PAPA FRANCISCO
A diario la santa misa con el Pontífice
en la Domus Sanctae Marthae
Fuente: L’Osservatore Romano, ed. sem. en lengua española, n. 13, viernes 29 de marzo de 2013
Una celebración sencilla cada día en la capilla de la Domus Sanctae Marthae desde el viernes 22 de marzo, donde grupos de invitados del Papa Francisco participan en la misa que preside a las 7 de la mañana.
Sus homilías son breves, también sencillas, casi desmenuzando el Evangelio, reflexionando sobre las lecturas. Recordando que cuando nuestro corazón es de piedra, tomamos en mano piedras de verdad y lapidamos a Jesucristo en las personas de nuestros hermanos, especialmente los más débiles. En otra homilía recalcó que Jesús murió por cada hombre singularmente. Cada cristiano debe decir: «Cristo murió por mí», y de la conciencia de este amor debería nacer un agradecimiento tan profundo y apasionado que podría transformarse en lágrimas de alegría en el rostro de cada fiel. Otro día el Papa se centró en la paciencia de Dios como el padre del hijo pródigo que todos los días esperaba su regreso. Protagonista de la siguiente homilía fue la belleza del perdón, cuya dulzura invitó a saborear abriendo el corazón; la misma dulzura que expresó la mirada de Cristo dirigida a Pedro, quien le había negado. Y la víspera del Triduo pascual no dudó en afirmar que «hablar mal de alguien equivale a venderlo», como hizo Judas.
Los primeros invitados a la misa cotidiana fueron los encargados del servicio de jardinería y limpieza urbana de la Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano y tres comunidades religiosas femeninas que desempeñan su misión en la Ciudad del Vaticano: las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl, del dispensario pediátrico de Santa Marta; las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María – Instituto Ravasco, de la Casa de San Benito para los nuncios retirados; y las Hermanas de la Presentación de María en el Templo (de Cracovia), del almacén privado del Santo Padre. En días sucesivos participaron en la Eucaristía, entre otros, algunos empleados del invernadero, religiosas Pías Discípulas del Divin Maestro que prestan servicio en la central telefónica de la Ciudad del Vaticano, las religiosas de la Domus, el secretario de la Comisión pontificia para América Latina, Guzmán Carriquiry, el servicio fotográfico de nuestro periódico con el director general don Sergio Pellini y el de nuestro periódico. En cambio el Martes Santo el Papa Francisco concelebró con los sacerdotes que residen habitualmente en la Domus —que la víspera habían regresado a sus habitaciones después de las semanas que las cedieron a los cardenales llegados a Roma para el cónclave—: unos cuarenta, entre oficiales de la Secretaría de Estado y otros organismos y dicasterios; con ellos también los arzobispos Acerbi, Prabhu y Travaglino, nuncios apostólicos. Una familia sacerdotal —en cuya casa sigue residiendo— de la que el Papa dijo sentirse parte. Entre los fieles se contaron algunas hermanas del Instituto Secular de Schoenstatt residentes en Roma. Y en la celebración eucarística previa al Triduo Pascual acompañó al Santo Padre un grupo de la Limosnería apostólica y otro del Servicio de teléfonos vaticanos, acompañados respectivamente por el limosnero de Su Santidad, el arzobispo Pozzo, y por el director de las Telecomunicaciones, el padre Vérgez, quienes concelebraron.
En diversas ocasiones han concelebrado también con el Papa el cardenal Raúl Eduardo Vela Chiriboga, arzobispo emérito de Quito (Ecuador), el arzobispo Lorenzo Baldisseri, secretario del Colegio cardenalicio y de la Congregación para los obispos, y los monseñores Xuereb, de la secretaría particular, y Ricca, director de la Casa de Santa Marta.
A diario, en la capilla de la Domus, al final de la santa misa, el Papa Francisco se recoge en oración entre los fieles, en los últimos bancos. Y a cada uno saluda antes del trabajo cotidiano.
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