VIAJE APOSTÓLICO DE SU SANTIDAD EL PAPA FRANCISCO
AL REINO DE BARÉIN
(3 - 6 DE NOVIEMBRE DE 2022)
CONFERENCIA DE PRENSA DEL SANTO PADRE
DURANTE EL VUELO DE REGRESO A ROMA
Domingo, 6 de noviembre de 2022
_____________________________________
Papa Francisco
Buenos días, muchas gracias por su compañía en estos días, por su trabajo. Gracias de verdad. Ahora estoy a disposición para sus preguntas. ¡Trataré de responder a todo lo que sé! Gracias.
Mateo Bruni
Bien, Santidad, la primera pregunta es de una periodista bareiní, Fatima Al Najem, de la agencia de prensa bareiní.
Fatima Al Najem (Bahrain News Agency)
Su Santidad, soy Fatima Al Najem de Bahrain News Agency. Me gustaría decirle algo antes de formular mi pregunta. Usted ocupa un lugar muy especial en mi corazón, no sólo porque visitó mi país, sino porque cuando fue elegido Papa era el día de mi cumpleaños. Tengo una pregunta: ¿cómo valora los resultados de su histórica visita al Reino de Baréin y cómo valora los esfuerzos que está haciendo Baréin para consolidar y promover la convivencia, en todos los ámbitos de la sociedad, de todas las religiones, sexos y razas?
Papa Francisco
Ha sido, diría, un viaje de encuentro. Porque la finalidad era precisamente encontrarse en el diálogo interreligioso con el islam y en el diálogo ecuménico con Bartolomé. Las ideas que ha expuesto el Gran Imán de Al-Azhar iban precisamente en esa dirección de buscar unidad, unidad dentro del islam respetando las nuances, las diferencias, pero con unidad; unidad con los cristianos y con las otras religiones.
Y para entrar en el diálogo interreligioso o en el diálogo ecuménico se necesita la propia identidad. No se puede partir de una identidad difusa. “Yo soy islámico”, “yo soy cristiano”, tengo esta identidad y por tanto puedo hablar con identidad. Cuando no se tiene una identidad propia, un poco “en el aire”, es difícil el diálogo porque no está la ida y la vuelta, por eso es importante. Y estos dos que vinieron, tanto el Gran Imán de Al-Azhar como el Patriarca Bartolomé, tienen una gran identidad. Y esto hace bien.
Del punto de vista islámico he escuchado atentamente los tres discursos del Gran Imán y me impactó la forma en que ha insistido tanto en el diálogo intra-islámico, entre ustedes, no para borrar las diferencias sino para entenderse y trabajar juntos, no para estar en contra. Los cristianos tenemos una historia algo fea de diferencias que nos ha llevado a guerras de religión: católicos contra ortodoxos o contra luteranos. Ahora gracias a Dios después del Concilio hay un acercamiento y podemos dialogar y trabajar juntos y esto es importante, dando testimonio de hacer el bien a los demás. Luego los especialistas, los teólogos discutirán las cosas teológicas, pero nosotros debemos caminar juntos como creyentes, como amigos, como hermanos, haciendo el bien. También me impactaron las cosas que se dijeron en el Consejo Musulmán de Ancianos sobre la creación y la protección de la creación: esta es una preocupación común de todos, islámicos, cristianos, de todos.
Ahora, en el mismo avión, van desde Baréin a El Cairo el Secretario de Estado del Vaticano y el Gran Imán de Al-Azhar, juntos como hermanos. Esto es algo que conmueve bastante. Es importante, esto es algo que ha hecho bien. También la presencia del Patriarca Bartolomé, que es una autoridad en el ámbito ecuménico, hizo bien. Lo vimos en el acto, en la función ecuménica que hicimos, y también en las palabras que él dijo antes. En resumen: ha sido un viaje de encuentro.
Para mí, además, la novedad de conocer una cultura abierta a todos. En vuestro país hay sitio para todos. Me dijo el rey: “aquí cada uno hace lo que quiere: si una mujer quiere trabajar, que trabaje. Apertura total”. Así me dijo él — tú lo sabes, you work—. Y también la parte religiosa, la apertura. Me impactó la cantidad de cristianos, filipinos, indios de Kerala que están aquí, ellos viven en el país y trabajan en el país, son muchos.
Fatima Al Najem
Dile que lo aman, ¡ellos lo adoran realmente!
Matteo Bruni
¡Lo quieren mucho!
Papa Francisco
Esta es la idea, he encontrado una novedad y esto me ayuda a comprender y conversar más con la gente. La palabra clave es diálogo, y para dialogar hay que partir de la propia identidad, tener identidad.
Fatima Al Najem
Gracias, Santidad. Rezaré a Alá el Todopoderoso para que lo bendiga con buena salud, felicidad y una larga vida.
Papa Francisco
Sí, sí, reza por mí. ¡A favor, no en contra!
Matteo Bruni
Santidad, la segunda pregunta es de Imad Atrach de Sky tv News Arabia.
Imad Atrach (Sky Tv News Arabia)
Santo Padre, desde la firma del “Documento sobre la Fraternidad Humana”, hace tres años, hasta la visita a Bagdad y luego, también recientemente, a Kazajistán: según usted, ¿es un camino que está dando frutos tangibles? ¿Podemos pensar que culmine en un encuentro en el Vaticano? Además, me gustaría agradecerle que haya citado hoy al Líbano, porque como libanés puedo decirle que realmente necesitamos un viaje urgente de su parte, también y sobre todo porque ahora ni siquiera tenemos un presidente, así que iría a abrazar al pueblo directamente. Gracias.
Papa Francisco
Gracias. He estado pensando mucho estos días, y lo hemos hablado con el Gran Imán, en cómo surgió la idea del Documento de Abu Dabi, ese Documento que hicimos juntos, el primero. Él había venido al Vaticano para una visita de cortesía y tuvimos la visita protocolar. Era casi la hora de comer y él se marchaba, y mientras iba a despedirle, le pregunté: “¿Pero usted dónde va a comer?”. No sé lo que me dijo, “venga, almorcemos juntos”. Fue algo que salió de dentro. Entonces, sentados a la mesa, él, su secretario, dos consejeros, yo, mi secretario, mi consejero, tomamos el pan, lo partimos y nos lo dimos unos a otros: un gesto de amistad, ofrecer el pan. Fue un almuerzo muy hermoso, muy fraternal. Y hacia el final, no sé a quién se le ocurrió la idea: “¿Por qué no hacemos un escrito sobre este encuentro?”. Así nació el Documento de Abu Dabi. Los dos secretarios se pusieron a trabajar, con un borrador que va, un borrador que vuelve, uno que va, otro que vuelve. Y al final aprovechamos el encuentro de Abu Dabi para publicarlo. Fue una cosa de Dios, no se puede entender de otra manera, porque ninguno de nosotros tenía esto en mente. Surgió durante un almuerzo amistoso, y eso es algo grande.
Luego seguí pensando, y el Documento de Abu Dabi fue la base de Fratelli tutti. Lo que escribí después sobre la amistad humana en Fratelli tutti se basa en el Documento de Abu Dabi. Creo que no se puede pensar en un camino así sin pensar en una bendición especial del Señor en este camino. Quiero decir esto por justicia, creo que es justo que sepan cómo el Señor inspiró este camino. Yo ni siquiera sabía cómo se llamaba el Gran Imán, luego nos hicimos amigos e hicimos algo como dos amigos. Y ahora hemos hablado juntos, cada vez que nos encontramos. Esto respecto al Documento, que es actual, y se está trabajando para darlo a conocer.
Luego, sobre el Líbano. El Líbano es un dolor para mí, porque el Líbano no es sólo un país [para ver] en sí mismo —un Papa lo dijo antes que yo— el Líbano no es sólo un país, es un mensaje. El Líbano tiene un gran significado para todos nosotros. Y el Líbano está sufriendo en este momento. Yo rezo. Y aprovecho para hacer un llamamiento a los políticos libaneses: dejen de lado los intereses personales, miren el país y pónganse de acuerdo. Primero Dios y la patria, luego los intereses. Pero primero Dios y la patria. En este momento no quiero decir “Salven el Líbano”, porque nosotros no somos salvadores, pero por favor, sostengan el Líbano, ayúdenlo, para que el Líbano se detenga en este camino que va hacia abajo, que el Líbano recupere su grandeza. Hay medios. Está la generosidad del Líbano, ¡cuántos refugiados políticos tiene el Líbano! Es tan generoso y está sufriendo. Aprovecho para pedir una oración por el Líbano. También la oración es una amistad. Ustedes son periodistas, miren al Líbano y hablen de esto para hacer crecer la conciencia. Esto quiero decirte. Gracias.
Matteo Bruni
Gracias Santidad, la tercera pregunta viene de Carol Glatz, del Catholic News Service.
Carol Glatz (CNS)
Gracias, Santo Padre. Durante este viaje a Baréin ha hablado de los derechos fundamentales, incluidos los de las mujeres, de su dignidad, del derecho a tener su espacio en la esfera social y pública, y animó, como siempre, a los jóvenes a tener valor, a hacer ruido; a ir adelante para construir un mundo más justo. Dada la situación aquí cerca, en Irán, con las protestas desencadenadas por algunas mujeres y muchos jóvenes que quieren más libertad, ¿apoya usted este compromiso de las mujeres y los hombres que exigen derechos fundamentales que también se encuentran en el documento de la fraternidad humana?
Papa Francisco
Tenemos que decirnos la verdad: la lucha por los derechos de la mujer es una lucha continua. Porque en algunos lugares la mujer llega a tener igualdad con los hombres, pero en otros lugares no logra. ¿No es así? Recuerdo que en los años 50, en mi país, cuando estaba la lucha por los derechos civiles de las mujeres, para que las mujeres pudieran votar —porque hasta 1950, más o menos, sólo votaban los hombres. Y pienso en esta misma lucha en EE.UU., famosa, por el voto femenino. Pero, ¿por qué —me pregunto— la mujer tiene que luchar tanto para mantener sus derechos? Hay una —no sé si es una leyenda—, una leyenda sobre el origen de las joyas de las mujeres, que nos explica la crueldad de tantas situaciones contra las mujeres. Se dice que la mujer lleva muchas joyas porque en algún país —no lo recuerdo, quizá sea un hecho histórico— existía la costumbre de que cuando el marido se cansaba de la mujer, le decía “¡vete!” y ella no podía volver a entrar para buscar nada. Tenía que irse con lo que llevaba encima. Y por eso que acumulaban oro para al menos llevarse algo. Dicen que este es el origen de las joyas. No sé si es cierto o no, pero la imagen nos ayuda.
Los derechos son fundamentales. Pero, ¿cómo es que hoy, hoy, en el mundo no podemos detener la tragedia de la mutilación femenina a las niñas? ¡Es terrible esto! ¡Hoy! Que exista esta práctica, que la humanidad no pueda detener esto que es un crimen, ¡un acto criminal! Las mujeres, según dos comentarios que he escuchado, o son material de “usar y tirar” —¡eso es feo!— o son una “especie protegida”. Pero la igualdad entre hombres y mujeres todavía no se encuentra de forma universal. Y existen estos episodios, en los que las mujeres son de segunda clase o menos. Debemos seguir luchando por esto, porque las mujeres son un don. Dios no creó al hombre y luego le dio un perrito para divertirse. ¡No! Los creó a los dos, iguales: hombre y mujer. Y lo que Pablo escribió en una de sus cartas sobre la relación hombre-mujer, que hoy nos parece anticuado, en aquel momento fue tan revolucionario que escandalizó: la fidelidad entre el hombre y la mujer y que el hombre “cuide de la mujer como de su propia carne” (cf. 2 Co 5,28-29). ¡Y esto, en aquel momento, era algo revolucionario! Todos los derechos de las mujeres provienen de esta igualdad. Y una sociedad que no es capaz de poner a la mujer en su lugar, no avanza. Tenemos la experiencia de esto.
En el libro que escribí, Volvamos a soñar, en la parte sobre la economía, por ejemplo: hay mujeres economistas en el mundo ahora mismo que han cambiado la visión económica y son capaces de llevarla adelante. Porque tienen un don diferente. Saben gestionar las cosas de otra manera, que no es inferior, es complementaria. Una vez tuve una conversación con una jefa de gobierno, una gran jefa de gobierno, una madre con varios hijos, que había tenido mucho éxito en resolver una situación muy difícil. Y yo le pregunté: “Dígame, señora, ¿cómo resolvió una situación tan difícil?”. Y empezó a mover las manos así, en silencio. Y me dijo: “Como lo hacemos las madres”. La mujer tiene su propio camino para resolver un problema, que no es el del hombre. Y ambos caminos deben trabajar juntos: la mujer igual al hombre trabaja por el bien común con esa intuición que tienen las mujeres. He visto que en el Vaticano cada vez que entra una mujer a hacer un trabajo, las cosas mejoran. Por ejemplo, la vicegobernadora del Vaticano [Secretaria General de la Gobernación] es una mujer, y las cosas han cambiado bien. En el Consejo para la Economía son seis cardenales y seis laicos, todos hombres: cambié y como laicos puse un hombre y cinco mujeres. Y esto es una revolución porque las mujeres saben cómo encontrar un camino correcto, saben cómo avanzar. Y ahora he puesto a Marianna Mazzuccato en la Academia Pontificia para la Vida, una gran economista de Estados Unidos, para dar un poco más de humanidad. Las mujeres aportan lo suyo. No tienen que volverse como los hombres, no, son mujeres, las necesitamos. Y una sociedad que cancela a las mujeres de la vida pública es una sociedad que se empobrece. Se empobrece. Igualdad de derechos, sí, pero también la igualdad de oportunidades, igualdad para ir adelante, porque de lo contrario se empobrece. Creo que con esto te he dicho lo que globalmente se debe hacer. Pero aún nos queda camino por recorrer porque está este machismo. Yo provengo de un pueblo machista. Los argentinos somos machistas, siempre. ¡Y esto es feo! Y cuando hace falta vamos donde las madres que son las que resuelven los problemas. Pero este machismo mata a la humanidad. Gracias por haberme dado la oportunidad de decir esto, que es algo que llevo tanto en mi corazón. Luchemos no sólo por los derechos, sino porque necesitamos mujeres en la sociedad que nos ayuden, que nos ayuden a cambiar. Gracias.
Matteo Bruni
Gracias, Santidad. Otra pregunta viene de Antonio Pelayo, de Vida Nueva.
Antonio Pelayo (Vida Nueva)
Santo Padre, la única vez que en este viaje ha hablado improvisando, fue para referirse a la “martirizada Ucrania” y a las “negociaciones de paz”. Me gustaría preguntarle si puede decirnos algo sobre cómo van estas negociaciones por parte del Vaticano, y otra pregunta complementaria: ¿ha hablado últimamente con Putin o tiene intención de hacerlo próximamente?
Papa Francisco
Bien, en primer lugar, el Vaticano está continuamente atento, la Secretaría de Estado trabaja y trabaja bien, trabaja bien. Sé que el secretario [para las Relaciones con los Estados y las Organizaciones Internacionales] monseñor Gallagher, se mueve bien allí. Después, un poco de historia. Al día siguiente del inicio de la guerra —pensé que esto no se podía hacer, una cosa insólita— fui a la embajada rusa [ante la Santa Sede] a hablar con el Embajador, que es un buen hombre, que conozco desde hace seis años, desde que llegó, un humanista. Recuerdo un comentario que me hizo entonces: Nous sommes tombés dans la dictature de l'argent (Hemos caído en la dictadura del dinero), hablando de la civilización. Un humanista, un hombre que lucha por la igualdad. Le dije que estaba dispuesto a ir a Moscú para hablar con Putin, si era necesario. Me respondió muy cortésmente [el Ministro de Asuntos Exteriores] Lavrov: gracias, respondió, pero que no era necesario por el momento. Pero desde entonces nos hemos interesado mucho. Hablé tres veces por teléfono con el presidente Zelesnky; después con el Embajador ucraniano algunas veces más. Y se hace un trabajo de acercamiento, para buscar soluciones. La Santa Sede también hace lo que tiene que hacer con respecto a los prisioneros, estas cosas. Son cosas que se hacen siempre, la Santa Sede las ha hecho siempre, siempre. Y luego la predicación por la paz. A mí me impresiona —por eso uso la palabra “martirizada” para Ucrania— la crueldad, que no es del pueblo ruso, porque el pueblo ruso es un pueblo grande, pero es de los mercenarios, de los soldados que van a la guerra como una aventura: los mercenarios. Prefiero pensar así porque tengo una gran estima por el pueblo ruso, por el humanismo ruso. Basta con pensar en Dostoievski, que todavía hoy nos inspira, inspira a los cristianos a pensar en el cristianismo. Siento un gran afecto por el pueblo ruso. Y tengo un gran afecto también por el pueblo ucraniano. Cuando tenía once años, había un sacerdote cerca de mi casa que celebraba en ucraniano y no tenía monaguillo, y me enseñó a servir la misa en ucraniano. Todas estas canciones ucranianas las conozco en su idioma, porque las aprendí de niño, así que tengo un cariño muy grande por la liturgia ucraniana. Estoy en medio de dos pueblos que amo.
Pero no sólo yo, la Santa Sede ha tenido muchos encuentros reservados, muchas cosas con buenos resultados. Porque no podemos negar que una guerra al principio quizás nos hace valientes, pero luego cansa y hace daño y se ve el mal que hace una guerra. Esto por la parte más humana, más cercana.
Después, aprovechando esta pregunta, quisiera quejarme de algo. En un siglo, ¡en un siglo tres guerras mundiales! La de 1914-1918, la de 1939-1945, ¡y esta! Porque esta es una guerra mundial. Porque es cierto que cuando los imperios, tanto de un lado como del otro, se debilitan, necesitan hacer una guerra para sentirse fuertes, ¡y también para vender armas! Porque hoy creo que la mayor calamidad del mundo es la industria armamentística. Me han dicho, no sé si es cierto o no, que si no se fabricaran armas durante un año, se acabaría el hambre en el mundo. La industria armamentística es terrible. Hace unos años, tres o cuatro, un barco lleno de armas llegó de un país a Génova y se debía pasar las armas a un barco más grande para llevarlas a Yemen. Los trabajadores de Génova no quisieron hacerlo. Fue un gesto. Yemen: más de diez años de guerra. ¡Los niños de Yemen no tienen para comer!
Los rohinyás, moviéndose de un lado a otro porque fueron expulsados, siempre en guerra, en Myanmar: es terrible lo que está sucediendo. Ahora espero que hoy se detenga algo en Etiopía, con un tratado. Pero estamos en guerra en todas partes y no entendemos esto. Ahora nos afecta de cerca, en Europa, la guerra ruso-ucraniana. Pero hay en todas partes, desde hace años: en Siria doce o trece años de guerra, y nadie sabe si hay prisioneros y lo que pasa allí dentro. Después el Líbano, hablamos de esta tragedia. No sé si esto lo he dicho alguna vez a ustedes: cuando fui a Redipuglia, en 2014 —y mi abuelo había hecho el Piave y me contó lo que pasaba allí— vi esas tumbas de los jóvenes, lloré, lloré, no me da vergüenza decirlo. Después, un 2 de noviembre —siempre voy a un cementerio el 2 de noviembre— fui a Anzio, algunos años después, y vi la tumba de esos chicos americanos, en el desembarco de Anzio: 19-20-22-23 años, y lloré, de verdad, me salió del corazón. Y pensé en las madres a las que llaman a la puerta: “Señora, un sobre para usted”. Abre el sobre: “Señora, tengo el honor de decirle que tiene un hijo que es un héroe de la patria”. Las tragedias de la guerra. Después, una cosa que, no quiero hablar mal de nadie, pero me ha tocado el corazón: cuando tuvo lugar la conmemoración del desembarco de Normandía, los jefes de tantos gobiernos estaban allí para conmemorarlo. Es verdad, fue el principio de la caída del nazismo. Pero, ¿cuántos chicos quedaron en la playa de Normandía? Dicen que treinta mil. ¿Quién piensa en esos chicos? Todo esto lo siembra la guerra. Por eso, ustedes que son periodistas, por favor, sean pacifistas, hablen contra las guerras, luchen contra la guerra. Se lo pido como un hermano. Gracias.
Mateo Bruni
Gracias, Santidad, por sus palabras. Otra pregunta viene de Hugues Lefèvre de I. Media, periodista francés.
Hugues Lefevre (I. Media)
Gracias, Santo Padre. Esta mañana, en su discurso al clero de Baréin, usted habló de la importancia de la alegría cristiana, pero en los últimos días muchos fieles franceses han perdido esta alegría al descubrir en la prensa que la Iglesia había mantenido en secreto la condena en 2021 de un obispo, ahora jubilado, que había cometido abusos sexuales en los años noventa mientras era sacerdote; cuando esta historia salió en la prensa, cinco nuevas víctimas se presentaron. Hoy en día muchos católicos quieren saber si la cultura del secretismo de la justicia canónica deba cambiar y volverse transparente, y quisiera saber si usted cree que las sanciones canónicas deben hacerse públicas. Gracias.
Papa Francisco
Gracias a ti por la pregunta, gracias. Me gustaría empezar con algo de historia sobre esto. El problema de los abusos siempre ha estado ahí, siempre, no sólo en la Iglesia. Por todas partes. Ustedes saben que el 42-46 % de los abusos sexuales se producen en la familia o en el barrio; esto es gravísimo. Pero la costumbre siempre ha sido la de encubrir. En la familia aún hoy se encubre todo, e incluso en el barrio se encubre todo, o al menos la mayor parte. Es una fea costumbre que empezó a cambiar en la Iglesia cuando se produjo el escándalo de Boston en la época del cardenal Law que, era cardenal allí y ahora está muerto. Por ese escándalo el cardenal Law presentó la dimisión: fue la primera vez que salió así, como escándalo. Desde entonces, la Iglesia ha tomado conciencia de ello y se ha puesto a trabajar, mientras que en la sociedad y en otras instituciones normalmente se encubre.
Cuando se produjo el encuentro de los presidentes de las conferencias episcopales pedí a Unicef, a las Naciones Unidas, las estadísticas y les di los porcentajes: qué porcentaje en las familias, en los barrios —la mayoría—, en las escuelas, en el deporte. Es algo que han estudiado bien, y también en la Iglesia. Viene alguien a decirme: “Somos una minoría”. Pero si fuera incluso uno solo es trágico, es trágico, porque tú sacerdote tienes la vocación de hacer crecer a la gente y con esto tú la destruyes. Para un sacerdote es como ir en contra de su naturaleza sacerdotal y en contra de la propia naturaleza social. Por eso es algo trágico y no tenemos que detenernos, no tenemos que parar.
En este despertarse para hacer las investigaciones y las acusaciones, no siempre ha sido todo igual: algunas cosas se ocultaron. Antes del escándalo Law de Boston se cambiaba a la gente. Ahora todo está claro y hemos ido adelante en este punto. Por eso no hay que extrañarse de que surjan casos como este. O ahora me viene otro obispo, los hay ¿sabes? Y no es fácil decir “no lo sabíamos” o “era la cultura de la época y sigue siendo la cultura social de muchos, esconder”. Te digo esto: la Iglesia es decidida sobre esto, y quiero agradecer aquí públicamente el heroísmo del cardenal O'Malley: es un buen capuchino, que ha visto la necesidad de institucionalizar este trabajo con la comisión de protección de menores; lo está llevando adelante bien, y esto nos hace bien a todos y nos da valor.
Estamos trabajando con todo lo que podemos, pero sepan que hay gente dentro de la Iglesia que todavía no ve claro, que no comparte así: “Esperamos un poco, vemos”. Es un proceso que estamos haciendo con valentía y no todos tenemos valentía. A veces la tentación de los acuerdos te viene, y también todos somos esclavos de nuestros pecados. Pero la voluntad de la Iglesia es aclararlo todo.
Por ejemplo: he recibido dos quejas en los últimos meses sobre casos de abusos que habían sido encubiertos y no juzgados bien por la Iglesia. Inmediatamente dije: que se estudie de nuevo y ahora se está haciendo un nuevo juicio. También esto: la revisión de los antiguos juicios, no bien hechos. Hacemos lo que podemos, todos somos pecadores. Y lo primero que tenemos que sentir es la vergüenza, la profunda vergüenza de esto. Creo que la vergüenza es una gracia, ¿sabes? Podemos luchar contra todos los males del mundo, pero sin vergüenza no podremos. Por eso me sorprendió que san Ignacio en los Ejercicios Espirituales te hace pedir perdón por todos los pecados que has hecho, te hace llegar hasta la vergüenza, y si no tienes la gracia de la vergüenza no puedes seguir adelante. Uno de los insultos que tenemos en mi tierra es “eres un sinvergüenza” y creo que la Iglesia no puede ser “sinvergüenza”, tiene que avergonzarse de las cosas malas, así como dar las gracias a Dios por las cosas buenas que hace. Esto te debo decir: toda la buena voluntad de seguir adelante, también con la ayuda de ustedes.
Matteo Bruni
Gracias, Santidad. La otra pregunta viene de Vania De Luca, de la Rai.
Vania De Luca (Rai-Tg3)
Santidad, sobre los migrantes ha hablado usted también en estos días. Cuatro barcos frente a la costa de Sicilia, con cientos de mujeres, hombres y niños, en dificultades, pero no todos pueden desembarcar. ¿Teme que en Italia haya vuelto una política de “puertos cerrados” por parte del centro-derecha? ¿Y cómo valora la posición de algunos países del norte de Europa al respecto? Y luego, también quería preguntarle en general: ¿qué impresión, qué juicio tiene sobre el nuevo gobierno italiano, que por primera vez está dirigido por una mujer?
Papa Francisco
Es un reto, es un reto sobre los migrantes. El principio para los migrantes: los migrantes deben ser acogidos, acompañados, promovidos e integrados. Si no se pueden hacer estos cuatro pasos, el trabajo con los migrantes no puede ser bueno. Acogidos, acompañados, promovidos e integrados: llegar hasta la integración. Y lo segundo que digo: cada gobierno de la Unión Europea tiene que acordar cuántos migrantes puede recibir. Por el contrario, son cuatro países que reciben migrantes: Chipre, Grecia, Italia y España, porque son los más cercanos al Mediterráneo. En el interior hay algunos, como Polonia, Bielorrusia. Pero la mayor parte de los migrantes viene del mar. ¡La vida debe ser salvada! Hoy, tú lo sabes, el Mediterráneo es un cementerio, quizás el cementerio más grande del mundo.
Creo que la última vez les dije que leí un libro en español que se llama Hermanito, es pequeñito, se lee rápido, creo que seguramente ha sido traducido al francés y también al italiano. Se lee enseguida, en dos horas. Es la historia de un chico de África, no sé si de Tanzania o de dónde era, que, siguiendo los pasos de su hermano, llegó a España. ¡Cinco esclavitudes sufrió antes de embarcarse! Y mucha gente, él lo relata, es llevada por la noche a esos barcos —no a esas grandes naves que tienen otra función— y si no quieren subirse: ¡pum, pum! y los dejan en la playa. Realmente es una dictadura, las esclavitudes, lo que hace esa gente [los traficantes] y luego está el riesgo de morir en el mar. Si tienes tiempo lee esto, que es importante.
La política de migrantes debe ser consensuada entre todos los países, no se puede hacer una política sin consenso, y la Unión Europea debe tomar en mano una política de colaboración y de ayuda, no puede dejar a Chipre, Grecia, Italia y España, la responsabilidad de todos los migrantes que llegan a las playas. La política de los gobiernos hasta ahora ha sido la de salvar vidas, eso es cierto. Hasta cierto punto se hizo así y creo que este gobierno (italiano) tiene la misma política, no es inhumano. Los detalles no los conozco, pero no creo que quiera que se marchen. Creo que ya ha hecho desembarcar a los niños, a las madres, a los enfermos, creo que les haya hecho desembarcar —creo, por lo que he oído—, al menos la intención estaba. Italia, pensemos aquí, este gobierno, o pensemos una izquierda, no puede hacer nada sin el acuerdo con Europa, la responsabilidad es europea.
Y luego me gustaría mencionar otra responsabilidad europea: África. Creo que esto lo dijo una de las grandes estadistas que tuvimos y tenemos, Merkel: ella dijo que el problema de los migrantes debe ser resuelto en África. Pero si pensamos en África con el lema “África debe ser explotada”, es lógico que los migrantes, la gente huya de esa explotación. Debemos, Europa debe intentar hacer planes de desarrollo para África. Pensar que algunos países de África no son dueños de su propio subsuelo, ¡que siguen dependiendo de las potencias colonialistas! Es una hipocresía resolver el problema de los migrantes en Europa, no, vayamos a resolverlos también a su casa. La explotación de la gente en África es terrible por este concepto. El 1 de noviembre, el día de los Santos, tuve un encuentro con estudiantes universitarios de África, el mismo que tuve con la Universidad de Loyola en Estados Unidos. ¡Esos estudiantes tienen una capacidad, una inteligencia, una criticidad, un deseo de ir adelante! Pero a veces no pueden por la fuerza colonialista que tiene Europa en sus gobiernos. Si queremos resolver definitivamente el problema de los migrantes, resolvamos el de África. Los migrantes que vienen de otros lugares son menos; vayamos a África, ayudemos a África, vamos adelante.
El nuevo gobierno comienza ahora, yo estoy aquí para desearle lo mejor. Yo siempre le deseo lo mejor a un gobierno porque el gobierno es para todos. Y le deseo lo mejor para que saque a Italia adelante y a todos los demás que están en contra del partido ganador que colaboren con criticidad, con ayuda, pero un gobierno de colaboración, no un gobierno donde dan vuelta la cara, te hacen caer si no te gusta una cosa u otra. Por favor, en esto hago un llamamiento a la responsabilidad. Dime, ¿es justo que desde principios de siglo hasta ahora Italia haya tenido 20 gobiernos? ¡Terminemos con estas bromas!
Matteo Bruni
Hacemos la última pregunta, de Ludwig Ring-Eifel, de la Agencia de prensa católica alemana.
Ludwig Ring-Eifel (Centrum informationis Catholicum)
También yo quiero decir algo personal primero, porque me siento muy emocionado, porque después de una pausa de 8 años estoy de vuelta en el vuelo papal. Estoy muy agradecido de estar aquí de nuevo.
Papa Francisco
Bienvenido de nuevo.
Ludwig Ring-Eifel
Gracias, un placer volver a encontrarlo. En el grupo alemán somos pocos, sólo tres en este vuelo, y pensamos: ¿cómo podemos establecer una conexión entre lo que vimos en Baréin y la situación en Alemania? Porque en Baréin vimos una Iglesia pequeña, un rebaño pequeño, una Iglesia pobre, con muchas restricciones, etc., pero una Iglesia viva, llena de esperanza, que crece. En Alemania, en cambio, tenemos una Iglesia grande, con grandes tradiciones, rica, con teología, dinero y todo, pero que pierde trescientos mil creyentes cada año, que se van, que está en profunda crisis. ¿Hay algo que aprender de este pequeño rebaño que vimos en Baréin para la gran Alemania?
Papa Francisco
Alemania tiene una antigua historia religiosa. Citando a Hölderlin diría: “Vieles haben sie verlernt, vieles” (Muchas cosas han olvidado, muchas). La historia religiosa de ustedes es grande y complicada, de luchas. A los católicos alemanes les digo: Alemania tiene una gran y hermosa Iglesia Evangélica; yo no quisiera otra, que no será tan buena como esa; pero la quiero Católica, a la manera católica, en fraternidad con la Evangélica. A veces se pierde el sentido religioso del pueblo, del santo pueblo fiel de Dios, y se cae en discusiones eticistas, discusiones de coyuntura, en las discusiones políticas eclesiásticas, en las discusiones que son consecuencias teológicas, pero que no son el núcleo de la teología. ¿Qué piensa el santo pueblo fiel de Dios? ¿Cómo se siente el pueblo santo de Dios? Ir allí a buscar qué piensa, cómo siente, esa religiosidad sencilla, que se encuentra en los abuelos. No digo volver hacia atrás, no; sino a la fuente de inspiración, a las raíces. Todos tenemos una historia de raíces de la fe; también los pueblos la tienen, ¡es necesario reencontrarla! Me viene a la mente aquella frase de Hölderlin para nuestra edad: Dass dir halte der Mann, was er als Knabe gelobt (El anciano debe mantener lo que prometió de niño). Nosotros en nuestra juventud, en nuestra esperanza prometimos muchas cosas, muchas cosas. Ahora nos metemos en discusiones éticas, en discusiones coyunturales. Pero la raíz de la religión es la “bofetada” que te da el Evangelio, el encuentro con Jesucristo vivo, y a partir de ahí las consecuencias, todas; a partir de ahí la valentía apostólica; a partir de ahí ir a las periferias, incluso a las periferias morales de la gente para ayudarla, pero siempre a partir del encuentro con Jesucristo. Si no hay encuentro con Jesucristo habrá un eticismo disfrazado de cristianismo. Esto es lo que quería decir, desde el corazón. Gracias.
Les deseo un buen almuerzo y buena llegada a Roma. Y les pido que recen por mí. Yo lo haré por ustedes. Gracias por su colaboración.
Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana