MENSAJE DEL SANTO PADRE FRANCISCO
POR EL 70 ANIVERSARIO DE LA DEPORTACIÓN DE LOS JUDÍOS DE ROMA,
OCURRIDA EL 16 DE OCTUBRE DE 1943
[16 de octubre de 2013]
Ilustre rabino jefe,
estimados miembros de la Comunidad judía de Roma:
Deseo unirme, con la cercanía espiritual y la oración, a la conmemoración del septuagésimo aniversario de la deportación de los judíos de Roma. Mientras volvemos con la memoria a aquellas trágicas horas de octubre de 1943, es nuestro deber tener presente ante nuestros ojos el destino de aquellos deportados, percibir su miedo, su dolor, su desesperación, para no olvidarlos, para mantenerlos vivos, en nuestro recuerdo y en nuestra oración, junto a sus familias, a sus parientes y amigos, que lloraron su pérdida y quedaron espantados frente a la barbarie a la que puede llegar el ser humano.
Hacer memoria de un evento, en cambio, no significa sencillamente tener un recuerdo; significa también y sobre todo esforzarnos en comprender cuál es el mensaje que ello representa para nuestro hoy, de forma que la memoria del pasado pueda enseñar al presente y convertirse en luz que ilumina el camino del futuro. El beato Juan Pablo II escribía que la memoria está llamada a cumplir un papel necesario «en el proceso de construcción de un futuro en el cual la inefable iniquidad de la Shoah no vuelva a ser nunca posible» (Carta introductoria al documento: Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo, Nosotros recordamos. Una reflexión sobre la Shoah, 16 de marzo de 1998) y Benedicto XVI en el campo de concentración de Auschwitz afirmaba que «el pasado no es sólo pasado. Nos atañe también a nosotros y nos señala qué caminos no debemos tomar y qué caminos debemos tomar» (Discurso, 28 de mayo de 2006).
Por lo tanto la conmemoración del día podría ser definida como una memoria futuri, un llamamiento a las nuevas generaciones a no aplanar la propia existencia, a no dejarse arrastrar por ideologías, a no justificar jamás el mal que encontramos, a no bajar la guardia contra el antisemitismo y contra el racismo, cualquiera que sea su procedencia. Deseo que de iniciativas como ésta puedan tejerse y alimentarse redes de amistad y de fraternidad entre judíos y católicos en esta amada ciudad nuestra de Roma.
Dice el Señor por boca del profeta Jeremías: «Sé muy bien lo que pienso hacer con vosotros: designios de paz y no de aflicción, daros un porvenir y una esperanza» (Jr 29, 11). Que el recuerdo de las tragedias del pasado se convierta para todos en compromiso por adherirnos con todas nuestras fuerzas al futuro que Dios quiere preparar y construir para nosotros y con nosotros.
Shalom!
Ciudad del Vaticano, 11 de octubre de 2013
FRANCISCO
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