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Francisco: Frente al mito de la apariencia los ancianos testimonian los valores que permanecen , 15.10.2016

Más de siete mil representantes de la tercera edad, entre ellos muchos abuelos y abuelas así como miembros de la Asociación Nacional de Trabajadores Ancianos y la Federación Senior Italia Feder Anziani, han participado esta mañana en una audiencia con el Papa Francisco en el Aula Nervi. La audiencia ha sido el punto culminante de una jornada de oración y reflexión de las personas mayores de edad en el contexto de la Fiesta de los Abuelos.

Recibiéndolos, el Santo Padre expresó su agradecimiento a todos los presentes y recordó con afecto a  los que no habían podido acudir por estar enfermos o solos manifestándoles su cercanía espiritual. “La Iglesia –dijo después-  mira  a las personas mayores con afecto, gratitud y gran estima. Son  parte esencial de la comunidad cristiana y de  la sociedad y, en particular, representan las raíces y la memoria de un pueblo. Sois  una presencia importante, porque vuestra experiencia es un tesoro precioso, indispensable  para mirar hacia el futuro con esperanza y responsabilidad. Vuestra madurez y sabiduría acumuladas a lo largo de los años, pueden ayudar a los más jóvenes sosteniéndoles  en el camino del crecimiento y de la apertura al porvenir en busca de su camino. Efectivamente, los ancianos demuestran que, incluso en las pruebas más difíciles, nunca hay que perder la confianza en Dios y en un futuro mejor: son como los árboles que siguen dando frutos incluso bajo el peso de los años”.

Francisco recalcó que no son pocas las personas mayores que  ponen su tiempo y talentos al servicio de los demás. Por ejemplo en las parroquias, dedicándose al arreglo de las iglesias, a la catequesis, a la animación de la liturgia.  Y cuantos abuelos en las familias cuidan de sus nietos transmitiéndoles su experiencia,  así como los valores espirituales de una comunidad y de un pueblo. En este contexto el Papa recordó que en los países sometidos a persecuciones religiosas habían sido los abuelos los que habían transmitido la fe a las nuevas generaciones, llevando incluso a los niños a recibir el bautismo en clandestinidad.


“En un mundo como éste, donde a menudo se hace un mito de la fuerza y ​​la apariencia –observó- os corresponde  la misión de dar testimonio de los valores que realmente importan, y que permanecen para siempre, ya que están grabados en el corazón de cada ser humano y garantizados por la Palabra de Dios. Precisamente como   personas de la llamada tercera edad , vosotros – o mejor nosotros  porque yo también formo parte - estamos llamados a trabajar por el desarrollo de la cultura de la vida, atestiguando que cada etapa de la vida es un regalo de Dios y tiene su propia belleza y su importancia, aunque esté marcada por la fragilidad”.
 
No olvidó  el Papa que si son muchas las personas mayors que siguen ayudando a los demás, hay otras que conviven con la enfermedad, con las enfermedades motrices o que necesitan asistencia y dio gracias a Dios por las tantas personas y estructuras que se dedican a un servicio diario a las personas mayores, “para promover contextos humanos adecuados, en el que todos puedan vivir con dignidad esta importante etapa de sus vidas. Las instituciones que albergan a los ancianos están llamadas a ser  lugares de  humanidad y atención amorosa –recalcó-  donde los más débiles no son ni olvidados ni descuidados,  sino visitados, recordados y defendidos como hermanos y hermanas. Así se expresa también el  agradecimiento a los que han dado tanto a la comunidad y son su raíz”.

También subrayó que tanto las instituciones como otro tipo de realidades sociales pueden hacer mucho para contribuir a que las personas mayores expresen sus capacidades al máximo, participen activamente en la sociedad y para que su dignidad sea siempre respetada. Pero para ello es necesario “contrarrestar la cultura nociva del descarte que margina a los ancianos considerándolos improductivos. Los responsables públicos, las realidades culturales, educativas y religiosas, así como todas las personas de buena voluntad, están llamados a comprometerse en la construcción de una sociedad cada vez más acogedora e inclusiva”.

El Papa insistió en la oposición a la cultura del descarte ¡Esto del descarte es muy feo!” –dijo. Y  narró a los presentes un episodio que le contaba su abuela sobre una familia en la que cuando el abuelo empezó a tener problemas para comer y se le caían los alimentos, el padre le hizo una mesa para que comiera solo en la cocina. Pocos días después al volver a casa encontró a uno de sus hijos jugando con trozos de madera. Cuando le preguntó que hacía, el niño le contestó que era una mesita para que cuando el (el padre) fuera también viejo pudiera comer solo en la cocina.”Los niños –afirmó- están muy apegados a los abuelos y se dan cuenta de cómo están las cosas… Esta cultura del descarte: eres viejo, fuera.Sí, eres viejo pero tienes tanto que decirnos, tanto que contarnos, de historia, de cultura, de la vida, de los valores.. ¡ No hay que dejar que esta cultura del descarte  se imponga.! La cultura debe ser siempre inclusiva”.

Otro punto clave del discurso fue la importancia de promover la unión entre generaciones porque, como afirmó el Pontífice, el futuro de un pueblo requiere el encuentro entre jóvenes y mayores, los jóvenes son la vitalidad de un pueblo en el camino y los ancianos refuerzan esta vitalidad con la memoria y la sabiduría. “Hablad con vuestros nietos –dijo Francisco- hablad con ellos, dejad que os pregunten…Hacen otras cosas, les gusta otra música, pero necesitan a los ancianos, necesitan este diálogo continuo. También para pasarles vuestra sabiduría. A mi me hace mucho bien leer cuando José y María llevaron al Niño Jesús, que tenía 40 días,  al Templo y allí encontraron a dos abuelos (Simeón y Ana). Estos abuelos eran la sabiduría del pueblo; alababan a Dios porque la sabiduría  podía ir adelante con ese Niño. Son los abuelos, no el sacerdote, los que reciben a Jesús en el templo: el sacerdote llega luego. Los abuelos. Leedlo en el evangelio de Lucas. Es bellísimo”.

“Queridos abuelos y queridas abuelas –concluyó- gracias por vuestro ejemplo de amor, de entrega y de sabiduría. Seguid dando testimonio de estos valores con valentía. Que no falten en la sociedad ni vuestra sonrisa ni la hermosa luminosidad de vuestros ojos. ¡Que la sociedad los vea!. Yo os acompaño con mi oración y vosotros no os olvidéis de rezar por mí”. Y el Papa pidió entonces a las personas mayores que llenaban el Aula Pablo VI que, antes de bendecirles,  rezasen junto con él a Santa Ana, la abuela de Jesús, en silencio, para que nos enseñe- terminó- a ser abuelos buenos y sabios”