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Regina Caeli: La nueva presencia de Jesús en la historia se produce a través del Espíritu Santo, 02.05.2016

Ciudad del Vaticano, 1 de mayo de 2016 .-”Enseñar y recordar: esto es lo que el Espíritu hace en nuestros corazones”, dijo esta mañana el Papa Francisco a los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro para rezar el Regina Caeli. El Santo Padre, antes de la oración mariana, comentó el evangelio de hoy que nos lleva de nuevo al Cenáculo cuando Cristo, antes de hacer frente a la pasión y a la cruz, promete a los apostóles el don del Espíritu Santo, que tendrá la tarea de enseñar y recordar sus palabras a la comunidad de discípulos.

“Cuando está por confíar a los apóstoles -que significa enviados- la misión de llevar el anuncio del evangelio a todo el mundo -explicó- Jesús promete que no estarán solos: estará con ellos el Espíritu Santo, el Paráclito, que irá a su lado, aún más, estará en ellos para defenderles y sostenerles”.

El segundo aspecto de la misión del Espíritu Santo consiste en ayudar a los apóstoles a recordar las palabras de Jesús. “El Espíritu tiene la tarea de despertar la memoria, de recordar las palabras de Jesús -reiteró el Pontífice- El divino Maestro ya ha comunicado todo lo que quería confiar a los apóstoles: con El, Verbo encarnado, la revelación es completa. El Espíritu Santo recordará las enseñanzas de Jesús en las diversas circunstancias de la vida, para que se puedan llevar a la práctica. Esto es lo que sucede todavía en la Iglesia, guiada por la luz y por la fuerza del Espíritu Santo, para que pueda llevar a todos el don de la salvación, es decir, el amor y la misericordia de Dios”.

“¡No estamos solos: Jesús está cerca de nosotros, en medio de nosotros, dentro de nosotros! -exclamó Francisco- Su nueva presencia en la historia tiene lugar a través del don del Espíritu Santo, por medio del cual es posible instaurar una relación viva con El, el Crucificado Resucitado. El Espíritu infundido en nosotros con los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación, actúa en nuestra vida...No estamos solos y el signo de la presencia del Espíritu Santo es también la paz que Jesús da a sus discípulos: “Mi paz os dejo”, que es diferente de la que los hombres desean o quieren lograr. La paz de Jesús brota de la victoria sobre el pecado, sobre el egoísmo que nos impide amarnos como hermanos. Es un don de Dios y un signo de su presencia”.