PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
La santidad es libertad
Martes, 29 de mayo de 2018
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 26, viernes 29 de junio de 2018.
La santidad es una ruptura de los esquemas mundanos que nos tienen prisioneros en un aparente bienestar: este es el camino cristiano de esperanza sugerido por el Papa Francisco en la misa celebrada el martes por la mañana, 29 de mayo, en Santa Marta.
Haciendo referencia a la primera lectura, tomada de la primera carta de Pedro (1, 10-16), el Pontífice hizo enseguida presente que «el apóstol nos recuerda ese mandamiento, digamos así, que el mismo Dios y los profetas nos han dado siempre: el mandamiento de ir, de caminar hacia la santidad». De hecho escribe Pedro: «Sed santos en toda vuestra conducta, como dice la Escritura: Seréis santos, porque santo soy yo». «Es sencillo el modelo de santidad pero no es fácil ser santos como nuestro Padre del cielo» hizo presente Francisco, recordando que «la llamada a la santidad, que es la llamada normal, es la llamada a vivir como cristiano, es decir vivir como cristiano es lo mismo que decir “vivir como santo”». «Muchas veces nosotros pensamos en la santidad como en algo extraordinario, como tener visiones u oraciones elevadísimas» afirmó el Papa. Incluso «algunos piensan que ser santo significa tener una cara de estampita». Sin embargo, explicó el Pontífice, «ser santos es otra cosa: es caminar sobre esto que el Señor nos dice sobre la santidad». Pedro explica claramente qué significa «caminar sobre la santidad: “Poned toda vuestra esperanza en esa gracia que se os dará cuando Jesucristo se manifieste”».
Por eso, afirmó Francisco, «caminar hacia la santidad es caminar hacia esa luz, esa gracia que viene a nuestro encuentro». Y «es curioso», hizo notar, que «cuando nosotros caminamos hacia la luz muchas veces no vemos bien el camino, porque la luz nos deslumbra». Pero después «no nos equivocamos porque vemos la luz y sabemos el camino».
Sin embargo, caminando con la luz a la espalda el camino se ve bien, «pero delante de nosotros no hay luz: hay sombra» dijo el Papa. Por tanto «caminar hacia la luz es caminar hacia la santidad». Incluso si «no siempre se diferencia bien el camino, pero es caminar hacia la luz, hacia la esperanza». Por tanto, «caminar hacia la santidad es estar en tensión hacia el encuentro con Jesucristo».
«Pero hay otra cosa que no es fácil —advirtió el Pontífice— ya que para caminar así es necesario ser libres y sentirse libres, y hay muchas cosas que nos esclavizan». A este propósito «hay un consejo que da Pedro: “Como hijos obedientes, no os amoldéis a las apetencias de antes, del tiempo de vuestra ignorancia”». La sugerencia es no entrar «en estos deseos que llevan a otro camino: estabais en la ignorancia e ibais sobre los deseos» que no eran «los deseos de Dios».
En la primera carta a los Romanos, Pablo «usa la misma expresión como un consejo». Él dice: «no entréis —ahí la traducción es “no os conforméis, no entréis en los esquemas”: esta es la traducción correcta de este consejo— en los esquemas del mundo, no entréis en los esquemas, en la forma de pensar mundana, en el modo de pensar y de juzgar que te ofrece el mundo, porque esto te quita la libertad».
«Para ir sobre la santidad es necesario ser libres: la libertad de ir mirando la luz, de ir adelante» afirmó Francisco. Y «cuando nosotros volvemos, como dice aquí, al modo de vivir que teníamos antes del encuentro con Jesucristo o cuando nosotros volvemos a los esquemas del mundo, perdemos la libertad».
«Esta no es una novedad» explicó el Pontífice, observando: «Si nosotros leemos el libro de Éxodo notamos seguramente muchas veces que el pueblo de Dios no quiso mirar adelante, hacia la salvación, sino volver atrás; dice que se lamentaban porque se habían olvidado de que Dios les llevaba adelante, a la tierra que había prometido».
E «imaginaban» la bonita vida que pasaban en Egipto: allí se comía bien las cebollas, la carne», mientras que «en el desierto» se sufría «el hambre». Sucede que «en los momentos de dificultad el pueblo vuelve atrás, no puede, pierde la libertad». Y «es verdad que allí comíais cosas buenas, pero yo me pregunto: ¿En qué mesa las comíais? En la mesa de la esclavitud».
«En el momento de la prueba —prosiguió Francisco— nosotros tenemos siempre la tentación de mirar atrás, de mirar a los esquemas del mundo, a los esquemas que teníamos nosotros antes de empezar el camino de la salvación: sin libertad». Y «sin libertad no se puede ser santos: la libertad es la condición para poder caminar mirando la luz adelante».
De aquí la sugerencia del Papa a «no entrar en los esquemas de la mundanidad» sino a «caminar adelante, mirando la luz que es la promesa, con esperanza». Y es la misma «promesa» del «pueblo de Dios en el desierto: cuando miraban adelante iban bien; cuando les entraba la nostalgia porque no podían comer las cosas buenas que les daban allí, se equivocaban y olvidaban que allí no tenían libertad».
«El Señor nos llama a la santidad, a la santidad de todos los días» insistió el Pontífice. Y para comprender si «yo estoy en camino hacia la santidad hay dos medidas de comparación». La primera medida es verificar «si tú miras siempre adelante hacia el Señor, hacia la luz del Señor en la esperanza de encontrarlo». La pregunta para plantearse a sí mismos es: «¿Tú tienes ganas de encontrarte con el Señor?». Y si se responde: «Pero yo no entiendo qué es eso», significa que «algo no va bien». Por tanto, «el primer término de comparación es: ¿tienes esperanza, caminando hacia la luz del encuentro con el Señor?».
«El segundo término —prosiguió Francisco— es qué haces cuando vienen las pruebas: continúas mirando adelante o pierdes la libertad y vas a refugiarte en los esquemas mundanos que te prometen todo y no te dan nada?».
«“Seréis santos porque yo soy santo” es el mandamiento del Señor» repitió el Papa. Y añadió, en conclusión: «Pidamos la gracia de entender bien qué es el camino de la santidad, este camino de la libertad pero en tensión de esperanza hacia el encuentro con Jesús».
Y también «entender bien qué es ir atrás hacia los esquemas mundanos que teníamos, todos nosotros, antes del encuentro con Jesucristo».
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