Artesanos de la fiesta, de la maravilla, de la belleza, ha definido el Papa Francisco a los artistas itinerantes, desde los titiriteros a los músicos de la calle, pasando por los pintores al aire libre y los equilibristas y payasos de los circos, todos ellos, miembros de la gran familia del espectáculo popular que con sus cualidades, como subrayó el Pontífice, enriquecen a la sociedad del mundo entero.
La gente del espectáculo itinerante ha acudido a Roma para participar en el Jubileo de la Misericordia. Ayer, después de la misa celebrada por el cardenal Antonio María Veglió, Presidente del Pontificio Consejo de la Pastoral para los Migrantes e Itinerantes, actuaron en la plaza de Santa María en Trastevere y esta mañana han hecho lo mismo mientras esperaban al Santo Padre en el Aula Pablo VI que, en el breve discurso que les dirigió, reiteró que la fiesta y la alegría signos distintivos de su identidad, su profesión y su vida, “no podían faltar en el Jubileo de la Misericordia”. “Vosotros –dijo- tenéis un recurso especial: con vuestro constante viajar podéis llevar a todos el amor de Dios, su abrazo y su misericordia. Podéis ser comunidad cristiana itinerante, testigos de Cristo que siempre está en camino para encontrar hasta a los que están más lejos. También os felicito porque, en este Año Santo, habéis abierto vuestros programas a los más necesitados, a los pobres y los sin hogar, a los presos, a los niños más desfavorecidos. También esto es misericordia: sembrar belleza y alegría en un mundo a veces sombrío y triste”.
“El espectáculo itinerante y popular es la forma más antigua de entretenimiento- recordó Francisco- Está al alcance de todos y es para todos , pequeños y grandes, especialmente para las familias; difunde la cultura del encuentro y la dimensión social de la diversión.Vuestros espacios de trabajo pueden convertirse en lugares de agregación y fraternidad. Por eso os pido que seais siempre acogedores con los más pequeños y necesitados, que deis palabras y gestos de consuelo a los que están encerrados en sí mismos, recordando las palabras de San Pablo: "El que haga obras de misericordia, que lo haga con alegría”.
Al final el Papa se refirió a la dificultad de los artistas itinerantes, dado sus ritmos de vida y de trabajo de formar parte establemente de una comunidad parroquial y por eso les invitó a cuidar de su fe aprovechando todas las oportunidades para acercarse a los sacramentos y a transmitir a sus hijos el amor a Dios y al prójimo. “Y recomiendo a las Iglesias particulares y a las parroquias –añadió- que estén atentas a vuestras necesidades y a las de todas las personas en movimiento. Como sabéis, la Iglesia se preocupa por los problemas que acompañan vuestra vida itinerante y quiere contribuir a eliminar los prejuicios que a veces os colocan un poco al margen. ¡Llevad siempre a cabo vuestro trabajo con amor y atención, confiados en que Dios os acompaña con su providencia, sed generoso en las obras de caridad y estad dispuestos a ofrecer los recursos y el genio de vuestras artes y profesiones! Y no os podéis imaginar el bien que hacéis, un bien que siembra. Cuando habéis tocado la música de la película “La strada”, me acordaba de aquella chica que con su humildad, con la belleza de su trabajo itinerante, consiguió ablandar el corazón duro de un hombre que había olvidado cómo se llora. Y ella no lo supo, pero sembró… Vosotros sembráis esa semilla: semillas que hacen tanto bien a una gente que quizás no conoceréis nunca. Pero estad seguro de que lo hacéis”. exclamó el Obispo de Roma al final de su discurso.
Después de la audiencia los artistas fueron en procesión hasta la Puerta Santa y al final de su visita a la basílica de San Pedro ofrecieron un espectáculo en la Plaza, convertida en “plaza universal de las maravillas”, con actuaciones de bandas de música, equilibristas, titiriteros, malabaristas etc..