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PAPA FRANCISCO

MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

En este mundo de esclavos

Viernes, 1 de junio de 2018

 

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 26, viernes 29 de junio de 2018.

 

Vivimos en «un mundo de esclavos», de «mujeres y hombres perseguidos» a través de las colonizaciones culturales, las guerras, el hambre, que destruyen físicamente y en la dignidad: para explicar estas enormes injusticias es necesario entender que detrás de todo está el diablo. Es una fuerte invitación a «restaurar la imagen de Dios que está en nosotros» la que el Papa Francisco relanzó celebrando el viernes por la mañana, 1 de junio, la misa en Santa Marta.

«El apóstol Pedro atrae la atención de los fieles sobre el hecho de la persecución» hizo enseguida presente el Pontífice, proponiendo de nuevo las primeras palabras del pasaje tomado de la primera Carta de san Pedro (4, 7-13) propuesto por la liturgia: «Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño». Porque, explicó, «no es algo extraño la persecución, dice Pedro: no os extrañéis, no es algo extraño». «La persecución —afirmó Francisco— es parte de la vida cristiana, es más, ser perseguido es una bienaventuranza: “Bienaventurados vosotros cuando os insulten, os persigan en mi nombre, bienaventurados vosotros”». Y «también Jesús fue perseguido y, también, asesinado en la persecución». Tanto que, hizo notar el Papa refiriéndose al pasaje del Evangelio de Marcos (11, 11-25), «cuando hace eso en el templo, para purificar el templo, lo oyeron los jefes de los sacerdotes —está la autoridad máxima— y los escribas y buscaban la forma de hacerle morir». Por tanto «Jesús fue perseguido a causa de su fidelidad al Padre». Además, explicó el Pontífice, «desde el primer momento, después del martirio de Esteban, estalló una gran persecución en toda la Iglesia: desde el principio».

«La persecución es un poco “el aire” del cual vive el cristiano también hoy —afirmó el Pontífice— porque también hoy hay muchos, muchos mártires, muchos perseguidos por amor a Cristo». Hoy, relanzó, «en muchos países los cristianos no tienen derechos: si tú llevas una cruz, vas a la cárcel y hay gente en la cárcel; hay gente condenada a morir por ser cristianos, hoy». Francisco recordó que «ha habido gente asesinada y el número es más alto que el de los mártires de los primeros tiempos. ¡Más!».

Y sin embargo, insistió, «esto no es noticia y por eso los telediarios, los periódicos no publican estas cosas». Pero «los cristianos son perseguidos —afirmó el Pontífice— y también esto nos debe hacer reflexionar sobre nuestra condición de cristiano». La cuestión es que, al final, «yo soy un cristiano tranquilo, llevo mi vida adelante sin darme cuenta de estos hermanos y hermanas que son perseguidos». Precisamente «por esto —reconoció el Papa— la palabra de Pedro nos ayuda a repensar, a reflexionar sobre la condición cristiana: “Queridos, no os extrañéis del fuego que ha prendido en medio de vosotros para probaros, como si os sucediera algo extraño”». La persecución «es una cosa de todos los días también hoy y hoy, más que en los primeros tiempos» repitió el Pontífice. Y «esta es la persecución a los cristianos que es una de las bienaventuranzas».

«Pero está —advirtió Francisco— otra persecución hoy en el mundo: otra persecución no a los cristianos por ser cristianos, sino a cada hombre y mujer porque son la imagen viviente de Dios». Porque «detrás de cada persecución, tanto a cristianos como a los humanos, está el diablo, está el demonio que trata de destruir la confesión de Cristo en los cristianos y la imagen de Dios en el hombre y en la mujer».

Por otro lado, el diablo, explicó el Papa, «desde el inicio ha tratado —podemos leerlo en el libro del Génesis— de destruir esa armonía entre hombre y mujer que el Señor ha creado, esa armonía que deriva del ser la imagen y la semejanza de Dios». Y «ha conseguido hacerlo con el engaño, la seducción, con las armas que él utiliza: siempre hace así». Pero «también hoy hay una fuerza, yo diría un ensañamiento contra el hombre y la mujer, porque de otra manera no se explicaría esta oleada en crecimiento de la destrucción del hombre y de la mujer, del humano».

«Pensemos en el fenómeno del hambre» propuso el Pontífice. El hambre «destruye al hombre y a la mujer porque no tiene para comer». Sin embargo «hay mucha comida en el mundo, pero mucha gente no tiene para comer». Para el Papa «esta injusticia se explica con alguno que hace que ellos no tengan para comer». Y sugirió: «Pensad en la explotación humana, en las diferentes formas de esclavitud que hoy hay: el hombre, la mujer, esclavos de los otros, para destruirlos». Y «el número de esclavos en el mundo es grande».

En esta perspectiva Francisco hizo una confidencia: «Hace poco tiempo, pude ver una grabación hecha a escondidas sobre una cárcel que recibe migrantes que han huido, encontrados en el mar: las torturas, la destrucción de esa gente para hacer esclavos, hoy, después de setenta años de la declaración de los derechos humanos. ¡Hoy!».

Hay, añadió el Pontífice, «una persecución contra el hombre y la mujer para destruirlos».

Después, prosiguió, «pensemos en las colonizaciones culturales, cuando los imperios hacen aceptar las disposiciones de su cultura contra la independencia, contra la cultura de la gente, imponen cosas que no son humanas para destruir: imponen la muerte, la destrucción». «El Señor ha entendido bien este camino: lo que quiere el demonio es la destrucción de la dignidad y por eso persigue» explicó el Papa. «El Señor —subrayó— entendió bien cuando el diablo lo llevó arriba, sobre el templo. Le hizo ver todos los reinos de la tierra: “Esto será tuyo si tú me adoras, si tú reniegas de ser imagen de Dios”».

«Y al final —afirmó una vez más Francisco— podemos pensar en las guerras como un instrumento de destrucción de la gente, de la imagen de Dios». Pero «también en las personas que hacen las guerras, que planifican las guerras para tener un poder sobre los otros: hay gente que lleva adelante muchas industrias de armas para destruir la humanidad, para destruir la imagen del hombre y de la mujer, tanto física como moral y culturalmente». Y, repitió el Pontífice, hoy se es perseguido no solo por ser cristianos sino también porque se es «imagen de Dios, y por esto el demonio persigue y los imperios continúan las persecuciones hoy». «Nosotros no debemos permitirnos ser ingenuos», advirtió el Papa.

«Hoy en el mundo —insistió— no solo los cristianos son perseguidos: los humanos, el hombre y la mujer, porque el padre de toda persecución no tolera que sean imagen y semejanza de Dios. Y ataca y destruye esa imagen». Francisco reconoció que «no es fácil de entender esto, se requiere mucha oración para entenderlo». Por eso el Pontífice deseó «que el Señor, hoy, nos haga entender mejor esta gran persecución cultural a través de las colonizaciones culturales, a través de la guerra, a través del hambre, a través de la esclavitud. Que el Señor nos haga entender: hoy el mundo es un mundo de esclavos; no es fácil ser libre, hoy».

De aquí la oración del Papa: «que el Señor nos dé la gracia de luchar contra esto y restaurar con la fuerza de Jesucristo —porque Él ha venido para esto, para recrear, para restaurar— la imagen de Dios que están en todos nosotros».

 



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