Después de la catequesis el Papa saludó a los peregrinos de diversos países que habían participado en la audiencia general, entre ellos a los fieles franceses de Rouen, acompañados por su arzobispo Dominique Lebrun, a los seminaristas de Lilla con mons. Laurent Ulrich y a la Federación francesa de ex alumnos de los Jesuitas.

También recordó a los procedentes de Croacia, en particular a los de la archidiócesis de Spalato, guiados por monseñor Marin Barišić y a los de la parroquia de Maria Gorizza, subrayando que venían de unos lugares en los que tantos mártires habían dado testimonio de Cristo desde los primeros siglos hasta nuestros días.

Entre los alemanes mencionó en especial a la Policía de Asia y entre los eslovacos a los participantes en la peregrinación espiritual de la Congregación del Divino Redentor. “Mañana –señaló- Eslovaquia celebrará la fiesta de su Patrona, la Virgen de los Dolores. Jesús la dio como madre a cada uno de nosotros. ¡Que os acompañe en el camino hacia él! Os bendigo a todos”.

En italiano habló a las Clarisas Urbanistas procedentes de diversos países deseándoles que su peregrinación fuese una ocasión para crecer en el amor de Dios para que sus comunidades sean un lugar en que se experimenta la misericordia hacia el prójimo.

Por último, dirigiéndose a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados, recordó que hoy se celebra la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz. “Queridos jóvenes –dijo- al reanudar después de las vacaciones las actividades habituales, reforzad también vuestro diálogo con Dios, difundiendo su luz y su paz. Queridos enfermos, encontrad consuelo en la cruz del Señor Jesús, que prosigue su obra de redención en la vida de cada ser humano; y vosotros, queridos recién casados, esforzaos por mantener una relación constante con Cristo Crucificado para que vuestro amor sea siempre más auténtico, fecundo y duradero”.