PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
Como una bicicleta
Martes, 24 de abril de 2018
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 18, viernes 4 de mayo de 2018.
El equilibrio de la Iglesia recuerda al de la bicicleta que cae si está quieta pero «funciona bien» si está en movimiento. Y es precisamente del inmovilismo, de la rigidez, del «siempre se ha hecho así» lo que hace «prisioneros de las ideas», de las resistencias ideológicas a todo cambio sugerido por el Espíritu, de lo que el Papa Francisco puso en guardia el martes 24 de abril durante la misa celebrada en Santa Marta.
«Cuando a causa de la persecución que explotó en Jerusalén los discípulos se dispersaron y sembraron la palabra de Dios —explicó el Pontífice— comenzó el diálogo entre ellos y la gente que no era de su pueblo, gente con otra cultura, otro pensamiento, otra filosofía, otra lengua, pero ellos fueron adelante».
En particular, algunos discípulos «comenzaron a predicar el Evangelio a esa gente que no era judía, del pueblo de Dios», continuó. La predicación del Evangelio a los «paganos era una novedad: una de las primeras novedades de la Iglesia» señaló Francisco, subrayando: «Nosotros sabemos que Dios es el Señor de las novedades y siempre viene a nuestro encuentro con algo nuevo, nunca se repite, nunca, es original en sí mismo».
«Frente a las novedades de Dios hay comportamientos diversos» reconoció el Papa. «Nosotros, en la liturgia de hoy vemos dos, ambos de resistencia a la novedad, de resistencia a los cambios» explicó. Y así, dijo refiriéndose al pasaje de los Hechos de los apóstoles (11, 19-26), «en la primera lectura, este predicar a Jesucristo a los paganos es una novedad y no entraba en la cabeza del Pueblo de Dios». Y «por eso, aquellos de Jerusalén se quedaron un poco inquietos y enviaron a Bernabé» a Antioquía «a ver un poco». Por lo tanto, Bernabé «hizo allí una visita canónica para ver cómo iba aquella Iglesia.
«Esta resistencia a la novedad, es decir, a predicar el Evangelio a los no judíos, se ve también en el problema que tuvo Pedro cuando fue donde Cornelio», continuó el Pontífice, citando otro episodio contado en los Hechos de los apóstoles y mencionando «el escándalo que después le hicieron los de Jerusalén: tuvo que ir allí, explicar lo que había sucedido». Pero «después del diálogo sintieron que allí había una cosa de Dios; que era precisamente el Espíritu quien les empujaba a esta novedad: “Si ellos, primera regla, quieren ser de los nuestros, que hagan todos los ritos de iniciaciones judíos y después serán de los nuestros y después el Evangelio”».
Así, «rezaron, buscaron la luz del Señor, supieron discernir las señales de los tiempos» relanzó Francisco. Y «tal vez recordaron aquellas palabras de Jesús: “el Espíritu Santo os enseñará todo y os recordará”». Por lo tanto, continuó el Papa, «es el Espíritu quien les daba esa sabiduría nueva y así se abrieron al Espíritu Santo y a la Iglesia y fue adelante y los paganos fueron admitidos en la Iglesia sin pasar por ritos de iniciación judía». Y «esta es la gran primera novedad de la Iglesia y consiguieron hacer el cambio». Con «una primera resistencia, pero abierta: es normal eso, es normal según Dios».
En realidad «ellos —afirmó el Pontífice— se quedaron dóciles al Espíritu Santo para hacer una cosa que era más que una revolución, un cambio fuerte: en el centro estaba el Espíritu Santo, no ellos; el Espíritu Santo, no la ley». Así «la Iglesia era una Iglesia en movimiento, una Iglesia que iba más allá de sí misma». Así «no era un grupo cerrado de elegidos sino una Iglesia misionera: es más, el equilibrio de la Iglesia, por decirlo así, está precisamente en la movilidad, en la fidelidad al Espíritu Santo».
«Alguno decía que el equilibrio de la Iglesia se parece al equilibrio de la bicicleta: está firme y está bien cuando está en movimiento; si la dejas parada, cae» dijo el Papa, remarcando que es «un buen ejemplo» porque nos recuerda «ir en movimiento según el Espíritu Santo». Y «el Espíritu», que es «el centro», hace «libres, con la libertad de los hijos de Dios: si esa primera resistencia, que es también una cosa humana, no es mala pero tiene esta novedad, hay que aclararlo en el discernimiento, en la oración y después se asume y quiere ir adelante». Y «esto es un primer comportamiento frente a las resistencias».
«El otro ejemplo es la resistencia de los doctores de la ley, que se ve bien en el inicio del Evangelio» relanzó Francisco en referencia al pasaje evangélico de Juan (10, 22-30) propuesto por la liturgia. «Ya al final de la vida, era invierno, Jesús caminaba en el templo, en el pórtico de Salomón», explicó el Papa. Entonces «los jueces le rodearon y ese grupito le decía: ¿Hasta cuándo nos tendrás en la incertidumbre? Si tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente”. Y Jesús les miraba y les respondió: “Os lo he dicho y no lo creéis. Las obras que yo cumplo”».
Pero ellos, continuó el Papa, «volviendo sobre la misma pregunta, fueron incapaces de salir de aquel mundo cerrado, son prisioneros de las ideas. Recibieron la ley que era vida pero la “destilaron”, la transformaron en ideología y así dan vueltas, dan vueltas y son incapaces de salir y cualquier novedad para ellos es una amenaza». Y «por eso terminaron por asesinar a Jesús. Están pegados a la literalidad de las cosas, están pegados a aquel cierre que ellos hicieron ideologizando la ley del Señor».
«Esta resistencia es muy difícil de sanar, es necesaria una gracia muy grande del Espíritu Santo» afirmó el Pontífice. Tanto que, «después de tres años» pasados «escuchando a Jesús, discutiendo con Jesús, viendo los milagros» le preguntan: «Pero entonces, ¿hasta cuándo nos tendrás en la incertidumbre?». En resumen, «no entendieron, no dejaron entrar nada de Jesús: cerrados». Y «este cierre se convierte en rigidez y ellos no tienen al Espíritu Santo en el centro. No son libres hijos de Dios: en el centro» se ponen «a ellos mismos, cerrados, rígidos», viviendo «con ese modo de diferenciar la revelación de Dios, que era ideológico y no estaba abierto al Espíritu Santo que estaba haciendo tantos cambios». Era «gente que siempre volvía a lo mismo y nada les hacía felices».
A ellos, Jesús, «con un poco de ironía» les dice: «Pero vosotros sois como esos niños sentados en la plaza que dicen a los demás: “os hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos cantado un lamento y no os habéis golpeado el pecho”. Pero, ¿nada os parece bien? Solamente la rigidez de las ideas y el “siempre se ha hecho así”». «Esta es la ortodoxia de esta gente que cierra el corazón a las novedades de Dios, al Espíritu Santo» insistió el Papa. «Esta gente —añadió— no sabe discernir las señales de los tiempos. Quieren una Iglesia, querían eso, una sinagoga, una Iglesia cerrada rígida, no abierta a las novedades de Dios». En cambio, «el otro comportamiento, el de los discípulos, de los apóstoles, es un comportamiento de libertad, la libertad de los hijos de Dios». Por lo tanto, reconoció el Pontífice, «tienen resistencias al inicio». Pero «esto no solo es humano, es una garantía de que no se dejen engañar por cualquier cosa y después con la oración y el discernimiento encuentran el camino». Porque «siempre habrá resistencias al Espíritu Santo, siempre, hasta el fin del mundo».
En conclusión, Francisco invitó a pedir al Señor «que nos dé la gracia de saber resistir a aquello a lo que debemos resistir, lo que viene del maligno, lo que nos quita la libertad». Y que «el Señor nos de la gracia» de saber abrirnos «a las novedades, pero solamente a aquellas que vienen de Dios con la fuerza del Espíritu Santo» y que «nos dé la gracia de discernir las señales del tiempo para tomar las decisiones que deberemos tomar en ese momento».
Copyright © Dicastero per la Comunicazione - Libreria Editrice Vaticana