PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
La brújula del pastor
Viernes, 18 de mayo de 2018
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 23, viernes 8 de junio de 2018.
Hay un pasaje del Evangelio según san Juan (21, 15-19) en el que cada cristiano, pero sobre todo los pastores de la Iglesia, mirando a Pedro pueden comprender mucho de la propia identidad. Es la «brújula de cada pastor». Es un paso íntimo, profundo, donde a través de un juego de miradas y de palabras entre Jesús y el apóstol y gracias al valioso auxilio de la «memoria» se llega a delinear con claridad el sentido de una vida y de una misión. Es el pasaje —comentado por el Papa Francisco en la misa celebrada en Santa Marta la mañana del viernes 18 de mayo— en la que «los discípulos estaban en el mar» y Juan reconoce a Jesús en la orilla: Pedro, «“emocional” como era, se ajustó las ropas y se lanzó al mar, para ir a buscar al Señor con esa fuerza típica suya».
El pasaje está al final del Evangelio según san Juan, donde se da cuenta del «último diálogo de Pedro con el Señor». Un diálogo intenso, durante el que, dijo el Pontífice, «Pedro vuelve con los diálogos que había tenido con el Señor en la memoria. Este es el momento de la memoria de Pedro».
El Papa imaginó el flujo de memoria que en esos instantes agitó el corazón del apóstol, como una serie de instantáneas que hicieron rápidamente revivir a Pedro los años pasados al lado de Jesús. Recordó ciertamente «la primera vez, cuando el Señor le cambia el nombre» y «cuando Andrés fue entusiasmado a decirle: “Hemos encontrado al Mesías” y Jesús le mira a los ojos y le dice: “Tú te llamarás Pedro”». Después. «cuando fue a su casa y curó a su suegra. Después, cuando él tuvo el valor de decir lo que sentía en el corazón: “Tu eres Cristo, Dios...”».
De nuevo recuerdos: cuando la debilidad de Pedro «quería ahorrar al Señor el dolor de la paciencia...» y Jesús lo reprende: «Quítate de mi vista, Satanás», corrigiéndolo porque «ese pensamiento no es de Dios». Momentos hermosos como el de la transfiguración, «cuando quería permanecer allí con el Señor, hacer tres tiendas, aquel diálogo...»; y momentos dolorosos, como cuando Jesús le dijo: «Pero antes de que cante el gallo tú me renegarás». Después «el canto del gallo» y «aquel diálogo silencioso, la mirada de Jesús, tierna, sufriente». Cuando él «lloró».
Todas estas cosas, dijo Francisco, «venían a la mente de Pedro en aquel momento del diálogo con el Señor». Tanto es así que el Señor lo llama «Simón, hijo de Juan», usando su mombre de antes. Y, explicó el Pontífice, «el momento de esta memoria condensada de Pedro frente al Señor». Un momento que tiene algo que enseñar a cada cristiano: «El Señor quiere que todos nosotros hagamos memoria de nuestro camino con Él. Tal vez este es el día para hacerlo».
En este momento tan decisivo, «¿qué dice el Señor a Pedro? Tres cosas: “Ámame, pastorea y prepárate”».
Ante todo, subrayó el Papa, Jesús pide a Pedro: «Ámame más que los otros, ámame como puedas pero ámame». Y es «lo que el Señor pide a los pastores y también a todos nosotros. “Ámame”». Porque «el primer paso en el diálogo con el Señor es el amor. Él nos ha amado primero, pero nosotros debemos amarlo: “Ámame”».
Por lo tanto, él pide a cada pastor: «Ámame». Y después: «“Pastorea”. Tú eres pastor, pastorea. No gastes el tiempo en otras cosas. “Pastorea”. Tú estás llamado a pastorear, tu identidad es ser pastor. La identidad de un obispo, de un sacerdote es ser pastor. “Pastorea con amor, no hagas otra cosa, ama y pastorea”».
Siguiendo el diálogo del Señor con Pedro, el Papa añadió la tercera indicación. Se podría, de hecho, decir: «Y entonces, Señor, ¿me darás el premio? — Sí, prepárate, porque te llevarán a donde no quieras. Prepárate para las pruebas, prepárate para dejar todo porque venga otro y haga cosas diferentes. Prepárate para esta aniquilación en la vida. Y te llevarán por el camino de la humillación, tal vez por el camino del martirio». Las palabras de Jesús al apóstol parecen entonces repetidas incluso hoy: «Aquellos que cuando eras pastor te alabaron y hablaron bien de ti ahora hablarán mal porque el otro parece ser mejor. Prepárete. Prepárate para la cruz cuando te lleven donde tú no quieras».
Tres conceptos simples: «Ámame, pastorea, prepárate». Esto es lo que afirmó el Pontífice, «la hoja de ruta de un pastor, la brújula para no perderse»: amar y dejarse amar por el Señor, vigilar el rebaño «día y noche», prepararse porque «te llegará la cruz; no sabemos si es interior o exterior, pero vendrá, como al Señor».
Una enseñanza clara y simple, a la cual Francisco, continuando en la lectura del Evangelio, hizo una añadidura: parece, dijo, «que si un pastor hace todo esto, está bien. No, todavía hay otra cosa». El diálogo entre Jesús y Pedro, de hecho, termina con algunos versículos (21, 20-23) que propone la liturgia el sábado 19 de mayo. Juan escribe que «Pedro siente la mirada de Jesús, es feliz, se siente fuerte». Girándose, ve a Juan detrás de él y le dice a Jesús: «Señor, tú me has dicho qué será de mí. ¿Y qué será de él?» Pedro, es decir, explicó el Pontífice, «cae en otra tentación: mirar las vidas de los demás, meter la nariz en la vida de los demás. Y Jesús lo toma con fuerza», no de manera tan dura como cuando le dijo: «Quítate de mi vista, Satanás», pero le responde: «Si quiero que se quede hasta que yo venga, ¿qué te importa?». El Papa explicó: «El pastor ama, pastorea, se prepara para la cruz, despojado y no mete la nariz en la vida de los demás, no pierde el tiempo en las ternas, en las ternas eclesiásticas. Él ama, se pastorea y se prepara, y no cae en la tentación».
Quedan, concluyó Francisco, las tres enseñanzas fundamentales: «amar, pastorear y prepararse para la cruz». Estos tres aspectos «son el “sígueme”; así Jesús quiere que los pastores lo sigan: amando, pastoreando y preparándose para la cruz».
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