásticas y civiles, está dando una aportación importante para contrastar la plaga social de la trata de personas unida a nuevas formas de esclavitud cuyas víctimas son hombres y mujeres, a menudo menores de edad, explotados aprovechando su pobreza y su marginación” –aseveró- Como ya os escribí hace un año con motivo de vuestra reunión en El Escorial, lo que hace falta es un compromiso concreto, fáctico y constante, tanto para eliminar las causas de este fenómeno tan complejo como para encontrar, asistir y acompañar a las personas que caen en los lazos de la trata. Desgraciadamente el número de víctimas –nos dicen los organismos internacionales- aumenta de año en año. Son los más indefensos a los que se les roba la dignidad, la integridad física y psíquica e incluso la vida”
“Queridos amigos, os doy las gracias y os animo a proseguir vuestro compromiso. El Señor sabrá recompensar todo lo que se hace por estos pequeños de la sociedad. El dijo: “Tuve hambre…tuve sed…” y me ayudaste. Hoy podría decir: “Habían abusado de mí, me habían explotado, esclavizado…” y me socorriste”.
“Sigo acompañandoos con mi cercanía y mi oración. Vosotros también, por favor, rezad por mí”, finalizó Francisco despidiéndose de los presentes.