PAPA FRANCISCO
MISAS MATUTINAS EN LA CAPILLA
DE LA DOMUS SANCTAE MARTHAE
La comunidad cristiana en tres pinceladas
Martes 29 de abril de 2014
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 19, viernes 9 de mayo de 2014
Armonía, testimonio, atención a los necesitados: «tres pinceladas» de la imagen que representa a una comunidad cristiana, obra del Espíritu Santo según el modelo del «pueblo nacido de lo alto», personas «que aún no se llamaban cristianos» pero sabían dar testimonio de Jesucristo. Es la imagen presentada por el Papa el martes 29 de abril, por la mañana, durante la misa en Santa Marta. Se refirió a un pasaje de los Hechos de los Apóstoles (4, 32) para subrayar cómo la Iglesia, tras recordar durante toda la semana de Pascua el sentido del «renacer de lo alto», presenta ahora la imagen de lo que era «la comunidad de los nuevos cristianos»: un «pueblo recién nacido», formado por personas que «aún no se llamaban cristianos».
«La multitud de aquellos que se habían convertido en creyentes —destacó— tenía un solo corazón y una sola alma: y este es el primer rasgo». El segundo lo constituye el hecho de que se trataba de una multitud que «con gran fuerza daba testimonio del Señor Jesús». El tercero es que entre ellos «nadie pasaba necesidad».
Son las «tres peculiaridades —explicó el Santo Padre— de este pueblo renacido: la armonía entre ellos, la paz; el testimonio fuerte de la resurrección de Jesucristo y los pobres». Sin embargo, «no siempre funcionó así», añadió. En efecto, con el paso del tiempo «llegaron las luchas internas, las luchas doctrinales, las luchas de poder entre ellos. Incluso en la relación con los pobres surgieron problemas; las viudas se lamentaban de que no se las atendía bien»: en resumen, no faltaban dificultades.
Sin embargo, esta imagen muestra cómo deber ser realmente «el modo de vivir de una comunidad cristiana», de quienes creen en Jesús. Ante todo, destacó el Papa Francisco, es necesario construir un clima en el que reine «la paz y la armonía. “Tenía un solo corazón y una sola alma...”. La paz, una comunidad en paz. Esto significa —añadió— que en esa comunidad no había espacio para las murmuraciones, las envidias, las calumnias, las difamaciones», sino sólo para la paz. Porque «el perdón, el amor, lo cubría todo».
Para calificar a una comunidad cristiana de este modo —especificó el Papa Francisco— «debemos preguntarnos: ¿cuál es la actitud de los cristianos? ¿Son mansos, humildes? ¿En esa comunidad hay luchas entre ellos por el poder, conflictos por la envidia? ¿Se critica? Entonces no van por la senda de Jesucristo». La paz en una comunidad, en efecto, es una «peculiaridad muy importante. Tan importante porque el demonio trata de dividirnos, siempre. Es el padre de la división; con la envidia, divide. Jesús nos hace ver este camino, el camino de la paz entre nosotros, del amor entre nosotros».
Pasando luego a explicar el segundo rasgo característico de esta imagen, el Santo Padre invitó a preguntarse si la comunidad cristiana «da testimonio de la resurrección de Jesucristo: esta parroquia, esta comunidad, esta diócesis, ¿cree de verdad que Jesucristo ha resucitado?». En el caso en el que la respuesta no sea explícita y decidida, «el corazón tal vez está lejos» de esta certeza. Es necesario, en cambio, «dar testimonio de que Jesús está vivo, entre nosotros»: sólo así se puede verificar cómo va una comunidad.
Por último, el Pontífice habló de los pobres y del lugar que ellos ocupan entre nosotros. Al respecto se debe hacer un examen de conciencia que, precisó, se puede subdividir en dos partes: «¿Cuál es tu actitud, o la actitud de esta comunidad hacia los pobres?»; y después, «¿es pobre esta comunidad? ¿Pobre de corazón y pobre de espíritu? ¿O pone la confianza en las riquezas, en el poder?».
Como conclusión, el Papa reafirmó las tres características que identifican a una comunidad cristiana: «Armonía, testimonio, pobreza y estar atentos a los pobres». Precisamente esto —recordó— es lo que Jesús explicaba a Nicodemo», destacando que todo es obra del Espíritu Santo, «el único que puede hacer esto». Porque «el espíritu construye la Iglesia. El Espíritu construye la unidad; el Espíritu te impulsa hacia el testimonio; el Espíritu te hace pobre, porque Él es la riqueza; y lo hace para que tú puedas ocuparte de los pobres. Por ello Jesús dice: «El viento sopla donde quiere y oyes su voz, pero no sabes de dónde viene y adónde va». Así es quien ha nacido del Espíritu.
«Pensemos —fue la invitación final— en nuestras comunidades, en nuestras parroquias, en nuestros movimientos, en nuestros colegios, en nuestras diócesis. Nos hará bien compararnos un poco con esto: ¿mi comunidad está en paz y en armonía o está dividida? ¿Mi comunidad da testimonio de Jesucristo o sabe que Cristo ha resucitado, lo sabe intelectualmente pero no hace nada, no lo anuncia? ¿Se ocupa mi comunidad de los pobres? ¿Es una comunidad pobre?». Que el Espíritu Santo, fue el deseo del Santo Padre, «nos ayude a ir por este camino, el camino de quienes han renacido en el bautismo».
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