ORDENACIÓN EPISCOPAL DE S.E. MONS. FERNANDO VÉRGEZ ALZAGA, L.C.,
OBISPO TIT. DE VILLAMAGNA DI PROCONSOLARE
SECRETARIO GENERAL DE LA GOBERNACIÓN DEL ESTADO DE LA CIUDAD DEL VATICANO
HOMILÍA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
Basílica Vaticana
Viernes 15 de noviembre de 2013
L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española n. 47 del 22/11/2013
Un cargo delicado ha confiado «de modo especial» el Papa Francisco al secretario general de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano, el español Fernando Vérgez Alzaga, el día que recibió la ordenación episcopal: «la atención pastoral de los trabajadores del Vaticano». Para ellos, dijo, deberá ser «padre y hermano», «con auténtico amor y ternura».
Casi un programa episcopal, por lo tanto, el indicado por el Pontífice a monseñor Vérgez Alzaga durante la celebración que tuvo lugar el viernes 15 de noviembre, por la tarde, en la basílica de San Pedro con la presencia de muchísimos empleados de la Gobernación y de la Santa Sede, y de casi seiscientos Legionarios de Cristo, hermanos de la congregación del neo-obispo.
El Santo Padre pronunció en esencia la homilía ritual prevista en la edición italiana del Pontifical Romano para la ordenación de obispos, homilía que el Papa completó con algunos añadidos personales. Invitó al prelado a seguir, en el cumplimiento del cargo —que desempeña desde el 30 de agosto—, el ejemplo del Buen Pastor, «que conoce a sus ovejas, ellas le conocen y por ellas no dudó en dar la vida». Un amor «de padre y de hermano» respecto a «todos aquellos que Dios te confía», agregó, «ante todo los presbíteros y los diáconos, tus colaboradores en el ministerio», pero también «los pobres, los indefensos y cuantos necesitan acogida y ayuda». Sin olvidar «exhortar a los fieles a cooperar en el compromiso apostólico, escuchándoles de buen grado».
El Santo Padre destacó luego cómo el episcopado es «el nombre de un servicio, no de un honor», puesto que al obispo «le compete más servir que dominar, según el mandamiento del Maestro: “Quien es el más grande entre vosotros, sea como el más pequeño, y quien gobierna como el que sirve”». Dirigiéndose una vez más a monseñor Vérgez Alzaga, «elegido por el Señor», el Papa Francisco le invitó a reflexionar en el hecho de haber sido elegido «entre los hombres y para los hombres», y de haber sido constituido «en las cosas que se refieren a Dios».
El Santo Padre se dejó llevar por muchos recuerdos que volvían a aflorar en ese momento en su memoria. En especial, dijo, el del «gran servicio de ternura y caridad» que precisamente el nuevo obispo ofreció como secretario al cardenal Eduardo Francisco Pironio (1920-1998), antes obispo de Mar del Plata en Argentina, luego prefecto de la Congregación para los religiosos y, por último, presidente del Consejo pontificio para los laicos. «Estoy seguro —añadió— que él está entre nosotros en este momento, y se alegra». Por este servicio prestado al siervo de Dios Pironio, el Papa Francisco «en nombre de la Iglesia», agradeció «una vez más» a monseñor Vérgez Alzaga: un «servicio humilde y silencioso el suyo, un servicio de hijo y de hermano».
El Papa Bergoglio recordó luego «con alegría la amistad», también la fraternidad, con el cardenal Antonio Quarracino (1923-1998) —arzobispo de Buenos Aires desde 1990 hasta su muerte—, que «te quería mucho». Y con tono confidencial agregó: «Te confieso que hoy, al escuchar estos cantos tan bellos, no puedo no pensar en las religiosas benedictinas de Victoria», en la provincia argentina de Buenos Aires, quienes «en este momento siguen esta ceremonia. Estás bien acompañado».
Ante dieciocho cardenales, entre ellos Angelo Sodano, decano del Colegio cardenalicio, y los treinta y tres obispos que concelebraron, el Papa Francisco invitó al prelado a recordar que «en la Iglesia católica, congregada en el vínculo de la caridad, estás unido al colegio de los obispos y debes llevar en ti la solicitud por todas las Iglesias, socorriendo generosamente a las que están más necesitadas de ayuda». En especial, le pidió que vigile «con amor y con misericordia grande por todo el rebaño, en el que el Espíritu Santo te coloca para guiar a la Iglesia de Dios».
Iglesia que, a través del arzobispo Angelo Becciu, sustituto de la Secretaría de Estado, presentó el elegido al Santo Padre para pedirle la ordenación episcopal. Co-ordenantes el cardenal Giuseppe Bertello, presidente de la Gobernación, y el obispo Bryan Farrell, Legionario de Cristo y secretario del Consejo pontificio para la promoción de la unidad de los cristianos. El servicio litúrgico estuvo a cargo de unos quince Legionarios de Cristo, mientras que en el momento de la presentación de los dones subieron al altar algunos familiares de monseñor Vérgez Alzaga. Asistieron al rito los cardenales De Paolis, Lajolo, Coppa, Herranz y Montezemolo. Entre los concelebrantes, numerosos prelados de la Curia romana. Entre ellos, monseñor Peter Bryan Wells, asesor de la Secretaría de Estado. Animó la liturgia el coro de la Capilla Sixtina, dirigido por monseñor Massimo Palombella, acompañado por el coro guía «Mater Ecclesiae». El Papa llegó a la basílica acompañado por el arzobispo Georg Gänswein, prefecto de la Casa pontificia.
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