VIDEOMENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
PARA EL ENCUENTRO NACIONAL DE "MANOS ABIERTAS"
[SANTA FE, 7-9 DE OCTUBRE DE 2016]
Queridos amigos y amigas de “Manos Abiertas”,
están reunidos en este Encuentro Nacional que tiene como tema: “Misericordia, un viaje del corazón a las manos”. Tomamos dos textos del Evangelio: cuando el Buen samaritano encuentra a ese hombre en el camino, dice el Evangelio que siente compasión en el corazón, y después, se bajó del caballo, lo tocó, lo curó; la compasión del corazón lo llevó a hacer un trabajo con sus manos. Otra escena del Evangelio nos habla de Jesús, a la puerta de la ciudad de Naím, que ve salir ese cortejo fúnebre de un joven hijo de la madre viuda, y la madre atrás; y sintió compasión por esa madre sola, se acercó, le dijo: “No llores”; y empezaron a actuar sus manos, después tocó el cajón, y dijo: “Joven, levántate”. Un viaje del corazón a las manos. Así es Jesús, así nos enseña el Evangelio: a hacer, pero desde el corazón.
El corazón, sea el del Buen samaritano como el de Jesús, fue tocado por la miseria: la miseria que vio allí, la miseria de esa madre viuda que vio Jesús, esa miseria de dolor, y la miseria de ese hombre apaleado que vio el samaritano. El corazón se junta con la miseria del otro y eso es misericordia. Cuando la miseria del otro entra en mi corazón siento misericordia, que no es lo mismo de tener lástima, la lástima es otro sentimiento. Yo puedo tener lástima frente a un animal herido o a una situación, pero misericordia es otro sentimiento, es cuando la miseria del otro, o una situación de dolor, o de miseria, se me metió en el corazón y yo permití que esa situación tocara mi corazón. Yo diría: es el viaje de ida, el viaje de la miseria al corazón. Y este es el camino: no hay misericordia si no se parte del corazón, un corazón herido por la miseria del otro, por una situación dolorosa del otro, un corazón que se deja herir.
Es distinto tener buenos sentimientos, eso no es misericordia, son buenos sentimientos. Es distinto hacer filantropía con las manos, eso no es misericordia, es bueno, es bueno, no es malo hacer filantropía, pero no es misericordia, es otra cosa. Misericordia es ese viaje de ida desde la miseria a mi corazón, asumida por mi corazón, que conmueve mi corazón y que, a veces, lo conmueve de tal manera que el corazón es como una brújula en el Polo Norte, no sabe dónde está parado por eso que está sintiendo.
Claro, alguno de ustedes me puede preguntar: ¿Padre, cómo se tiene misericordia y no lástima? Bueno, primero hay que pedir la gracia de tener misericordia, es una gracia, y se la tienen que pedir al Señor. Pero el único camino para tener la misericordia es a través del propio pecado reconocido por uno y perdonado por el Señor, a través del pecado reconocido y perdonado. Solo se puede ser misericordioso si uno se siente realmente misericordiado por el Señor, sino no podés ser misericordioso. Si vos sentís que tu pecado es asumido, perdonado, olvidado por Dios, sos misericordiado, y desde ese ser misericordiado, podrás ser misericordioso. Si la misericordia no parte de tu corazón así, no es misericordia.
Y aquí empieza el viaje de vuelta. Si el viaje de ida fue dejarme herir el corazón por la miseria de los demás, el viaje estable en mi corazón es reconocer mi pecado, mi miseria, mi bajeza y se sentirme perdonado y misericordiado por el Señor, ahora empieza el viaje de vuelta, del corazón hacia las manos. Y así el camino va desde mi miseria misericordiada, a la miseria del otro; desde mi miseria amada por Dios, al amor de la miseria del otro; desde mi miseria amada en mi corazón, a la expresión con mis manos, y eso es misericordia. Misericordia es un viaje del corazón a las manos. ¿Qué hago, abro las manos o mi corazón? Las dos cosas. Dejate herir el corazón por la miseria, por la de los otros y por la tuya; dejate misericordiar y empezá el viaje de vuelta, y con tus manos misericordiá a los demás derrochando misericordia y amor.
Que Dios los bendiga y les haga pasar un encuentro fecundo, fructuoso para toda la comunidad de “Manos Abiertas”. Y por favor, no se olviden de rezar por mí.
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