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PAPA FRANCISCO

MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE

Las ancianitas y el teólogo

Martes 2 de septiembre de 2014

 

Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 36, viernes 5 de septiembre de 2014

Es el Espíritu quien da «la identidad» al cristiano. Por ello —dijo el Papa en la homilía de la misa celebrada el martes 2 de septiembre— «tú puedes tener cinco licenciaturas en teología, pero no tener el Espíritu de Dios». Y «quizá tú serás un gran teólogo, pero no eres un cristiano», precisamente «porque no tienes el Espíritu de Dios».

Así, hizo hincapié, «muchas veces nos encontramos, entre nuestros fieles, ancianitas sencillas que quizá no terminaron la escuela primaria, pero que te hablan de las cosas mejor que un teólogo, porque tienen el Espíritu de Cristo». Y propuso el ejemplo de san Pablo, que para sus eficaces predicaciones no poseía particulares referencias académicas —no había tenido cursos de «sabiduría humana en la Lateranense o en la Gregoriana», dijo— sino que hablaba según el Espíritu de Dios.

«Dos veces», destacó el Papa, en el pasaje evangélico de Lucas propuesto por la liturgia (4, 31-37) se encuentra la palabra «autoridad». La gente «se quedaba asombrada de la enseñanza de Jesús porque su palabra estaba llena de autoridad», afirmó el Pontífice. Y después, al final del pasaje, el evangelista de nuevo escribe que «quedaron todos asombrados y comentaban entre sí: ¿Qué clase de palabra es esta? Pues da órdenes con autoridad». En definitiva, continuó, «la gente se asombraba porque Jesús cuando hablaba, cuando predicaba, tenía una autoridad que no tenían los otros predicadores, que no tenían los doctores de la ley, los que enseñaban al pueblo».

La pregunta que hay que hacerse es: «¿qué es esta autoridad de Jesús, esa doctrina nueva que asombra a la gente, esto que es diferente al modo de hablar, de enseñar de los doctores de la ley?». Y la respuesta es decisiva. «Esta autoridad —explicó el Pontífice— es precisamente la identidad singular y especial de Jesús». En efecto, «Jesús no era un predicador común; Jesús no era uno que enseñaba la ley como todos los demás: lo hacía de modo diverso, de un modo nuevo, porque Él tenía la fuerza del Espíritu Santo».

El Papa recordó que «ayer, en la liturgia, leímos el pasaje en el que Jesús se presenta, visita la sinagoga y refiriéndose a sí mismo, dice aquellas palabras del profeta Isaías: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido. Me ha enviado a hacer esto”». Confirmando que «la autoridad que tiene Jesús —explicó— viene precisamente de esta unción especial del Espíritu Santo: Jesús es el ungido, el primer ungido, el verdadero ungido». Y «esta unción da autoridad a Jesús».

«La identidad propia de Jesús es el ser ungido», recalcó el Pontífice. Él es «el Hijo de Dios ungido y enviado, mandado para traer la salvación, la libertad». Así, pues, «esta es la identidad de Jesús y por eso la gente decía: “Este hombre tiene una autoridad especial, que no tienen los doctores de la ley”». Pero, añadió el Papa, «algunos se escandalizaban de esa modalidad de Jesús, de ese estilo de Jesús».

He aquí que la «libertad, la identidad de Jesús, es precisamente la unción del Espíritu Santo». Y nosotros, exhortó el Papa Francisco, podemos preguntarnos cuál es nuestra identidad de cristianos». En la primera carta a los Corintios (2, 10-16) san Pablo lo explica así: «Cuando explicamos verdades espirituales a hombres de espíritu, no las exponemos en el lenguaje que enseña el saber humano». Y al respecto, el Pontífice destacó que «la predicación de Pablo» no surge de la «sabiduría humana», porque sus palabras le fueron «enseñadas por el Espíritu».

Pero, puso en guardia el Papa Francisco haciendo propias las expresiones de san Pablo, «el hombre abandonado a sus fuerzas no comprende las cosas del Espíritu de Dios; el hombre por sí solo no puede entender esto». Así, «si nosotros cristianos no entendemos bien las cosas del Espíritu, no damos y no ofrecemos un testimonio, no tenemos identidad». Y a fin de cuentas, «estas cosas del Espíritu» parecen sólo «locura», tanto que los que no tienen una identidad «no son capaces de entenderlas».

El Pontífice, refiriéndose nuevamente a la carta de san Pablo, recordó que «el hombre movido por el Espíritu, en cambio, juzga cada cosa: es libre, sin poder ser juzgado por ninguno». En efecto, añadió citando las palabras del apóstol, «¿quién ha conocido la mente del Señor? Ahora nosotros tenemos la mente de Cristo, es decir, el Espíritu de Cristo». Y, de hecho, «esta es la identidad cristiana: no tener el espíritu del mundo, ese modo de pensar, ese modo de juzgar».

En definitiva, «lo que da autoridad, lo que da identidad es el Espíritu Santo, la unción del Espíritu Santo». Por eso, según el Papa, «el pueblo no amaba a los predicadores, a los doctores de la ley, porque hablaban, en verdad, de teología, pero no llegaban al corazón, no daban libertad, no eran capaces de hacer que el pueblo encontrase la propia identidad, porque no estaban ungidos por el Espíritu Santo». En cambio, precisó, «la autoridad de Jesús —y la autoridad del cristiano— viene precisamente de esta capacidad de entender las cosas del Espíritu, de hablar la lengua del Espíritu; viene de esta unción del Espíritu Santo».

El Papa Francisco concluyó pidiendo al Señor que nos dé «la identidad cristiana, la que Tú tenías: danos tu Espíritu; danos tu modo de pensar, de sentir, de hablar: es decir, Señor, danos la unción del Espíritu Santo».

 



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