PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
No posponer la conversión
Jueves 23 de febrero de 2017
Fuente: www.osservatoreromano.va
El «escándalo» de quien se profesa cristiano y después muestra su verdadero rostro con una vida que cristiana no es para nada; es el contratestimonio de quien «explota» y «destruye» las vidas de los otros fingiendo ser un buen católico. En esto se centró la misa celebrada el jueves 23 de febrero en Santa Marta por el Papa Francisco, quien, comentando las palabras severas usadas por Jesús en el Evangelio, llamó a la conversión a los protagonistas de ciertas «dobles vidas».
La homilía del Pontífice hizo referencia al salmo 1, en el que se lee: «Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los impíos, ni en la senda de los pecadores se detiene, ni en el banco de los burlones se sienta, mas se complace en la ley de Yahveh, su ley susurra día y noche». La Escritura, explicó Francisco, se refiere al hombre que tiene «su fuerza» en el Señor, «que se siente pequeño, que sabe que sin el Señor no puede hacer nada». Este «es el bendito del Señor».
Más adelante, añadió, el salmo propone también la «contraposición entre los que siguen la ley del Señor y esos arrogantes, malvados». Es la misma contraposición que se encuentra en el Evangelio del día (Marcos 9, 41-50). También en ese pasaje «hay buenos y hay malos». Detrás de las palabras de Jesús se percibe «la figura de estos justos que se sienten pequeños, pero su confianza está en el Señor». Un pasaje, hizo notar el Papa, en el que «en cuatro ocasiones» vuelve a la palabra «escándalo». Y al usarla el Señor «ha sido muy fuerte», tanto que dice: «Cuidado con escandalizar a uno de estos pequeños. ¡Cuidado!». De hecho, explicó el Pontífice, «el escándalo, para el Señor, es destrucción». Y Jesús aconseja: «Es mejor destruirte a ti mismo que destruir a los otros. Córtate la mano, córtate el pie, quítate el ojo, tírate al mar. Pero no escandalizar a los pequeños, es decir a los justos, los que se fían del Señor, que simplemente creen en el Señor».
A este punto el Pontífice se preguntó: «¿Pero qué es el escándalo?». La respuesta toca a la vida concreta de cada persona: «El escándalo es decir una cosa y hacer otra; es la doble vida». ¿Un ejemplo? «Yo soy muy católico, yo voy siempre a misa, pertenezco a esta asociación y a otra; pero mi vida no es cristiana, no pago lo justo a mis trabajadores, exploto a la gente, soy sucio en los negocios, blanqueo dinero». Esta es una «doble vida». Lamentablemente, consideró el Papa, «muchos católicos son así, y estos escandalizan».
Palabras claras que llevan a cada uno a la vida de todos los días: «cuántas veces hemos escuchado», añadió Francisco, «en el barrio y en otras partes: “pero para ser católico como ese, mejor ser ateo”. Es ese el escándalo», que «destruye», que «echa por los suelos». Y «esto sucede todos los días: es suficiente con ver el telediario o mirar los periódicos. En los periódicos hay muchos escándalos, y también está la gran publicidad de los escándalos. Y con los escándalos se destruye».
Como explicación ulterior de sus palabras, el Pontífice contó un hecho reciente relativo a «una empresa importante» que estaba «al borde de la bancarrota». Ya que, dijo, las autoridades «querían evitar una huelga justa, pero que no hubiera hecho bien», trataron de ponerse en contacto con el responsable de la empresa. ¿Y dónde estaba él mientras «la empresa estaba fracasando» y la gente «no recibía el sueldo del propio trabajo»? Este dirigente, que también decía ser «un hombre católico, muy católico», se encontraba «en una playa de Oriente Medio» en las «vacaciones de invierno». El hecho, añadió el Papa, «no salió en los periódicos», pero «la gente lo supo». Estos «son los escándalos, la doble vida». Y Jesús dice a quien se comporta así: «A estos pequeños, estos pobres que creen en mí, no les arruines con tu doble vida».
Parafraseando otro pasaje del Evangelio, el Pontífice imaginó el momento en el que quien da escándalo llamará a la puerta del Cielo: «¡Soy yo, Señor!» — «Pero sí, ¿no te acuerdas? Yo iba a la iglesia, estaba cerca de ti, pertenecía a tal asociación, hago esto... no te acuerdas de todas las ofrendas que he hecho?». — «Sí, recuerdo. Las ofrendas, esas las recuerdo: todas sucias. Todas robadas a los pobres. No te conozco».
El problema, explicó el Papa, nace de una actitud que se encuentra bien descrita precisamente en la Primera Lectura del día (Siracida, 5, 1-10): «En tus riquezas no te apoyes, ni digas: “tengo bastante con ellas”». Y sigue: «No te dejes arrastrar por tu deseo y tu fuerza para seguir la pasión de tu corazón». La doble vida, es decir, «viene del seguir las pasiones del corazón, los pecados capitales que son las heridas del pecado original». Quien da escándalo, dijo Francisco, sigue estas pasiones también si las esconde. La Escritura advierte a estas personas que, aún reconociendo su error, cuentan sobre el hecho que «el Señor es paciente, se olvidará...». E invita a todos a «no posponer la conversión».
Una invitación reiterada por el Pontífice a cada cristiano: «A cada uno de nosotros, hará bien, hoy, pensar si hay algo de doble vida en nosotros, de aparentar ser justos, de parecer buenos creyentes, buenos católicos, pero por debajo hacer otra cosa». Se trata de comprender si la actitud es la de quien dice: «Pero, sí, el Señor me perdonará después todo, pero yo continúo...» y, aun consciente de los propios errores, repite: «Sí, esto no va bien, me convertiré, pero hoy no: mañana». Un examen de conciencia que debe llevar a la conversión del corazón, a partir de la conciencia de que «el escándalo destruye».
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