PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
La jornada de los niños
Viernes 14 de noviembre de 2014
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 47, viernes 21 de noviembre de 2014
Una pequeña jornada romana de la juventud. O, mejor aún, una jornada de los niños, con un encuentro muy animado de catecismo cara a cara con el propio obispo. Esta fue la experiencia de un grupo de chavales de la parroquia romana Santa María Madre de la Providencia, que el viernes 14 de noviembre, por la mañana, participó en la misa celebrada por el Papa. Y, para «transmitir la fe» a los chavales de hoy, afirmó el Pontífice, se necesitan personas que den el ejemplo «y no las palabras».
Su presencia en la misa no pasó desapercibida. «¡Si miro hacia este lado me parece la jornada de la juventud!», comentó el Pontífice al iniciar su homilía y confesó que para él era como celebrar la misa que en las parroquias llaman la «misa de los jóvenes». Y «es hermoso mirar a los jóvenes» destacó, porque significa «mirar a un futuro, mirar una promesa, mirar al mundo que está por llegar».
Pero —y es la primera pregunta que el Papa dirigió a los adultos, a los educadores— «¿qué les dejamos a los chavales? ¿Qué ejemplo damos». Sobre todo, insistió refiriéndose a la segunda carta de san Juan (1, 3-9) apenas proclamada, «¿enseñamos lo que hemos escuchado en la primera lectura: caminar en el amor y en la verdad? ¿O lo enseñamos con las palabras, pero nuestra vida va por otra parte?». Es por eso que, reafirmó, «para nosotros mirar a los chavales es una responsabilidad». Y precisamente por esto, «hoy nos hará bien pensar cómo es mi actitud con los niños, con los chavales, con los jóvenes». Y propuso un examen de conciencia preguntando: «¿Cómo es mi actitud? ¿Es una actitud de hermano, de padre, de madre, de hermana, que lo hace crecer, o es una actitud de indiferencia» como decir «ellos que crezcan, yo hago mi vida...?».
En efecto, «todos nosotros —explicó— tenemos una responsabilidad de dar lo mejor que tenemos, y lo mejor que tenemos es la fe: dársela a ellos, pero darla con el ejemplo. Hoy las palabras no sirven. En este mundo de la imagen las palabras no sirven». «Lo que cuenta de verdad es el ejemplo». Por lo tanto: «¿qué les doy a ellos?».
A este punto el Papa se dirigió a los chavales de la parroquia romana, entablando un diálogo de pregunta y respuesta: «Y vosotros ¿por qué habéis venido a misa? ¿Lo sabéis? ¿Quién se atreve a decirlo? ¿Por qué vinisteis a misa? ¿Tenéis miedo de hablar? ¿Por qué? ¡Tienen miedo!». Y tras saludar al párroco, invitó nuevamente a responder en voz alta a la pregunta sobre su presencia en la misa. «¡Para verte!» dijo uno. «¡Para verme! Gracias, ¡muchas gracias!» contestó inmediatamente el Pontífice y añadió: «¡También a mí me gusta veros a vosotros! Y esto que has dicho es importante: para ver una persona, que es el obispo de la ciudad, que es el Papa, que vemos en la televisión, pero que queremos ver de cerca».
Sin embargo, aconsejó, «es importante también que tengáis la costumbre de ir al encuentro de las personas mayores, a las personas que os dan un buen ejemplo». Es decir, precisó, «ver en casa, ver en la familia, ver al párroco, a los sacerdotes, las religiosas: ver cómo son y cómo viven la vida, la vida cristiana». Después volvió a dialogar con los chavales: «¿Todos habéis hecho la primera comunión? ¿Sí? ¿Todos? ¿Y la confirmación? ¿Nadie ha hecho la confirmación?». Al escuchar las respuestas el Papa comentó: «¿Tú no la has hecho? ¿Tampoco vosotros? ¿Quién más no ha hecho la primera comunión? ¿Tú? Y la confirmación ¿la ha hecho alguien?».
Así, pues, indicó a sus jóvenes interlocutores, «esto es un camino, es un camino de la vida cristiana que inicia». Y preguntó de nuevo: «¿Con cuál sacramento se comienza la vida cristiana?». Rápida esta vez la respuesta: «¡Con el bautismo!». Y el Pontífice: «¡Bien! Con el bautismo se abre la puerta de la vida cristiana y luego viene lo que decía, aquí, san Juan» en la primera lectura: «Caminar en la verdad y en el amor». Esta, explicó, «es la vida cristiana: creer en la verdad y amar, amar a Dios y amar a los demás».
Pero las preguntas no terminaron: «En estos sacramentos —os pregunto—, ¿la oración es un sacramento? No. Es verdad, no. La oración no es un sacramento, pero debemos orar». Y prosiguiendo la conversación el Papa dijo que era importante «rezar al Señor, rezar a Jesús, rezar a la Virgen para que nos ayuden en este camino de la verdad y del amor».
Y retomando el hilo conductor del discurso con el niño que, al inicio, le había dicho que había venido a Santa Marta para ver al Papa, dijo: «Habéis venido a verme, ¿quién de vosotros lo había dicho? ¡Tú! Es verdad, pero habéis venido también para ver a Jesús, ¿de acuerdo? ¿O dejamos a Jesús a un lado?». Y añadió: «Ahora vendrá Jesús al altar y lo veremos todos: ¡es Jesús!». Entonces «en ese momento debemos pedir a Jesús que nos enseñe a caminar en la verdad y en el amor: ¿lo decimos juntos? Caminar en la verdad y en el amor». Por último, junto con ellos, El Papa pidió «a Jesús que nos dé esta gracia de caminar en la verdad y en el amor».
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