PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
La paciencia es lo contrario a la resignación
Lunes, 12 de febrero de 2018
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 8, viernes 23 de febrero de 2018.
«Nuestros hermanos perseguidos en Oriente Medio, expulsados por ser cristianos —y a ellos les importa mucho ser cristianos— han “entrado en paciencia” como el Señor» en el momento de su pasión: con este pensamiento a los que están viviendo en su piel el drama de la persecución, el Papa celebró el lunes por la mañana, 12 de febrero, la misa en Santa Marta. Un pensamiento acompañado de un consejo espiritual muy práctico: vivir «el gran gozo». Porque cuando se cede a la impaciencia y se eleva la voz, es necesario recordar sobre todo la «paciencia que Dios tiene con nosotros»; o pensar en esos «padres que acogen a hijos discapacitados o enfermos con una paciencia» que es exactamente lo contrario a la «resignación». «El apóstol Santiago nos dice que es “gran gozo” cuando sufrimos toda clase de pruebas» hizo notar inmediatamente Francisco refiriéndose, precisamente, al pasaje de la carta de Santiago (1, 1-11): «sabiendo que la calidad probada de vuestra fe produce la paciencia en el sufrimiento; pero la paciencia ha de ir acompañada de obras perfectas para que seáis perfectos e íntegros sin que dejéis nada por hacer. Si alguno de vosotros está a falta de sabiduría —y se entiende de paciencia también— que la pida a Dios». Para Santiago, afirmó el Papa, «gran gozo» es «cuando sufrís toda clase de prueba». Y, reiteró el Pontífice, «el apóstol repite la última de las bienaventuranzas en el elenco de Mateo: “Beatos vosotros cuando os insulten, cuando os persigan y digan toda clase de cosa contra vosotros por causa mía”. Beatos. “Beatos vosotros”». Por lo tanto, «“gran gozo cuando sufrís toda clase de prueba”, sabiendo que aquella fe, en la prueba, produce paciencia».
«No es fácil entender —reconoció el Papa— lo que es la paciencia, lo que es ser paciente en la vida, lo que significa ser paciente frente a las pruebas: podemos decir que la paciencia no es un comportamiento de los derrotados, la paciencia cristiana no va por el camino de la derrota, es otra cosa». Por eso, explicó Francisco, «los que piensan que tener paciencia es llevar en la vida una derrota se equivocan y en vez de paciencia tienen resignación». Y tal vez dicen: «en la lotería de la vida me ha tocado esto y lo llevo adelante». Pero «eso no es paciencia, eso es resignación» insistió el Pontífice. Y «de la resignación no habla el apóstol, habla de la paciencia».
«La paciencia es una virtud de la gente que está en marcha, no de aquellos que están cerrados, quietos» hizo notar el Papa. Y «cuando se está en camino suceden tantas cosas que no siempre son buenas: a mí me dice mucho sobre la paciencia como virtud en el camino el comportamiento de los padres cuando llega un hijo enfermo o discapacitado, nace así» y ellos dicen «“¡pero gracias a Dios que está vivo!”: estos son los pacientes».
Y «llevando toda la vida a aquel hijo con amor, hasta el final: no es fácil llevar durante años y años y años a un hijo discapacitado, un hijo enfermo; pero la alegría de tener ese hijo les da a ellos la fuerza de ir adelante. Y esto es paciencia, no es resignación: es decir, es la virtud que viene cuando uno está en marcha».
«En su etimología —explicó Francisco— la palabra significa “llevar arriba”, “llevar sobre los hombros”». Un comportamiento que «cansa, es cierto: pero el paciente lleva hacia arriba, no deja el problema, no deja el límite, no deja el sufrimiento, lo lleva hacia arriba» y lo hace incluso «con gozo, alegría, “gran gozo”, dice el apóstol».
Paciencia, por lo tanto «significa “llevar arriba” y no confiar a otro que lleve el problema, que lleve la dificultad: “La llevo yo, esta es mi dificultad, es mi problema. ¿Me hace sufrir? ¡Claro! Pero lo llevo”». Paciencia es por lo tanto «llevar arriba». Y «paciencia» —continuó el Pontífice en su meditación— es también la sabiduría de saber dialogar con el límite: hay tantos límites en la vida pero el impaciente no los quiere, los ignora porque no sabe dialogar con los límites». Tal vez «hay alguna fantasía de omnipotencia o de pereza, no sabemos». En cambio, «el paciente sabe dialogar con los límites: la paciencia es una beatitud, es la virtud de aquellos que caminan, no de los quietos o cerrados; es soportar, llevar a los hombros las cosas no agradables de la vida. También las pruebas; es capacidad de dialogar con los límites».
«La paciencia no es un consejo que da el apóstol a nosotros cristianos» dijo el Pontífice. «Si nosotros miramos la historia de la salvación —explicó— podemos ver la paciencia de Dios, de Dios Padre, nuestro Padre: cuanta paciencia con este pueblo testarudo, con este pueblo que no sabía reconocer las cosas buenas y que, cuando se aburría, olvidaba a Dios y hacía un ídolo e iba de una parte a otra». Pero «el Señor con paciencia lo condujo, lo llevó adelante». Y «podemos también hacer el parangón», relanzó Francisco, con «la paciencia que Dios tiene conmigo, cada uno de nosotros: la paciencia de Dios al acompañar, al esperar los tiempos».
«Nos hará bien pensar que nosotros tenemos un Padre que es paciente con nosotros» sugirió el Papa. Y «después este Dios, al final, envía a su Hijo para “entrar en paciencia”: Jesús “entra en paciencia”, sobre todo en la pasión». En su Evangelio, «Lucas dice que el Señor fue decididamente hacia Jerusalén: la decisión de tomar la misión, “entró en paciencia”: sufrió».
Ciertamente, reconoció Francisco, «no es fácil “entrar en paciencia”. Y aquí pienso en nuestros hermanos perseguidos en Oriente Medio, expulsados por ser cristianos y a ellos les importa mucho ser cristianos: han “entrado en paciencia” como el Señor ha “entrado en paciencia”». «Con estas ideas —concluyó el Pontífice— tal vez podemos hoy rezar por nuestro pueblo: “Señor, da a tu pueblo paciencia para llevar arriba las pruebas”».
Y «también rezar por nosotros: tantas veces somos impacientes, cuando algo no funciona, reprendemos». Pero he aquí la sugerencia de Francisco: «Detente un poco, piensa en la paciencia de Dios Padre, “entra en paciencia” como Jesús». Por eso es necesario pedir al Señor la paciencia que «es una bella virtud».
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