PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
Quien intercede por nosotros
Jueves 22 de enero de 2015
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 5, viernes 30 de enero de 2015
«Jesús salva y Jesús es el intercesor: estas son las dos palabras clave» para comprender «el punto esencial», aquello que es «más importante» para nuestra vida. Es esta la verdad de fe que el Papa Francisco reafirmó en la misa del jueves 22 de enero, por la mañana, en la capilla de la Casa Santa Marta.
En la celebración estuvieron presentes representantes de la comunidad eslovaca residente en Roma. Dándoles la bienvenida, al inicio, el Pontífice quiso expresar cercanía a «la valiente Iglesia eslovaca que en este momento, en esta época, lucha por defender a la familia. ¡Adelante y ánimo!».
Para la meditación sobre el ministerio de Jesús, el Papa partió del pasaje del Evangelio propuesto por la liturgia del día (Marcos 3, 1-12) donde, destacó, «tres veces se dice la palabra “muchedumbre”». El pasaje evangélico nos relata, en efecto, cómo «el pueblo de Dios encuentra en Jesús una esperanza porque su modo de obrar, de enseñar, toca el corazón, llega al corazón, porque tiene la fuerza de la Palabra de Dios». Y «el pueblo percibe esto y ve que en Jesús se realizan las promesas, que en Jesús hay una esperanza».
Más allá de todo, añadió el Papa Francisco, ese «pueblo estaba un poco aburrido del modo de enseñar la fe por parte de los doctores de la ley de ese tiempo, que cargaban sobre los hombros muchos mandamientos, muchos preceptos, pero no llegaban al corazón de la gente». Por ello «cuando ve y oye a Jesús, las propuestas de Jesús, las bienaventuranzas, siente que algo se mueve dentro —es el Espíritu Santo quien suscita esto— y va al encuentro de Jesús».
Pero el evangelista Marcos, según el Papa Francisco, «quiere explicar por qué viene tanta gente a Jesús». El Evangelio nos dice que «habla con autoridad, no como hablan los escribas, los fariseos, los doctores de la ley». Luego «Jesús cura a la gente» que, de todos modos, «va un poco buscando el propio bien». Por lo demás, reconoció, «nunca podemos seguir a Dios con pureza de intención desde el inicio, siempre un poco para nosotros, un poco para Dios, y el camino es purificar esta intención». Así, «la gente va, busca a Dios, pero busca también la salud, la curación». Y por esta razón «se echaban sobre Él para tocarlo, para que saliera su fuerza y los curase».
«Así es Jesús —explicó el Papa Francisco— y este es un momento de la vida de Jesús que se repite». Pero «hay algo más importante detrás de esto». En efecto, lo que de verdad es «más importante no es que Jesús cure», que luego es también «un signo de otra curación». O que «Jesús diga palabras que llegan al corazón» incluso si «esto ayuda para ir por el camino de Dios».
Para comprender bien «lo que es más importante en el ministerio de Jesús» el Papa Francisco volvió a proponer el contenido de la primera lectura (Carta a los Hebreos 7, 25 - 8, 6) donde, afirmó, «hay dos palabras» fundamentales: «Hermanos, Cristo puede salvar definitivamente a los que se acercan a Dios por medio de Él, pues vive siempre para interceder a favor de ellos». Por lo tanto, «Jesús salva y Jesús es el intercesor. Estas son las dos palabras clave».
Sí, repitió el Papa, «¡Jesús salva!». Y «estas curaciones, estas palabras que llegan al corazón son el signo y el inicio de una salvación». Son «el itinerario de la salvación de muchos que empiezan a ir a escuchar a Jesús o a pedir una curación y luego vuelven a Él y perciben la salvación». He aquí, entonces, que la cosa más importante, recordó el Papa Francisco, no es que Jesús cure y enseñe, sino que salva. Porque «Él es el Salvador y nosotros somos salvados a través de Él». Y esto «es más importante» y «es la fuerza de nuestra fe».
La segunda palabra clave es «intercede». En efecto, recordó el Papa, «Jesús se marchó hacia el Padre y desde allí intercede aún por nosotros, todos los días, en todos los momentos». Y «esto es algo actual: Jesús ante el Padre, que ofrece su vida, la redención, mostrando al Padre las llagas, el precio de la salvación». Y así «Jesús intercede todos los días». Por ello «cuando nosotros, por una cosa o por otra» estamos «un poco decaídos, recordemos que Él intercede por nosotros, intercede por nosotros continuamente». En cambio, destacó, «muchas veces olvidamos esto». Pero Jesús no es que «fue al cielo, nos envió el Espíritu Santo y se terminó la historia. ¡No! Actualmente, en cada momento, Jesús intercede».
En tal perspectiva el Papa Francisco sugirió rezar con estas sencillas palabras: «“Señor Jesús, ten piedad de mí”. ¡Intercede por mí!». Es importante, insistió, «dirigirse al Señor pidiendo esta intercesión». El «punto central» es lo que escribe el autor de la Carta a los Hebreos que nos recuerda que «tenemos un sumo sacerdote tan grande, que está sentado a la derecha del trono de la Majestad en los cielos». Precisamente «este es el punto central: que tenemos un intercesor». Y el Papa invitó expresamente a no olvidar «que el Señor es el intercesor: salvador e intercesor». Añadiendo que «nos hará bien recordar esto».
En definitiva, continuó el Pontífice, «la multitud busca a Jesús con ese olfato de la esperanza del pueblo de Dios que esperaba al Mesías, y espera encontrar en Él la salud, la verdad, la salvación, porque Él es el salvador y como salvador también hoy, en este momento, intercede por nosotros». El Papa Francisco concluyó deseando «que nuestra vida cristiana esté cada vez más convencida de que hemos sido salvados, que tenemos un salvador, Jesús a la derecha del Padre, que intercede. Que el Señor, el Espíritu Santo, nos haga comprender estas cosas».
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