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BIENAVENTURADA VIRGEN MARÍA DE GUADALUPE

SANTA MISA

HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO

Basílica de San Pedro 
Jueves, 12 de diciembre de 2024

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Mirando la imagen de María, María de Guadalupe embarazada, que anuncia el nacimiento del Salvador, como madre.

Con qué ternura le dice al Indio: «No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?» (Nican Mopohua, 118-119). Aquí se revela la maternidad de María. Y sobre este misterio de Guadalupe, que lamentablemente tantas ideologías han querido derivar para sacar provecho ideológico, me vienen en mente tres cosas sencillas, pero que hacen al mensaje: la tilma, la Madre y la rosa. Cosas muy sencillas.

La maternidad de María queda grabada en esa tilma sencilla. La maternidad de María se muestra con la belleza de las rosas que el Indio encuentra y lleva; y la maternidad de María hace el milagro de llevar la fe a los corazones, un poco incrédulos, de los prelados.

La tilma, la rosa, el Indio. Todo lo que se diga del misterio guadalupano, más allá de esto, es mentira, es querer usarlo para ideologías. El misterio guadalupano es para venerarla, y para escuchar en nuestros oídos: «¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Y eso hay que escucharlo en todos los momentos de la vida: los diversos momentos difíciles de la vida, los momentos felices de la vida, los momentos cotidianos de la vida. «No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Y este es el mensaje guadalupano. Lo demás, son ideologías.

Nos vamos con la imagen de la Señora en la tilma del Indio; y escuchando, como en una cantinela, que con voz repetitiva nos dice: «No tengas miedo, ¿acaso no estoy yo aquí, que soy tu Madre?». Que así sea.



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