ENTREGA DEL "PREMIO RATZINGER"
DISCURSO DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Sala Clementina
Sábado, 9 de noviembre de 2019
Queridos hermanos y hermanas:
Tengo el placer de otorgar personalmente también este año los “Premios Ratzinger”. Es una grata circunstancia para mí. Expreso ante todo mi aprecio a las dos ilustres personalidades que nos han sido presentadas por el cardenal Amato, Presidente del Comité Científico de la Fundación Joseph Ratzinger–Benedicto XVI. Saludo con gratitud al Prof. Charles Taylor y al P. Paul Béré, S.J., así como a sus familiares y a cuantos los estiman y acompañan en este momento de celebración, y a los dirigentes y amigos de la Fundación.
Pero también me alegra tener esta hermosa oportunidad de expresar una vez más mi estima y afecto por mi predecesor, el querido Papa Emérito Benedicto XVI.
Le manifestamos nuestra gratitud por la enseñanza y el ejemplo que nos ha dado al servir a la Iglesia reflexionando, pensando, estudiando, escuchando, dialogando, orando, para que nuestra fe permanezca viva y consciente no obstante el cambio de los tiempos y de las situaciones, y para que los creyentes puedan dar cuenta de su fe en un lenguaje capaz de ser comprendido por sus contemporáneos y entrar en diálogo con ellos, para buscar juntos los caminos del encuentro con Dios en nuestro tiempo.
Este ha sido siempre el intenso deseo de Joseph Ratzinger, teólogo y pastor que nunca se ha encerrado en el ámbito de una cultura puramente conceptual y desencarnada, sino que nos ha dado el ejemplo de una búsqueda de la verdad en la que la razón y la fe, la inteligencia y la espiritualidad, están continuamente integradas. Todas las disciplinas y artes concurren en este sentido a dar su contribución al crecimiento del ser humano hacia su plenitud, la cual se halla, finalmente, sólo en el encuentro con la persona viva de Jesucristo, el Logos encarnado, la revelación de Dios que es amor.
Estar y permanecer en diálogo activo con las culturas, que cambian con el paso del tiempo y se diversifican en las diferentes partes del mundo, es un deber para la teología, pero al mismo tiempo es una condición necesaria para la vitalidad de la fe cristiana, para la misión de evangelización de la Iglesia.
En esta perspectiva, nuestros dos galardonados han hecho una contribución notable, que hoy reconocemos manifestándoles nuestra admiración y nuestra gratitud.
En el curso de su larga vida de investigación, enseñanza y acción, el profesor Taylor ha abarcado muchos campos, pero en particular ha dedicado el esfuerzo de su mente y de su corazón a comprender el fenómeno de la secularización en nuestro tiempo que plantea, efectivamente, un gran desafío para la Iglesia Católica, todavía más, para todos los cristianos y podemos decir para todos los creyentes en Dios. El Papa Benedicto XVI nos ha repetido muchas veces que la prioridad de su pontificado era volver a anunciar a Dios ―el Dios de Jesucristo― en un momento en el que parece haber llegado al ocaso en vastas áreas de la humanidad. De hecho, pocos estudiosos se han planteado la cuestión de la secularización tan ampliamente como el Profesor Taylor. Le agradecemos la profundidad con la que lo ha abordado, analizando cuidadosamente el desarrollo de la cultura occidental, los movimientos del espíritu humano a lo largo del tiempo, identificando las características de la modernidad en su compleja articulación, en las sombras y en las luces. Así nos ayuda a leer de una forma no reductiva las razones de los cambios que se han producido en la práctica religiosa; nos invita a intuir y a buscar nuevas formas de vivir y expresar las dimensiones trascendentes del alma humana, las dimensiones espirituales en las que el Espíritu Santo sigue actuando aun cuando a primera vista no nos damos cuenta de ello. Todo esto nos permite confrontarnos con la secularización occidental de una manera que no sea superficial o fatalista y desalentada. Y esto es necesario no sólo para una reflexión sobre la cultura de nuestro tiempo, sino sobre todo para un diálogo y un discernimiento en profundidad en su contexto, para asumir las actitudes adecuadas para vivir, testimoniar, expresar y anunciar la fe en nuestro tiempo.
El Padre Paul Béré es el primer africano en recibir el Premio Ratzinger y es un estimado estudioso de la Sagrada Escritura. Con este reconocimiento me complace expresar mi aprecio y mi aliento a todos aquellos que se esfuerzan por la inculturación de la fe en África con una contribución de estudio original y profunda. En los primeros siglos del cristianismo, el norte de África dio a la Iglesia figuras gigantescas ―como Tertuliano, Cipriano, Agustín― pero luego la difusión del Islam y, más tarde, siglos de colonialismo impidieron una verdadera inculturación africana del mensaje cristiano hasta la segunda mitad del siglo pasado. Por lo tanto, la teología africana contemporánea es todavía joven, pero se presente dinámica y rica en promesas. El Padre Béré nos da un ejemplo de ello al trabajar en la interpretación de los textos del Antiguo Testamento en un contexto de cultura “oral”, aprovechando así la experiencia de las culturas africanas y esforzándose en el conocimiento, la comprensión y la acogida en el contexto africano de los Sínodos en los que ha participado.
En su gran Exhortación Apostólica Evangelii Nuntiandi, el Santo Padre Pablo VI afirmaba: «Evangelizar significa para la Iglesia llevar la Buena Nueva a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad» (n. 18). Esto vale para todas las culturas: el acceso a la dimensión de la humanidad en pos de la redención debe buscarse en todas las direcciones, con creatividad, con imaginación; debe expresarse con los lenguajes apropiados en todos los ámbitos y espacios en los que la humanidad vive sus penas, sus alegrías, sus esperanzas.
En este sentido, aunque los dos galardonados proceden de continentes y culturas diferentes, su mensaje es mucho más similar de lo que parece a primera vista. En la variedad de culturas, en su diversidad de tiempo y de espacio, se puede y se debe buscar y encontrar siempre el camino hacia Dios y hacia el encuentro con Cristo. Este ha sido y es el compromiso del Profesor Taylor y del Padre Béré, esta es la misión de todos aquellos que, siguiendo las enseñanzas del teólogo Joseph Ratzinger y del Papa Emérito Benedicto XVI, se proponen ser “cooperadores de la Verdad”.
Por lo tanto, deseo a los galardonados y a todos los presentes que puedan continuar su camino con entusiasmo y alegría. Gracias.
Boletín de la Oficina de Prensa de la Santa Sede, 9 de noviembre de 2019.
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