PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
Si el mártir no es noticia
Lunes 30 de enero de 2017
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 5, viernes 3 de febrero de 2017
Por los «mártires de hoy», por los cristianos perseguidos y en la cárcel, por las Iglesias sin libertad, con un pensamiento especial por las más pequeñas: esta es la intención con la cual el Papa ofreció la misa celebrada el lunes 30 de enero por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta. Con la conciencia de que «una Iglesia sin mártires es una Iglesia sin Jesús», el Pontífice ha vuelto a afirmar que son precisamente los mártires los que sostienen y llevan adelante la Iglesia. Y si además los medios de comunicación no lo dicen, porque no son noticia, hoy muchos cristianos en el mundo son bienaventurados porque son perseguidos, insultados, encarcelados sólo por llevar una cruz o por confesar a Jesucristo. Entonces, cuando nosotros nos quejamos «si nos falta algo», deberíamos pensar más bien «en estos hermanos y hermanas que hoy, en número mayor respecto a los primeros siglos, sufren el martirio».
Para su meditación el Pontífice volvió a abordar los contenidos de la carta a los Hebreos. Hacia el final —afirmó— el autor, hace un llamamiento a la memoria: «Traed a la memoria a vuestros antepasados, traed a la memoria los primeros días de vuestra vocación, recordad, traed a la memoria toda la historia del pueblo del Señor». Todo ello «para ayudar a hacer más sólida nuestra esperanza: recordar mejor para esperar mejor; sin memoria no hay esperanza».
Precisamente «la memoria de las cosas que el Señor hizo entre nosotros —explicó Francisco— nos da el aliento para seguir adelante y también la coherencia». Así «en este final de la carta a los Hebreos, en el capítulo 11, que es lo que la liturgia nos propone estos días, se encuentra la memoria de la docilidad de mucha gente, comenzando por nuestro padre Abraham que salió de su tierra sin saber donde iba, dócil: memoria de docilidad».
«Luego, hoy, hay dos memorias» hizo notar una vez más el Pontífice citando expresamente el pasaje de la carta propuesto por la liturgia (11, 32-40). Ante todo «la memoria de las grandes gestas del Señor, hechas por hombres y mujeres, y dice el autor de la carta: “me faltaría el tiempo si tuviera que hablar sobre...”». Tanto es así que «comienza a nombrar a Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David: mucha gente que ha hecho grandes gestas en la historia de Israel». Esta «es la memoria, podemos decir, de nuestros héroes del Pueblo de Dios». Y «el tercer grupo —el primero era el de los que fueron dóciles a la llamada del Señor», el segundo «de los que hicieron grandes cosas»— recuerda «la memoria de los que sufrieron y dieron la vida como Jesús».
Se lee efectivamente en la carta: «Otros, por último, padecieron insultos y flagelos, cadenas y prisión. Fueron lapidados, torturados, aserrados, fueron muertos a espada, anduvieron errantes cubiertos de pieles de oveja y de cabra, faltos de todo, oprimidos, maltratados, —¡el mundo no era digno de ellos!— errantes por los desiertos, sobre montañas, entre las cavernas y los antros de la tierra». En una palabra, «es la memoria de los mártires». Y la Iglesia es precisamente «este Pueblo de Dios que es pecador pero dócil, que hace grandes cosas y además da testimonio de Jesucristo hasta el martirio».
«Los mártires —afirmó al respecto el Papa— son los que llevan adelante la Iglesia; son los que sostienen la Iglesia, que la han sostenido y la sostienen hoy. Y existen más hoy que en los primeros siglos», aunque «los medios de comunicación no lo dicen porque no son noticia: muchos cristianos del mundo hoy son bienaventurados porque son perseguidos, insultados, encarcelados». Hoy, insistió Francisco, «hay muchos en la cárcel, solamente por llevar una cruz o por confesar a Jesucristo: esta es la gloria de la Iglesia y nuestro apoyo y nuestra humillación, nosotros que tenemos todo, todo parece fácil para nosotros y si nos falta algo nos lamentamos». Pero «pensemos en estos hermanos y hermanas que hoy, en número mayor que en los primeros siglos, sufren el martirio».
«No puedo olvidar —dijo el Papa— el testimonio del sacerdote y la monja en la catedral de Tirana: años y años de cárcel, trabajos forzados, humillaciones, los derechos humanos no existen para ellos». Era el 21 de septiembre de 2014 cuando, durante las Vísperas en la catedral de San Pablo en Tirana, fueron presentados al Pontífice los impactantes testimonios de dos supervivientes a las persecuciones del régimen contra los cristianos: tomaron la palabra sor María Kaleta y don Ernest Simoni, que luego Francisco quiso crear y publicar cardenal en el consistorio del pasado 19 de noviembre.
También nosotros, prosiguió el Pontífice, es justo que «estemos satisfechos cuando vemos un acto eclesial grande, que ha tenido un gran éxito, los cristianos que se manifiestan». Y esto puede ser visto como una «fuerza».
Pero «la fuerza más grande de la Iglesia hoy está en las pequeñas Iglesias, pequeñitas, con poca gente, perseguidas, con sus obispos en la cárcel. Esta es nuestra gloria hoy y nuestra fuerza hoy». También porque, afirmó, «una Iglesia sin mártires, me atrevería a decir, es una Iglesia sin Jesús».
Así el Papa invitó a rezar «por nuestros mártires que sufren mucho, por los que estuvieron y están en la cárcel, por esas Iglesias que no son libres de expresarse: ellos son nuestro apoyo, ellos son nuestra esperanza». Ya «en los primeros siglos de la Iglesia un antiguo escritor decía: “la sangre de los cristianos, la sangre de los mártires, es semilla de cristianos”». Ellos «con su martirio, su testimonio, con su sufrimiento, también dando su vida, ofreciendo su vida, sembrando cristianos para el futuro y en las otras Iglesias».
Y por esta razón, precisamente, el Papa quiso ofrecer «la misa por nuestros mártires, por los que ahora sufren, por las Iglesias que sufren, que no tienen libertad», agradeciendo «al Señor que estén presentes con la fortaleza de su Espíritu en estos hermanos y hermanas nuestras que hoy dan testimonio de Él».
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