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PAPA FRANCISCO

MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

La memoria cristiana es la sal de la vida

Jueves, 7 de junio de 2018

 

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 27, viernes 6 de julio de 2018.

 

Es entre «memoria y esperanza» donde podemos «encontrar a Jesús». Y el Papa Francisco sugirió tres consejos prácticos para no ser «cristianos desmemoriados» y por lo tanto incapaces de dar «sal a la vida»: acordarse de los primeros encuentros con el Señor, de quien nos ha transmitido la fe —comenzando por los padres y por los abuelos— y de la ley de Dios. Sobre estas indicaciones para «ir atrás para ir adelante» el Pontífice centró la misa celebrada el jueves 7 de junio en Santa Marta. Proponiendo también un examen de conciencia.

Francisco hizo notar que «en la primera lectura Pablo llama la atención de Timoteo sobre la memoria: «Hijo mío, acuérdate de Jesucristo». Y, siempre refiriéndose a la segunda Carta de Pablo a Timoteo (2, 8-15), el Papa hizo también presente que el apóstol, «más adelante», relanza escribiendo: «recuerda estas cosas».

En definitiva, Pablo «hace una exhortación para que» Timoteo «vaya atrás con la memoria para encontrar a Jesucristo y la memoria, como está presentada en la Biblia, no es un pensamiento, diremos, un poco romántico, como decir “los tiempos pasados han sido mejores”». No, explicó el Papa, «la memoria es un ir atrás para encontrar fuerzas y poder caminar hacia delante». Es más, «la memoria cristiana es siempre un encuentro, un encuentro con Jesucristo». Por eso Pablo escribe a Timoteo: «Acuérdate de Jesucristo, enseña estas cosas».

«La memoria cristiana es como la sal de la vida: sin memoria no podemos ir adelante» afirmó el Pontífice. Tanto que «cuando nosotros encontramos cristianos “desmemoriados”, inmediatamente vemos que han perdido el sabor de la vida cristiana y han terminado» por ser «personas que cumplen los mandamientos pero sin la mística, sin encontrar a Jesús». En cambio, «a Cristo debemos encontrarlo en la vida».

«Me han venido a la mente tres situaciones en las cuales podemos encontrar a Jesús» confió el Papa indicándolas: «En los primeros momentos, así los llamo yo; en nuestros jefes, en nuestros antepasados; y en la ley».

«Acuérdate de Jesucristo en los primeros momentos», por lo tanto, es la primera indicación. Y «la Carta a los Hebreos es clara en esto: “Recordad aquellos primeros tiempos, después de vuestra conversión”», un momento en el que «erais tan fervorosos», fervientes.

Por el resto, dijo el Pontífice «cada uno de nosotros tiene tiempos de encuentro con Jesús». Y «en nuestra vida hay uno, dos, tres momentos en los que Jesús se ha acercado, se ha manifestado». Y es importante, hizo presente el Papa, «no olvidar estos momentos: debemos ir atrás y retomarlos porque son momentos de inspiración, donde encontramos a Jesucristo». En esta perspectiva Francisco hizo nuevamente referencia a la carta a los hebreos: «Fijad los ojos, fijad la mirada en Jesucristo, que es el creador y el consumador de la fe; recordad a aquel que ha sufrido tanta hostilidad». Por lo tanto, es la invitación del Papa, «siempre pensar en Jesucristo pero en los momentos: cada uno de nosotros tiene momentos así, cuando ha encontrado a Jesucristo, cuando ha cambiado de vida, cuando el Señor le ha hecho ver la propia vocación, cuando el Señor lo visitó en un momento difícil».

Y «tenemos estos momentos en nuestros corazones: busquemos, contemplamos estos momentos», dijo el Pontífice. Renovando la exhortación a tener «recuerdo de aquellos momentos en los que me encontré con Jesucristo, recuerdo de aquellos momentos en que Jesucristo se encontró conmigo». Porque esos momentos, explicó, «son la fuente del viaje cristiano, la fuente que me dará la fuerza». Por lo tanto, es importante «volver siempre a esos momentos para recuperar la fuerza y poder avanzar».

En ese momento, lanzó el Papa «cada uno puede preguntarse: ¿Yo recuerdo aquellos momentos de encuentro con Jesús, cuando me cambió la vida, cuando me prometió algo?». Y «si no los recordamos, busquémoslos: cada uno de nosotros los tiene, busquémoslos».

La segunda situación para el «encuentro con Jesús» es la «memoria de nuestros antepasados» afirmó Francisco. Y «la Carta a los Hebreos es clara sobre esto: “Recordad a vuestros amos, aquellos que os han enseñado la fe”, a aquellos que me han transmitido la fe». Sobre todo, continuó el Pontífice, en la misma Carta propuesta por la liturgia «un poco más adelante Pablo vuelve sobre esto y le dice a Timoteo: “Recuerda a tu madre y a tu abuela que te han transmitido la fe”».

El apóstol indica «el ejemplo de nuestros amos, de nuestras raíces, de aquellos que nos han dado la fe». Porque, hizo notar el Papa, «la fe nosotros no la hemos recibido por correo». Ha habido «hombres y mujeres que nos han transmitido la fe. Tanto que se lee todavía en la Carta a los Hebreos: «Mirad a aquellos que son una multitud de testimonios y tomad fuerza de ellos, ellos que han sufrido el martirio, muchas cosas».

Seguramente podamos recibir la fe, añadió Francisco, también de aquellos «que son los más cercanos a nosotros, como dice aquí Pablo a Timoteo: tu madre, tu abuela, aquellos que nos han dado la fe». Con la conciencia de que «siempre cuando el agua de la vida se convierte un poco turbia es importante ir a la fuente y encontrar en la fuente la fuerza para ir adelante».

En esta dirección, el Pontífice propuso: «podemos preguntarnos: remito la memoria a nuestros líderes, a mis antepasados; ¿Soy un hombre, una mujer con raíces o he sido desarraigado y desarraigada? ¿Vivo solo en el presente? Y si es así, es aconsejable «pedir de inmediato la gracia para volver a las raíces, a las personas que nos han dado la fe, que nos han transmitido la fe: “Recuerden a sus antepasados”».

«El tercer punto para recordar es la ley», dijo Francisco. Y refiriéndose al pasaje del Evangelio de Marcos 12, 28-34, explicó que «Jesús recuerda la ley», repitiendo claramente que «el primer mandamiento es: “¡Escucha, Israel! El Señor, nuestro Dios”». Sí, «¡escucha, Israel!» es una «palabra que se repite tanto, en el Antiguo Testamento, en Deuteronomio, cuando el pueblo había perdido la memoria desde hacía tiempo, el Señor» dice: «¡Escucha, Israel, no lo olvides, Israel!» Hasta el punto de que, explicó el Papa, esta expresión «se ha convertido en una oración para los judíos: “¡Escucha, Israel!”». Por lo tanto, «repiten las palabras del Señor: el recuerdo de la ley». Y «la ley es un gesto de amor que el Señor ha hecho con nosotros porque nos ha mostrado el camino, nos dijo “de esta manera no te equivocarás”».

Aquí está el valor de «referir a la memoria la ley: no la ley fría, la que simplemente parece jurídica». Más bien, «la ley del amor, la ley que el Señor ha insertado en nuestros corazones». En este sentido, el Pontífice sugirió preguntarse si «soy fiel a la ley, recuerdo la ley, ¿repito la ley?». Porque «a veces los cristianos, incluso los consagrados, tenemos dificultades para repetir los mandamientos: “Sí, sí, los recuerdo”, pero luego, en un momento dado, me equivoco, no recuerdo». Por lo tanto, «memoria de la ley, la ley del amor, pero que es concreta».

«Acuérdate de Jesucristo», repitió el Papa, invitando a mantener «la mirada fija en el Señor en los momentos de mi vida en que me encontré con el Señor, momentos difíciles, momentos de prueba; en mis antepasados y en la ley». Seguros de que «la memoria no es solo un regreso, sino que es ir atrás para ir adelante».

De hecho, señaló Francisco, «la memoria y la esperanza van juntas: la memoria cristiana va sobre la esperanza y la esperanza sobre la memoria». Y entonces «son complementarias, se complementan». Con esta conciencia, el Papa renovó la invitación a recordar «a Jesucristo, el Señor que vino, pagó por mí y que vendrá, el Señor de la memoria, el Señor de la esperanza».

Finalmente, el Pontífice concluyó con una propuesta: «Hoy todos podemos tomarnos unos minutos para preguntarse cómo va mi memoria, el recuerdo de los momentos en los que me encontré con el Señor; el recuerdo de mis antepasados; el recuerdo de la ley». Y preguntarse también «cómo va mi esperanza, en qué espero». En espera de «que el Señor nos ayude en esta obra de memoria y esperanza».

 



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