PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
Con el fermento del Espíritu
Viernes, 19 de octubre de 2018
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 29, viernes 19 de julio de 2019
Listos para corregirse cuando se cometen errores, para levantarse cuando se cae, para arrepentirse cuando se peca, pero siempre adelante con «la levadura del Espíritu Santo», siempre alegres porque «se ha prometido una gran felicidad»: aquí está el perfil del cristiano: muy lejos de la triste hipocresía de quienes solo piensan en mostrarse bien, esbozado por el Papa Francisco en la misa celebrada el viernes 19 de octubre en Santa Marta.
«La liturgia de hoy nos muestra a dos personas diferentes, que crecen de manera diferente: de manera opuesta entre sí», señaló de inmediato el Papa. Francisco explicó que «en el Evangelio, Jesús habla de la levadura “que nos hace crecer”: usó esta palabra en otro pasaje del Evangelio, cuando explicaba el reino de Dios». De hecho, recordó el Papa refiriéndose al pasaje litúrgico de Lucas (12, 1-7), «la levadura hace crecer la masa, la harina para hacer pan, pero aquí, hablamos de una levadura mala, una levadura que en vez de hacer crecer, causa ruina. Lo hace crecer, pero hacia adentro».
«Es la levadura de los fariseos, de los doctores de la ley de esa época, de los saduceos», explicó el pontífice. Y, de hecho, Jesús «le dice a la gente: “ten cuidado, ten cuidado con la levadura de los fariseos, que es hipocresía”» porque «estas personas han hecho una acción de crecimiento pero no hacia el exterior: no, hacia adentro, cerradas en sí mismas, custodiadas por las apariencias». Son personas, insistió Francisco, que «se preocupan por las apariencias: cómo aparecen: deben verme bien y así hago como que sufro cuando ayuno —como dice Jesús— y cuando doy limosna hago sonar la trompeta».
En otras palabras, dijo Francisco, «su preocupación es preservar lo que tienen dentro: su propio egoísmo; que nadie los moleste; la seguridad». Y «cuando hay algo que los pone en dificultad, miran hacia otro lado».
En este sentido, el Papa sugirió pensar, refiriéndose nuevamente al Evangelio, «en ese hombre que había sido herido y dejado medio muerto por bandidos en el camino, y esas personas miran hacia otro lado». La misma actitud que tienen «cuando ven a un leproso: se van lo antes posible para no volverse impuros». Y al hacerlo, «mantienen lo que está dentro, y crecen hacia adentro, porque crean leyes internas —todo— y por fuera siempre la apariencia».
«Esta levadura —dice Jesús— es peligrosa. Cuidado. Es hipocresía», continuó Francisco. De hecho, el Señor «no tolera la hipocresía: ese parcer bueno, con hermosas formas de educación incluso, pero con malos hábitos dentro». Y «el mismo Jesús dice: “desde fuera sois hermosos, como los sepulcros, pero dentro hay putrefacción o hay destrucción, hay ruinas”». Por lo tanto, remarcó el Papa, «esta levadura que crece hacia adentro es una levadura que nos hace crecer sin futuro, porque en el egoísmo, al dedicarse a sí mismos, no hay futuro, no hay futuro».
«En cambio, otro tipo de persona es la que vemos con otra levadura, que es lo opuesto, y nos hace crecer hacia el exterior», explicó el Pontífice. «De hecho, lo que nos hace crecer como herederos, para tener una herencia», agregó, refiriéndose a la carta de San Pablo a los Efesios (1, 11-14), propuesta como primera lectura: «Hermanos en Cristo también hemos sido hechos herederos, predestinados» y es decir, explicó el Papa, «proyectados hacia el exterior».
Por lo tanto, dijo Francisco, «estas personas tienen una levadura —todavía no sabemos cuál es— que las hace crecer hacia el exterior». E incluso si «a veces cometen errores, se corrigen; a veces caen pero se levantan de nuevo; a veces pecan, pero se arrepienten». Pero «siempre hacia el exterior, hacia esa herencia, porque ha sido prometida». Además, el Papa dijo: «estas personas son personas alegres, porque se les ha prometido una gran felicidad: serán gloria, alabanza de Dios».
Según Pablo, continuó Francisco, «la levadura de estas personas es el Espíritu Santo, que nos exhorta a ser alabanza de su gloria, de la gloria de Dios: “Usted ha recibido el sello del Espíritu Santo, que fue prometido, que es la fianza de nuestra herencia”». Esto significa, explicó, que «tenemos la fianza, ahora vamos hacia el conjunto y esperamos la redención completa».
Jesús, reiteró el Papa, «nos quiere así: siempre en el camino con la levadura del Espíritu Santo que nunca nos hace crecer hacia adentro, como los doctores de la ley, como los hipócritas». Porque «el Espíritu Santo te empuja, te empuja hacia el horizonte». Y precisamente de esta manera el Señor «quiere que sean los cristianos: personas que siempre avanzan, con dificultad, con sufrimiento, con problemas, con caídas, pero siempre adelante con la esperanza de encontrar la herencia, porque tienen la levadura que es anticipo, que es el Espíritu Santo».
«Dos personas» por lo tanto, resumió el pontífice. El primero es «uno que, guiado por su propio egoísmo, crece hacia adentro: tiene una levadura, el egoísmo, que lo hace crecer hacia adentro y solo se preocupa de aparecer bien, de parecer equilibrado, bien». En resumen, «que no se vean los malos hábitos que tienen: son los hipócritas, y Jesús dice: “cuidado”» con ellos.
La otra persona, en cambio, está formada por cristianos. O más bien, reconoció el Papa, «debemos ser cristianos, porque también hay cristianos hipócritas que no aceptan la levadura del Espíritu Santo». Precisamente «por esta razón Jesús nos advierte: “Cuidado con la levadura de los fariseos”». No debe olvidarse que «la levadura de los cristianos es el Espíritu Santo, que nos empuja, nos hace crecer, con todas las dificultades del viaje, incluso con todos los pecados, pero siempre con esperanza». Y «el Espíritu Santo es precisamente el anticipo de esa esperanza, de esa alabanza, de ese gozo». Por esta razón, «en el corazón estas personas, que tienen el Espíritu Santo como levadura, están felices, incluso en sus problemas y dificultades». En cambio, «los hipócritas han olvidado lo que significa estar alegre».
«Que el Señor nos conceda la gracia —concluyó Francisco— para seguir adelante siempre con la levadura del Espíritu Santo, que nos empuja hacia esa herencia que el Señor ha preparado para todos».
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