En los saludos en diversos idiomas el Papa dio, entre otros, la bienvenida a la peregrinación de los alcaldes de la diócesis francesa de Chartres, así como al peregrinaje diocesano de Córcega. También saludó especialmente, entre los fieles de lengua árabe, a los procedentes de Siria y Líbano y recordó a los peregrinos alemanes que el Año Jubilar era una invitación a hacer una buena confesión para ser tocados por el amor misericordioso del Padre.
En italiano saludó a los sacerdotes asiáticos y africanos del Pontificio Colegio Misionero de San Pablo Apóstol , al Instituto Antoniano y a la Fundación de San Gotardo que celebra el XX aniversario de su fundación; entre los enfermos, a los huéspedes del Cottolengo de Trentola Ducenta y entre los recién casados a los pertenecientes al Movimiento de los Focolares.
“Queridos peregrinos brasileños pienso en vuestra amada nación -dijo también el Papa- En estos días, cuando nos preparamos a la fiesta de Pentecostés, pido al Señor que difunda con abundancia los dones de su Espíritu para que el país, en estos momentos de dificultad, proceda por los senderos de la armonía y de la paz, con la ayuda de la oración y del diálogo. ¡Que la cercanía de Nuestra Señora Aparecida, que como buena madre no abandona nunca a sus hijos, sea defensa y guía en el camino!
“El viernes es la memoria litúrgica de la Virgen de Fátima -recordó dirigiéndose a los peregrinos polacos- En esta aparición, María nos invita nuevamente a la oración, a la penitencia y a la conversión. Nos pide que no ultrajemos más a Dios. Advierte a la humanidad de la necesidad de abandonarse a Dios, fuente de amor y de misericordia. Siguiendo el ejemplo de san Juan Pablo II, gran devoto de la Virgen de Fátima, escuchemos con atención a la Madre de Dios e imploremos la paz para el mundo.
Por último, habló a los fieles eslovacos,en especial a los grupos de “La oración de las Madres” y, señalando que el próximo domingo se celebra la solemnidad de Pentecostés, invitó a todos a rezar a Dios Omnipotente para que difunda sobre nosotros el Espíritu Santo con sus dones y nos convirtamos así en testigos valientes de Cristo y de su Evangelio.