Los diáconos, rostro de la Iglesia en la vida cotidiana, 04.06.2016
El Santo Padre ha recibido esta mañana en la Sala de los Papas a los miembros del Centro Internacional del Diaconado que a finales del año pasado celebraron el cincuenta aniversario de su fundación y que han venido en peregrinación a Roma en ocasión del Jubileo de la Misericordia.
En el discurso que les dirigió, Francisco recordó el mandamiento nuevo que Jesús confío a sus apostóles en la Ultima Cena, que se amaran unos a otros como El les había amado, y subrayó que esa había sido, además, la última voluntad del Señor. “Amándose unos a otros -dijo el Papa- los díscipulos continuan la misión para la que el Hijo de Dios vino al mundo. Y entienden, ayudados por el Espíritu Santo, que este mandamiento implica el servicio a nuestros hermanos y hermanas”.
Pero, para atender concretamente a las personas y a sus necesidades los apóstoles eligieron algunos "diáconos", es decir servidores. “Los diáconos manifiestan de modo particular el mandamiento de Jesús: imitar a Dios en el servicio a los demás, imitar a Dios que es amor y nos empuja incluso a servirnos -reiteró el Pontífice- El modo de actuar de Dios, con su paciencia, su benevolencia, su compasión y su disponibilidad para hacernos mejores, también deben distinguir a todos los ministros: los obispos como sucesores de los Apóstoles, los sacerdotes, colaboradores suyos y en concreto - en el "servir a las mesas "- a los diáconos. Los diáconos, que son efectivamente “el rostro de la Iglesia en la vida cotidiana, de una comunidad que vive y camina entre la gente, y donde no es grande el que manda sino el que sirve”.
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